Crónica.
ALJER.
Preámbulo
“Al
final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”.
Abraham Lincoln.
Frase sincrética y ontológica del décimo sexto presidente norteamericano,
que resume con total acierto la filosofía tangible y lícita para la vida,
aunque algunos, fundamentados en lo humano doctrinal definen
la existencia física como única e irrepetible, solo eso; como vidas
simples obviando lo transcendental y lo prediseñado en el plan perfecto de
Elohim Yahvé, alcanzar a través de la madurez y renovación espiritual lo
verdaderamente importante: la eternidad.
La precepción divina teocrática
creacionista nos dicta un principio y final, ambos inevitables para todo ser
humano, ambos son parte el uno del otro. No obstante, una vez finalizado el
transitar terrenal, quedan huellas imborrables sean buenas o malas en las memorias de aquellos que de una forma
u otra, tienen motivos intrínsecos y abstractos para recordar y para no
olvidar.
De los diferentes tipos de seres
humanos, existen algunos que en sus existencias terrenales
dejan huellas indelebles en el tiempo, expresadas estas calcas no en formas
vagas, sino en acciones palpables.
Muchas veces en la cotidianidad e historia de los pueblos surgen personas llamadas a ser protagonistas de sus
propias historias. En ocasiones esas personas por su propia voluntad o por
designios del destino parten de sus propias tierras para otras lejanas y
extrañas, llevando tras sus espaldas
equipajes de esperanzas, semillas para sembrar futuro, esfuerzo y trabajo para
cosechar progreso, para alcanzar logros y triunfos. En este contexto, es
verdaderamente gratificante para quien escribe, presentar la biografía resumida
de un hombre que sembró progreso en
nuestro pueblo Guasdualito, nos referimos a don Guillermo Gutiérrez, personaje
adelantado a su época, y que en el
momento marco pauta por su inquietante visión progresista en la hoy pujante
capital del municipio Páez.
GUILLERMO GUTIERREZ DÍAZ
Nació en Libertad de Barinas, el 19 de
enero de 1898, siendo el penúltimo de 9 hermanos. Sus padres fueron Henrique
Ignacio Gutiérrez Artahona y Mercedes Díaz. Recibió su primera educación en su
pueblo natal, en la ciudad de Caracas realizó cursos de Electricidad y Mecánica
Diesel y Automotriz. Desde temprana edad se interesó por la música, llegando a
ejecutar el clarinete en la Banda La Paz, que fundara su padre en Libertad
(Barinas) sin embargo, su instrumento preferido sería la guitarra, la que
ejecutaba con maestría. A la edad de 40 años fue contratado por el gobierno
municipal de Guasdualito para el montaje de la primera planta eléctrica de la
población, desde entonces, hasta su deceso vivió en el pueblo, donde se casó
con Leonor Hernández Brito,
formando su digna familia. El
primer hijo fallece a solo 5 meses de vida en 1944; en 1952 nació la única hija
del matrimonio: Armida. La vida familiar estuvo marcada siempre por la armonía,
fue una persona de una gran sensibilidad humana y una profunda afectividad
familiar, que dejó impregnada en su familia tanto consanguínea como política.
Amigo leal, incansable servidor, de actitud y criterios cristianos arraigados.
Con
gran acierto instala la primera planta
eléctrica de Guasdualito, siendo entonces contratado para la operación y
mantenimiento de la misma, en este cargo se mantuvo hasta 1959, año en que
CADAFE instaló la nueva planta en Las Carpas, contando también con su
participación. Queda asignado como empleado municipal para el mantenimiento de
las otras plantas existentes en el Distrito Páez. En el periodo 1962 – 64 fue
Presidente del Concejo Municipal de Guasdualito, posteriormente regresó a su
cargo de Jefe de Mantenimiento del Distrito. En 1966, se enfermó gravemente,
hasta que falleció el 13 de febrero de 1968, en Guasdualito, pueblo al que
quiso como suyo, sus restos reposan en el cementerio municipal.
Don Guillermo Gutiérrez, fue una persona
muy querida por su pueblo adoptivo, aunque su principal actividad fue la
mecánica diesel y la electricidad,
también desarrolló la relojería, tornería y sastrería, aunque esta última
solo como destreza. Es importante recordar que fue el artífice para el montaje
y mantenimiento del reloj de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, además de
esto, su participación fue activa en las eventualidades y emergencias acaecidas
en el Guasdualito de la época, realizando un trabajo social durante el incendio
y las inundaciones. Recordadas sus
charlas con el padre Aragón, con el cual
mantuvo amistad hasta el final de sus días.
Entre otras iniciativas se recuerdan: la
conservación de la fauna típica de la región Hobbies, y haber logrado la historia gráfica de Guasdualito.
El poeta Luis Emilio Campins, como
homenaje póstumo, al ocurrir su deceso le escribe esta poesía significativa:
A mi entrañable amigo don Guillermo
Gutiérrez:
Excelente humorista que cambiaste de
sitio,
Que llevaste en la vida el murmullo del
río
Las peripecias todas entre el calor y el
frío
En que la delicada fragancia del
suspiro,
Te abraza en las tinieblas para besar a
Dios.
ALJER.