Prensa. BBC
Mundo.
De origen puertorriqueño, al parecer retuvieron a las chicas en una casa
cerca del lugar donde habían sido vistas por última vez
La llamada desesperada de auxilio de Amanda Berry, una joven estadounidense
que fue secuestrada en 2003 y a la que rescataron este lunes junto a otras dos
mujeres y una niña en Cleveland, Estados Unidos, puso fin a una década de preguntas,
pero abrió la puerta a otras muchas aún sin responder. Entre ellas cómo es posible que Berry, su hija nacida en cautiverio y otras
dos jóvenes secuestradas en incidentes separados, Michelle Knight y Gina
DeJesus, permanecieran encerradas durante diez años sin levantar sospechas.
También hay muchas dudas acerca de los detenidos: tres hermanos de origen
puertorriqueño que al parecer retuvieron a las chicas en una casa de Cleveland
cercana al lugar donde habían sido vistas por última vez. Por el momento, la atención se ha centrado en Ariel Castro, un hombre de 52
años propietario de la vivienda donde estaban retenidas las mujeres, que fue
arrestado junto a sus hermanos Pedro, de 54 años, y Onil, de 50, según informó
la policía local.
"Creemos que tenemos a los responsables", declaró el subcomisario de
Cleveland Ed Tomba en la misma rueda de prensa en la que el agente especial del
FBI Stephen Anthony declaró que la "pesadilla" había terminado y que
"el peso de la justicia" caerá sobre los responsables de este
"horrible caso". En una entrevista con un canal local, Julio Castro, tío de los detenidos,
dijo estar sorprendido por las noticias y aseguró que la familia de una de las
secuestradas, Gina DeJesus, era amiga de la suya.
"Todo el mundo lo consideraba una buena persona, un músico que tocaba
el bajo, conductor de autobús (retirado), una bella persona. Es una vergüenza
para la familia", afirmó al referirse a Ariel. Varios conocidos coinciden
al describir al segundo de los hermanos Castro como muy sociable y activo en el
vecindario. Durante la conferencia de prensa del martes, el director de seguridad
pública de Cleveland, Martin Flask, aseguró que en marzo de 2000, Castro llamó
a las autoridades para informar sobre un incendio en la calle.
Cuatro años más tarde, en enero de 2004, la policía llamó a la casa de
Castro pero nadie respondió. Los agentes habían sido informados que se encontró
a un niño en un autobús que estaba estacionado en el garaje y que había
conducido Ariel Castro. Las autoridades cerraron el caso al considerar que no
hubo ningún indicio de delito.