Prensa. lanacionweb.com
Juan Camilo
González es un licenciado en turismo quien años atrás sobrevivía de su
profesión en Venezuela. La crisis del vecino país lo dejó sin trabajo y tomó la
decisión de buscar una mejor calidad de vida fuera de su país natal.
Con 27 años de
edad llegó a Bucaramanga con un pasaporte de turista, que no le permite
trabajar en lo que conoce o en cualquier otro empleo legal. Como no tiene los
documentos en regla, a este profesional venezolano le toca laborar en lo que
salga, explica el portal web del diario Vanguardia de Santander, Colombia.
A González le ha
tocado trabajar como ayudante en plazas de mercado o en obras de construcción
para poder conseguir lo de comer.
No roba ni
consume drogas. Sin embargo, ha tenido que dormir en el parque Centenario,
confundiéndose entre el caos y el peligro que genera este sector de la ciudad
en la noche. Los 10 mil pesos que se gana al día solo le alcanza para comida y
no para alquilar una habitación.
Juan Camilo
González tiene un título universitario, pero ni en los restaurantes de
Bucaramanga lo contratan, pues su actual situación económica ha desmejorado su
aspecto. Dormir en la calle le pasó factura en apariencia personal.
Así lo certifica
la vocera de los venezolanos en Bucaramanga, Alba Pereira, quién conoció la
historia de Juan Camilo González y la de muchos de sus connacionales, quienes
vienen de Venezuela con sus ahorros en bolívares pero al cambiarlos a pesos
colombianos no les alcanza ni para una pieza en una residencia.
Para este
licenciado en turismo venezolano es difícil acceder a las ayudas de la alcaldía
de Bucaramanga, ya que ante las autoridades de migración es un ilegal. La crisis en Venezuela producto del Gobierno
de Nicolás Maduro ha hecho que sus habitantes emigren a ciudades colombianas.
De acuerdo a una
encuesta sobre condiciones de vida de venezolanos, elaborado por las
universidades Central de Venezuela, Católica Andrés Bello y Simón Bolívar, hay
9,6 millones de venezolanos que come dos o menos comidas al día con la
frecuente ausencia de proteínas en sus platos.
La conclusión es
radical: 82% de los hogares en Venezuela está en la pobreza.
“Erradas
decisiones” del mandatario Nicolás Maduro generaron una severa escasez de
alimentos y productos básicos enmarcada en una crisis económica que se refleja
en una inflación galopante, un índice que se percibe en los constantes aumentos
de los precios pero que se desconoce porque el Banco Central no ofrece datos actualizados,
reseñó la rotativa colombiana.
A esta realidad
se le suma el aumento de la violencia en el país vecino, que lo convierte en
uno de los más peligrosos del continente. Bucaramanga, por su cercanía con la
frontera, en los últimos meses acoge a venezolanos, que de forma irregular,
llegan a Colombia a buscar un mejor futuro. En la ciudad muchos terminan
trabajando “en lo que salga”.
Las noticias de
estos indocumentados tienen que ver con labores como trabajadoras sexuales y
empleados de oficios varios, sometidos en algunos casos a bajos salarios y sin
ningún tipo de seguridad social. En tal sentido la vocera de los venezolanos en
Bucaramanga, Alba Pereira, aseguró que ella ha contabilizado “cerca de 15
habitantes de calle” como Juan Camilo González.
“Llegan con su
cédula venezolana, motivados por la necesidad ante el desespero de ver a su
familia en una situación tan grave. (En Venezuela) ni siquiera se encuentran
medicamentos tan básicos como para la fiebre en niños o un frasco de insulina y
si se encuentran no alcanza el dinero. Y llegan a Colombia y sus bolívares no
alcanzan ni para un almuerzo”, comentó Pereira.
Esta situación
alarmó a la alcaldía de Bucaramanga. La coordinadora del programa habitante de
calle de la Secretaría de Desarrollo Social de Bucaramanga, Juana Patiño,
aseguró a vanguardia.com que han encontrado a “más de 20 venezolanos durmiendo
en los parques de la ciudad. No se sabe el número exacto de cuántos venezolanos
deambulan por las calles. Son más de 20, en lo que hemos podido localizar
porque se esconden a penas nos ven. Sin embargo, los mismos habitantes nos han
contado que hay muchos más”.
Esta cifra, que
no es exacta, dista mucho de los reportes que le han llegado al secretario de
Desarrollo Social de Bucaramanga, Jorge Figueroa, quien afirmó al portal web
que tiene conocimiento de “más de 80 venezolanos viviendo en la calle”.
