En la ciudad de
San Fernando se efectuó entre el 3er. Encuentro de cámaras de comercios y
comerciantes el viernes 29 de agosto del año 2014, y publicaremos la declaración
de dicho encuentro emitido por Consecomercio.
Prensa. Senderos
de Apure.net. Foto: Eduardo Galindo Peña.
La
máxima dirigencia empresarial del sector terciario de la economía se reunió en
San Fernando de Apure, en la sede de la Cámara de Comercio, Industria y
Servicios del Estado Apure, y difundió el contenido de la Declaración del
Comercio y los Servicios de Apure, cuyo objetivo principal es “exhortar a las
autoridades a reaccionar ante las
dificultades que agobian al país y enfrentar las causas que generan dicha
problemática”.
Los
comerciantes formales y organizados del país afiliados a las Cámaras y
Asociaciones mixtas de Comercio y Producción que constituyen la base filial del
Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), consideran que
Venezuela y los venezolanos merecen una respuesta urgente ante la situación
general que se ha creado, y cuya
solución, definitivamente, depende de la voluntad gubernamental de asumir que
su quietismo decisorio sólo está contribuyendo a un agravamiento de dicha
realidad. Cabe destacar, que esta declaración fue leída por el presidente de
consecomercio Mauricio Tancredi.
Declaración del
Comercio y los Servicios en Apure:
El
sector terciario, expresión de la actividad económica que se desarrolla de
manera más directa con la ciudadanía consumidora de bienes y servicios
nacionales o de manufactura internacional, exhorta a las autoridades a
reaccionar y decidir lo que corresponde, para que la economía venezolana supere
progresivamente su actual cuadro de contradicciones y complicaciones que están
provocando, quizás, la peor de las crisis que ha vivido durante el último medio
siglo.
El
Comercio y los Servicios registran con preocupación, que cada día se hace más
complicado satisfacer las necesidades básicas de la población. La escasez y el
desabastecimiento dejaron de ser ,en muchos casos, un accidente económico, para
convertirse en la causa que está obligando a la desaparición de pequeños y
medianos comercios, principalmente familiares. La consecuencia es hoy lo peor
de dos realidades conexas: desempleo y una ya incontenible degradación de la
calidad de vida de los consumidores.
Las
decisiones que necesita urgentemente la economía, no pueden seguirse
considerando desde el alto gobierno como una demostración de debilidad suya.
Tampoco como una concesión a los emprendedores que insisten en mantener
funcionando sus empresas, indistintamente del área donde se desenvuelven.
De
dichas decisiones, depende que renazca la confianza en la palabra del Gobierno.
Pero también que la inversión privada nacional e internacional se haga presente
y se fortalezca. El Estado tiene que reasumir su rol constitucional y hacer
posible que la empresa privada le libere del peso de sus obligaciones fiscales
improductivas. Insistir en mantener el tamaño del Estado o de hacerlo crecer
por razones ideológicas, equivale a seguir castigando a la población con mayor
inflación y peores niveles de escasez, además de un empobrecimiento inmerecido.
Decidir
en las condiciones como hay que hacerlo, no es un asunto de izquierda o de
derecha; de burgueses o de proletarios: es un exigente y comprometedor asunto
de país. Hay que decidir para que se pueda producir más, mejorar la oferta de
bienes y servicios, impedir que siga expandiéndose el desempleo, estimular la
generación de más puestos de trabajo, evitar que la violencia social y la
delincuencia sigan haciéndose más poderosas cada día.
Los
desequilibrios macroeconómicos tienen que ser enfrentados en sus causas.
Hacerlo, es verdad, provocará efectos sociales difíciles. Pero son momentáneos,
porque la economía venezolana, bien conducida y mejor motivada, sí es capaz de
reaccionar positivamente en pocos meses. Inquieta y angustia lo que hoy se
vive: la sociedad paga altos costos por un presente complicado, y un futuro
lleno de incertidumbres.
Los controles de cambio y de precios tienen
que dejar de ser las causas de los graves males que nos aquejan. Once años de
vigencia forzosa son suficientes. Ya no existen alternativas funcionales de
maniobra para que se les convierta en un soporte cierto de la recuperación
económica. Mantenerlos por la fuerza no contribuirá a superar su condición
actual: alimentadores de ilusiones políticas y obstáculos del fortalecimiento
de la capacidad productiva del país.
Consecomercio,
los comerciantes formales y organizados, apuestan por un país con una economía
productiva y competitiva dentro y fuera de sus fronteras. Y lo hacen porque
también confían en que dentro y fuera del Gobierno sí existe la capacidad para
reorientar rumbos, y divorciar objetivos de gobernabilidad a sometimientos
ideológicos. Pero hay que actuar. No hacerlo equivale a convertir el 2015 en un
año de peores resultados económicos y sociales a los que ya está ofreciendo
este 2014. A Venezuela le convienen comercios fortalecidos, pujantes,
vigorosos, plenos de bienes para ofrecer a sus clientes y consumidores, y no
como los que nos encontramos hoy, en condiciones de merma y luchando a brazo
partido para mantener sus inventarios y sus nóminas.
Apure
también es Venezuela. Los estados fronterizos también son Venezuela. Y cada
estado es un agente económico con fuerza propia para reaccionar, sumar
esfuerzos y contribuir con la necesidad de evitar dos años continuos signados
por la incertidumbre. La conjunción de esos esfuerzos, sin embargo, tiene que
responder a un propósito definido, claro; a una nueva concepción sobre las
decisiones gubernamentales que se requieren con urgencia. Los comerciantes hoy
declaramos que estamos trabajando decididamente y más que nunca, por lograr los
objetivos que una vez nos trazamos de defensa de la empresa privada, del
trabajo digno, de la libre iniciativa, y de la incesante búsqueda del mayor bienestar
para todos los venezolanos.
Apure,
29 de agosto de 2014