Crónica.
ALJER. Alto Apure.
Un peculiar personaje apreciado por
muchos coterráneos guasdualitenses fue don Carmelo Fulco. De ascendencia
italiana hijo de Don José Fulco y Julia Lara; padre de Exer Fulco (ex –alcalde
del municipio Páez del estado Apure). Quien haya conocido a don Carmelo, lo
recordara como un hombre a carta cabal, servicial, folklórico, ocurrente y
trovador popular; siempre con una poesía a flor de labio para las muchachas del
pueblo.
Tendría quien escribe como unos 7 u 8
años de edad, cuando de pasajero en su célebre Jeep Willis, en compañía de mi
padre y los maestros rurales Pedro Madrid y Rosa Taquiva, nos dirigíamos rumbo
a la entonces escuela de Pueblo Viejo, sector adyacente al casco urbano en
donde un día fue el asentamiento original de lo que se llamó Periquera.
En el trayecto por esa polvorienta y
asfixiante carretera - y esto lo recuerdo gratamente- le oíamos de su
proverbial y sapiente intelecto, ganado en el transitar de la vida, el
siguiente relato que comparto con ustedes, respetando la jocosidad única y prodigiosa
trasmitida por el dicharachero personaje.
Cuando Guasdualito era un paraíso.
Cuando por La Miel (Hato) roncaban los tigres muñeca gruesa y cuando por el río
Sarare se veían los caimanes de veinte metros y pico. Época de Tocotoco
Padilla, de Pedro Fulco, de Elías Hurtado, Casimiro Delgado, Luis Carvallo,
Lauro Hernández; Victorgoyo Hernandez, Jesús Ereú, y muchos más que ya no
están, que si estuvieran, de seguro se regresarían a sus cajones porque ni
reconocerían al pueblo llanero que fundaron con sudor, trabajo y esfuerzo.
Contaba Don Carmelo:
En esos días bien sabrosos
entre la barranca y el río
estando yo entretenío,
pescando por el Sarare.
Tarareandito un pasaje,
sentí un templón de sorpresa
caramba con tanta fuerza,
que pude en un desparpajo
manearme de un masaguaro
con habililidad y con destreza.
Yo luche con mucho brío
sin embargo al agua fui
yo pensaba me morí
que pasara con mi hijo.
¡Virgen del Carmen me aflijo!
Dios mío resguarda la vida,
no permitas mi caída
en el buche del reptil
al salir a flote vi:
al Leviatán de la biblia.
Caramba que cosas veo
un caimán descomunal,
del tamaño de un samán
si no miro no lo creo.
(Imagínense ustedes)
-palabras de don Carmelo-
Palabras más, palabras menos:
Yo perdí en sobrevivir,
me tragaron enterito,
eso fue tan rapidito
que yo ni cuenta me di.
En la bolsa del reptil
encontré una hamaca vieja,
aunque no estaba muy buena,
me sirvió pa allí dormir,
gases pude percibir,
la jartura daba pe…na
De las tripas del caimán
hice yo las colgaduras
que por cierto estaban duras
y me toco que ablandar.
Que más podía hacer yo ahí
sino dormí en cantidad,
lo digo con honestidad
fui a colgar de las costillas,
me dormí sin las pastillas
desperté en la madrugá.
Crean maestros que fue así
no les quepa la menor duda.
esta es una historia pura
yo no les invento ná.
Según don Carmelo, pasaron como dos
semanas y pico sin ninguna novedad, pero luego empezó a aburrirse en el tubo
digestivo del caimán, porque ni la radio cargaba al momento de ser ingerido.
Como nunca le faltaba la cajeta, se puso a mascar chimó; y, gritó en alta voz:
“te lo diré de una vez, abre la jeta caimán que voy a salir, no respondo por
ti”. Ante la determinante orden el animal abrió la embocadura, emborrachado con
bravura por la jalea llanera. Como despedida le infirió: mírame bien, ni se te
vuelva a ocurrir tragarme otra vez, te lo advierto de nuevo: no respondo por
ti.
¿Qué les parece la historia? En ese
entonces le oí con suma atención la mitológica y folklórica odisea al sabio
popular, me la creí totalmente, y en mi mente de niño a cada rato escenificaba
la lucha de don Carmelo contra el fiero reptil. En los días posteriores contaba
a mis amigos más cercanos (casi todos los días) tan heroica y desigual batalla,
agregándole también una pequeña dosis de imaginación y de poesía infantil. Con
los años, al regresar a Guasdualito, me encontré a don Carmelo en la
celebración del día del padre en un centro de atención social; duro todavía,
mandando guarapo, le recordé la epopeya, le pregunte:
¿Epale don Carmelo, que paso de verdad
con el caimán?
Respondiendo:
¿Carajito,y no me ves?
yo no soy viejo de cuentos,
soy un hombre bien resuelto,
pregúntele a su papá
que me conoce hace tiempo.
Ya superé ese tormento,
para que contarlo má.
En nuestras vidas hay momentos y hechos
que quedan perennemente absorbidos en nuestras mentes triviales. El Caimán y
don Carmelo, una de ellas para quien escribe estas líneas.
ALJER