Opiniòn. Anghels
Santana.
La
indignación, angustia y preocupación por el desastre en el que vivimos en
Venezuela se debe convertir en esperanza de construir juntos un mejor país. Esa
construcción de un mejor país los debemos hacer todos los ciudadanos de este
hermoso país granito a granito, ladrillo a ladrillo, sudor a sudor pero juntos
y siempre en Unidad porque la fuerza es la unión. ¿Por qué? Porque existe un
cambio que viene como rio crecido que trae paz y progreso para un país que
sufre la peor catástrofe no natural sino política y económica ocasionada por el
difunto presidente Hugo Chávez continuada y profundizada por el
diosdamadurismo.
El
cambio que queremos los ciudadanos de a pie, del barrio y de la Venezuela
profunda es de paz, tranquilidad y progreso en el cuadro de lo constitucional.
Ese cambio que queremos tiene que ser duradero porque no se trata de un
espasmo: “no aguanto más, esto no se puede”. Claro que esto no se aguanta más,
pero la salida no es de esas que arrancan un viernes y terminan el lunes. Esa
experiencia ya los venezolanos tenemos y bastante. Ese cambio no lo queremos ni
lo buscamos. Queremos un cambio en libertad y democracia hacia la libertad y
para la democracia verdadera. Eso se construye, eso no se improvisa. ¿Cómo se
construye? De abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera, forjando cultura
democrática para que se convierta en musculo donde antes no lo había.
La
polarización se cayó sola. No se trata de que un bloque venció al otro. La
situación actual es otra ya existe un gobierno con 80% de rechazo y una
alternativa democrática que hoy tiene la obligación no solamente política sino
moral y ética de ir al encuentro de ese descontento para transformarlo en
energía de cambio. Para lograr ese esfuerzo se debe aclarar la pupila, extraer
ese conjunto de cosas que suceden en nuestro alrededor que es lo esencial para
orientar nuestro accionar y discurso porque no vivimos en tiempos
convencionales.
Hay
gente que dice: “esto es una dictadura”. Luego te dicen: “No te he visto en ninguna
parte”. Es obvio que en dictadura el régimen controla los medios para que por
ninguna parte se vea lo que es el trabajo de quienes quieren y buscan
convertirse en una alternativa democrática. Hay gente que también dice: “esto
es una dictadura, aquí no se puede seguir votando”. Hasta donde la memoria me
da por estudio o experiencia la primera consigna cuando se está en dictadura es
pedir elecciones libres y participar en cualquier resquicio de apertura
democrática que se presente y en el que sea porque quien cae en la necedad que
dictador no cae con votos todavía estuviera Pinochet en Chile.
El
asunto es cómo extraer de un ambiente saturado por la censura aquellas noticias
que ciertamente son fundamentales, que
deben orientar el discurso y la atención de los ciudadanos con espíritu
democrático que queremos un cambio significativo para el país. En la mayoría de
los diarios caraqueños o por llamarlos nacionales no reflejan la realidad
nacional.
La
inflación nos afecta a todos pero no nos golpea a todos de la misma manera. La
inflación en alimentos golpea sobre todo a los más pobres porque mientras más
pobre es una familia dedica mayor porcentaje de su ingreso a la compra de
alimentos. Quien tiene un ingreso de medio hacia alto puede destinar parte de su
ingreso a paseo, ropa, cultura, etc. Cuando sube el precio de los alimentos eso
afecta a todo pero afecta mucho más a los pobres. Pero resulta que los pobres
somos la mayoría de los venezolanos.
Cuando
el régimen va inaugurar una Arepera meten cadena de radio y televisión pero
cuando van a devaluar la moneda solo transmite por medios del estado. Por
cierto, las Areperas socialistas que aún quedan las arepas que empezaron en Bs
7.50 hoy cuestan Bs 80 y con poca variedad pero para ese incremento no metieron
cadena. Hay gente que dice: “yo no me meto en política”. Pero resulta que la
política se mete con uno empezando por la inseguridad, la falta de insumos
médicos en hospitales y farmacias. No se trata de la política como un asunto de
políticos o partidos.
Se
trata de lo público y lo público es lo de todos. Si uno no asume
responsabilidad ante lo público alguien viene y nos los expropia, quita o roba
y lo peor de todo es que viene y habla en nombre de tuyo y mío con palabras
como estas: “Yo soy el pueblo”. En nombre del pueblo esos bichos se hacen ricos
de manera obscena acumulando poder. La alternativa a eso es asumir que si
debemos meternos con y en la política porque es nuestra responsabilidad defender
lo nuestro. Eso no significa que debemos meternos en un partido político que no
es malo sino saludable ya que sin partidos no hay democracia. Pero los partidos
deben tener gente sana y buena. En el pasado la gente decía: “eso es feo y
malo, yo no me meto en política porque eso es sucio”. ¿Qué pasó? Que la
política quedó en manos de los peores que son quienes hoy destruyen el país.
Asumamos
nuestro protagonismo!
Anghels Santana