Crónica. Aljer.
Alto Apure.
Mientras
trabajaba en la Prefectura llegó el primer avión de las petroleras al pueblo,
un gran acontecimiento, así que le pedí permiso al Jefe Civil, "cuando
regresé me dijo mamando gallo: me contaron que te vieron probándole el ala al
avión". Eso ya hace más de medio siglo, finalizando el año cuarenta,
cuando ya estaba casado y disfrutaba organizando las fiestas, redactando dedicatorias,
y haciendo de cronista social, "cuando salía con las jóvenes hacía una
reseña de lo que habíamos hecho en el viaje, pero siempre con mucho
respeto".
Pero
como todo período también existen los momentos buenos, como la donación a la
iglesia del reloj realizado por el italiano Nicolás. El traslado desde San
Cristóbal lo hizo don Publio, que tenía una empresa de transporte de mercancía.
Había adquirido su propio camión con doce mil bolívares "que era plata,
pero yo saqué de las utilidades que me pagaron y lo compré" decía.
Casi
siempre acarreaba cebollas, papas y alimentos, pero un día comentaron que había
que llevar un reloj para la iglesia de Guasdualito, "y dice Hortensia de
Aponte, la sobrina de don Pancho: "Ahí está don Publio Sánchez que te
puede llevar ese reloj", me saludó y me dijo: "Aquí están las
cajas". Ese montón, eran treintidós cajas. ¿Si caben en el camión?".
No podía ser mejor, todo era liviano, le habían indicado "no meta más
carga porque esto es muy delicado", le pagaron muy bien el flete y además
la máquina la iba a armar un técnico traído desde Italia.
En
el pueblo toda la gente esperaba la llegada del reloj como un genuino
acontecimiento, miraron, estudiaron y supervisaron cada paso del mes que duró
la instalación, "¿Cuándo se había visto un reloj así? Yo estaba preocupado
con los acontecimientos que sucedieron en la iglesia porque se podía
dañar". Pero hoy, después de casi medio siglo todavía marca la hora con
las mismas manecillas que han visto pasar a unos cuantos políticos.
Raúl
Leoni fue uno de ellos, "estábamos bebiendo y yo le dije a Godoy: Este es
nuestro futuro presidente. Y Leoni decía: Si ustedes me dan el voto yo seré
presidente. Y se echó una pea". Lo evoca con el mismo cariño que a doña
Ismenia de Villalba. Dándole la bienvenida, se la llevó por delante un
motorizado colombiano. Dijo que lo habían mandado. Cuando le informaron que lo
habían puesto preso, la doña mandó a dejarlo en libertad.