Y aunque estén
sin dinero, enfermos, sin alimentos y sin techo, los venezolanos no pueden
recibir ayuda de la alcaldía de Bucaramanga. ¿La razón? Es ilegal. “Sin
documentos al día no podemos hacer nada
más que llevarlos a Migración Colombia. Si están enfermos o hay mujeres
embarazadas los atiende el Instituto de Salud de Bucaramanga, pero hasta ahí.
Lastimosamente no hay nada más que podamos hacer, porque hasta el Consulado de
Venezuela nos ha dicho que no cuenta con recursos para ayudar a sus
connacionales”, explicó la coordinadora del programa de habitante de calle de
Bucaramanga.
Esto mismo
aseguró Figueroa, que por razones humanitarias en el Hospital Universitario de
Santander solo se atienden a las venezolanas embarazadas indocumentadas, el
resto de venezolanos, para ser atendidos, deben tener los papeles en regla.
“Cuando las
mujeres tienen a su hijo, que se convierte en ciudadano colombiano, ya pueden
pedir sus papeles legales para quedarse acá. Pero la única manera que evita que
llamemos a Migración Colombia es que los venezolanos tengan ancestros
colombianos en primer grado de consanguinidad. Ahí si los podemos llevar a la
Registraduría para que legalicen su estadía y poder atenderlos con nuestros
programas ya como colombianos”, afirmó el Secretario.
¿Habrá otra
solución?
Alba Pereira,
una venezolana radicada en Bucaramanga hace más de 15 años, le contó a
vanguardia.com que ha intentando programar reuniones con la alcaldía de
Bucaramanga para ver de qué forma se puede abordar esta problemática que afecta
a sus compatriotas.
Según Pereira no
ha tenido respuesta favorable de la administración local. “Queremos que los
ayuden, primero a legalizar su situación, pero también a conseguir un trabajo y
a que se le pueda brindar una atención en salud a los venezolanos que están en
condición de calle, o a los adultos mayores que no tienen cómo sostenerse
económicamente”.
Para Juana
Patiño, este panorama preocupa tanto a la administración local que ya se
realizó un comité con Migración Colombia.
“Porque
sinceramente queremos ayudarlos, pero no tenemos poder jurídico para hacerlo.
¿Qué tal que yo atienda, con el programa de habitante de calle, a un venezolano
indocumentado y que esa persona resulte ser un delincuente buscado por el
Gobierno de (Nicolás) Maduro? Incluso Migración Colombia pidió a hoteles y
empresas transportadoras que negaran sus servicios a venezolanos sin sus
papeles en regla, porque es un área gris grande”, dijo Patiño.
“No queremos a
los Venecos”
La situación del
vecino país también levantó las alertas de una presunta xenofobia en
Bucaramanga. Según el secretario de Desarrollo Social de Bucaramanga, Jorge
Figueroa, más de cuatro líderes de barrios de la capital santandereana lo han
llamado para pedirle que “saquen a los venezolanos de la ciudad”.
A Figueroa le
han dicho que hay que sacarlos, “que nos están invadiendo. Sobre todo porque
llegan es a ‘rebuscarse’ la plata y ahí empiezan a quitarnos empleo o a ver
cómo sobreviven lo que genera el pensamiento de inseguridad y el recelo ante
los venezolanos”.
Por esta razón
el secretario pide solidaridad y “consideración, porque el algún momento el
abuelo colombiano se fue a Venezuela a buscar un futuro mejor y ahora son los
nietos los que están buscando ese futuro de nuevo en Colombia”, afirmó.
A este pedido se
une Alba Pereira, quien es consciente de que también han llegado a la ciudad
venezolanos con ‘malas intenciones’.
“La situación es
difícil porque todo proceso migratorio fronterizo conlleva a que salga gente
buena y gente mala. Cuando Venezuela fue potencia llegaba gente de todos lados,
y llegaba gente buena y mala, pero nos enfocamos en lo bueno, porque no podemos
quedarnos en lo malo” dijo la venezolana. Así mismo
agradeció a los bumangueses pues considera que son personas con un gran corazón,
sin embargo sí ha sentido muchos actos de xenofobia en la ciudad.
“No podemos ser
ciegos ante la realidad de que están llegando 3 o 4 venezolanos que la embarran
y dañan el trabajo que hemos estado realizando. Pero hemos sabido de
bumangueses que llaman a Migración Colombia porque sienten amenazado su
trabajo. Muchos empresarios prefieren al venezolano porque es más barato y no
le tiene que pagar seguro por no tener papeles”, contó Pereira.
* La identidad
del profesional venezolano fue protegida debido a su condición de ilegal.