Crónica.
ALJER. Alto Apure.
LA CALLE GARABATO
DECIMA DEL RECUERDO
Guasdualito son tus calles
vivencias y sentimientos
recuerdos de viejos tiempos
reminiscencias que invaden.
Por tus esquinas se expanden
melancólicas historias
que guardan en sus memorias
los viejos que están partiendo,
en el trasiego sintiendo
al Guasdualito de otrora.
Breve introito
El testimonio oral aún con sus
características evanescentes y etéreas surge como forma comunicativa primaria
que, en muchas ocasiones es la fuente y mejor referencia para entender y saber
qué tipo de pueblo somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos en la dimensión
espacio-tiempo. Esta condición va a permitir la materialización planificada de
la palabra en la escritura, conformando los recursos válidos para la
identificación organizada de nuestra esencia histórica-cultural. Atendiendo a
este paradigma, la historia morfológica de Guasdualito analizada desde las
ciencias etnológica, etnógrafica y antropológica, atraviesa procesos evolutivos
que requieren de la oralidad, las herramientas para la construcción de un
concepto abstracto y tangible del gentilicio e indisiocracia, permitiendo a la
vez la construcción del conocimiento a partir del testimonio de los propios
actores como componente primario.
En el mismo contexto, muchas son las construcciones
conceptuales que van desde las perentorias acciones fundacionales hasta la
metamorfosis perceptible de pueblo a ciudad. Dentro de este ámbito, las calles
como estructuras y componentes de un pueblo además de ser construcciones
físicas, son entornos dinámicos donde confluyen seres humanos y la riqueza
abstracta (historias, vivencias y folklorismos); y en la que más allá de una
planificación, armonización y geometrización urbana, estas arterias
comunicacionales son el reflejo de las personas y sus culturas tópicas e
históricas, o lo que es mismo; la trilógica simbiosis humano-estructura-tiempo.
LA CALLE GARABATO
El pensar y actuar de nuestro pueblo
Guasdualito tiene sus cimientos en las historias y narraciones orales
trasmitidas de generación en generación, procreadas las mismas en la coetanidad
genotípica temporal, y afortunadamente recopiladas en partes por algunas
antologías alimentadas en la oralidad y la documentación. En este sentido, el
“populus guasdualitense” en ese pensar y actuar ha bautizado sus barrios y
calles de forma convencional y no convencional, distintos bautices que
permanecen intactos en el andar de las épocas. Una calle: La Garabato, también
tiene su peculiar comienzo.
Ubicada en las adyacencias de La Quinta
La Estación, propiedad de la familia Padilla-Hurtado, durante varias décadas
serviría de potrero provisional para la pernocta de reses provenientes de las
propiedades padilleras e igualmente de los grandes hatos ganaderos alto
apureños, entre ellos: Miraflores, Campo Alegre, La Gallardera, El Torreño, El
Bogante, Caracaral, Mayita, San Lorenzo, El Palito, Altamira, Tabacare,
Miraflores, El Temblor, Santa Elisa entre otros.
Entre las prosapias fundadoras de esta
calle se mencionan a: los Araujo, Escobar, Rivero, Fajardo, Suarez, entre otras
buenas familias. Iniciando la década de los años 70s, doña Ibeda de Fajardo,
quizás pionera habitante del sector, gestiona ante el Concejo Municipal,
presidido en el entonces por el doctor Egidio Guevara la apertura de la
intricada vía, al tener su petición beneplácito ante la autoridad del municipio
se comisiona al señor Alfredo Panza para las labores concernientes; sin
embargo, por omisión del contratante solo sería acometida la obra hasta la
mitad de lo solicitado. Para los originarios vecinos apenas iniciaba un
viacrucis, debido a la deplorable condición de la nueva calle en la estación de
invierno, en la que prácticamente resultaba una odisea la salida de niños
escolares y demás personas hacia el casco central del pueblo.
En el año 1973 siendo la señora
Rosalbina Padilla presidenta del Concejo Municipal y cohabitante del sector,
asume la tarea de asfaltar en su totalidad la vía, teniéndola concluida en la
conmemoración del día de las madres, siendo este según expresaría doña Rosalbina
el regalo simbólico por parte de Eglee Camargo a su progenitora (Doña Ibeda).
Esta Eglee, al igual que todos los niños y vecinos del sector era muy
apreciados por los Padillas Hurtados, al punto que, en la temporada de
vacaciones la solariega casa La Estación, así como las contiguas se convertían
en sitios de confluencia y procesión vecinal. Otros tiempos, otros personajes.
En cuanto al nombre de la calle, el
mismo tiene su historia bien peculiar. Mally Dianett Camargo de Suarez,
educadora guasdualiteña radicada desde su infancia en la distintiva corredera
nos comentaba en ameno dialogo: el nombre se le debe a la jocosidad de Manuel
Briceño para molestar a Martin García (a) Garabato. Un día sembró un palo
largo, como una Vara María, en la punta le colocó una tablilla con el apodo
"LA GARABATO", letras negras escritas con molde. Martín lloró,
zapateó, refunfuñó pero Garabato se quedó para siempre como la eternidad. Luego
para la elaboración del croquis de la municipalidad surgiría una polémica entre
los vecinos, en cuanto a si el nombre sería La Estación o La Garabato, ganaría
el primero, pero años después en la nomenclatura urbana reinaría el segundo
mote (…)
Referencia igualmente obligada es Martin
García, otro habitante de esta calmosa y donosa arteria vial, hombre del llano
nacido en Valentín, vecindario llanero ya desaparecido, ubicado para ese tiempo
en las alrededores del Hato Santa Elisa. Llegado a Guasdualito a mediados de
los sesenta, se desempeñaría como baquiano de travesías, peón y caporal en los hatos
La Victoria, El Temblor, San Lorenzo, El Torreño, El Bogante, entre otros;
testigo del ocaso de aquella época inigualable del paso ganado por La Manga, y
el consiguiente arreo a La Montaña de San Camilo. Coleador, toreador y narrador
de coleaderas, actualmente dedicado a la compra y venta de ganado. Su
contextura física (en extremo delgado) sería el origen y causa para el
cognomento de la famosa calle. Singularidades del pueblo, es que pocos
identifican en primer momento a la calle La Estación, al hacer mención al
nomine folklórico se logra la ubicación de inmediato: La Calle de Martin
Garabato.
Dicen que llego temprano
al pueblo de Guasdualito,
siendo apenas muchachito
se formó hombre en el llano.
Llenas de cayos sus manos
de tanto enlazar morlacos
llanero uno entre tantos
caporal de La Victoria,
eran los tiempos de gloria
de don Martin Garabato.
ALJER