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Los cadáveres de las tres personas
asesinadas el pasado domingo, en una comunidad de Ciudad Antigua, Nueva
Segovia, presentaban heridas en el cuello, con signos de degüello, y también
cuchilladas en los pies y otras partes del cuerpo. Dos de ellos tenían las
piernas y los pies quebrados. Además, todos tenían varias perforaciones por
balazos y charneles de una granada. Así lo denunciaron los familiares con
fotografías, ayer lunes, cuando las tres víctimas fueron sepultadas en el
cementerio de Ciudad Antigua.
Los fallecidos son José Nahúm Mendoza
Arriola, de 47 años, y su yerno Margarito Mendoza Sevilla, de 34, originarios
de Ciudad Antigua. También murió Armando López, originario de Totogalpa,
Madriz. Fleder Flores, promotor de
Derechos Humanos, indicó que los familiares de López no quisieron asistir al
sepelio por temor a las autoridades y pidieron que lo enterraran junto a los
otros dos occisos.
Más de un mil personas acompañaron las
honras fúnebres. Había caras tristes, llantos, pero principalmente indignación
entre la población de Ciudad Antigua, porque las autoridades policiales
informaron, ayer a través del comisionado Francisco Díaz, que los tres
fallecidos estaban vinculados al narcotráfico hondureño. “Las tres personas
fallecidas habían realizado recientemente una transacción de droga con
narcotraficantes hondureños”, dijo Díaz.
Según Díaz, los asesinos serían los
narcotraficantes hondureños Melvin Paguada y Pablo Galindo Zúñiga. El jefe
policial añadió que junto a los tres cadáveres la Policía encontró “dos fusiles
AK, una escopeta, siete cargadores para fusil y una mochila con 40 libras de
marihuana en la modalidad de óvulos”.
Ciudadanos de ciudad antigua piden
justicia por el asesinato de tres personas el el 6 de noviembre en la ciudad de
la magdalena comunidad de ciudad antigua. LA PRENSA/Roberto Fonseca
El oficio religioso en memoria de los
tres muertos de Ciudad Antigua fue oficiado por el sacerdote Santiago Aguirre.
LA PRENSA/ROBERTO FONSECA
El alcalde liberal de Ciudad Antigua,
Henry Quiñónez Marín, señaló que al Ejército y la Policía “se les está pasando
la mano”. “Esto no lo podemos callar, fue un asesinato”, dijo Quiñónez, quien
explicó que más de un millar de personas estaban en el entierro de los tres
fallecidos y que el pueblo no va a apoyar así a ningún delincuente. “Usted está
viendo que el pueblo está desbordado”, expresó.
Uno de los fallecidos, Mendoza Arriola,
era hermano de la vicealcaldesa Nelda Damaris Mendoza. “Mi hermano fue
atropellado por la Policía Nacional y por el Ejército”, indicó.
El exdiputado del PLI, Eliseo Núñez,
junto con otros opositores, se hizo presente en las honras fúnebres y refutó
las declaraciones del comisionado Díaz. “Lo que sabemos es que es un tema de
posiciones políticas de quienes fueron asesinados el día de ayer (domingo) y
los cuerpos fueron dejados tirados y que está claro que hubo involucramiento de
los cuerpos de seguridad nacionales (Ejército y Policía) y lo que ellos salen
declarando hoy (lunes) deja bien claro de que aquí hay una ejecución sumaria y
que la Policía y el Ejército tienen que aclararlo”, manifestó Núñez.
Wendy Elízabeth Mendoza Fajardo era la
esposa de Margarito Mendoza Sevilla. El domingo por la mañana él salió de la
casa, ubicada en la comunidad La Magdalena, y le dijo que iba a traer leña.
Pero nunca volvió. Se escuchó primeramente una explosión que, según los vecinos
del lugar, se trataba de una granada. Poco después se escucharon unos disparos.
Wendy Mendoza y la vicealcaldesa Nelda Mendoza explican que seguidamente los
pobladores vieron bajar al Ejército del cerro El Coyol, que fue donde
ocurrieron las muertes. Posteriormente llegó la Policía.
Reconoció al marido y al padre
Los policías luego llegaron adonde Wendy
para que fuera a reconocer el cadáver de su marido. Ella fue pero no solo
reconoció a él sino que también a su padre José Nahúm Mendoza. Ella, entre el
dolor y el llanto lo cuenta así: “Cuando me llevaron a ver a Margarito ahí
también estaba mi padre. Para mí fue duro encontrarlos a los dos, mis dos seres
queridos”.
Wendy hizo llorar a varias personas que
estaban escuchando su testimonio cuando cargó en los brazos a su hijo, Wilman
Gadiel, un niño de cinco años de edad a quien en los Pipitos le realizaron unos
exámenes en el cerebro. No le encontraron nada pero el niño no habla ni escucha
y tampoco puede mover un brazo y una pierna. “Dejaron a mi hijo sin padre.
Tanto que nos costó para que dejaran a mi hijo sin padre”, dijo Wendy,
partiéndole el corazón a las personas que estaban alrededor, ayer en la iglesia
de Ciudad Antigua.
Bernardina Arriola, de 72 años de edad y
Blas Mendoza, de 80, son los padres de José Nahúm. Él les había dicho hace
cinco meses que se había ido a El Salvador. Pero el domingo los llamaron para
decirles que su hijo era uno de los tres muertos. “El ejército dice que que lo
hallaron armado pero él estaba vestido de civil cuando entregaron el cadáver.
Me lo degollaron. Estaban acribillados”, dijo doña Bernardina.
Antecedentes
Don Blas Mendoza recordó que dos de sus
hijos, entre ellos José Nahúm, cayeron presos en 2012 porque participaron de
una protesta reclamando cédulas al Consejo Supremo Electoral (CSE) y luego
fueron dejados en libertad por mediación de monseñor Abelardo Mata. “Desde
entonces lo perseguían. De ahí viene esa cuestión. Ya había quedado choteado”,
dijo.
Ningún uniformado se hizo presente en
las honras fúnebres de los tres asesinados, ni la Policía ni el Ejército.
Ningún familiar de los muertos dijo que va a denunciar el caso. “Lo único que
vamos a hacer es enterrarlo, ¿qué vamos a hacer con este Ejército?”, dijo don
Blas antes del sepelio. “Lo único que podemos hacer es denunciar el caso ante
la comunidad internacional”, dijo el alcalde Henry Quiñónez.