Opinión. Héctor Ignacio Escandell Marcano
Se vino el domingo, se vino abril. Por
primera vez en lo que va de año la temperatura supera los 30 grados en Caracas.
¿Será por eso que se calentó la cosa entre los poderes?Las últimas 72 horas
pasarán a la historia del país -sin duda-, el Estado se descompuso de tal forma
que, con curita no se repara. Quizás necesitemos más insumos para recomponer la
máquina.
El viernes por la mañana -al ver el
zaperoco- hicimos el “Diccionario de la Democracia Venezolana”; intentamos
encontrar algún concepto que definiera el estatus actual del país y no
encontramos nada. ¡No hay parlamento! El Tribunal Supremo de Justicia voló -de
un plumazo- el último poder electo por la voluntad popular. De un carajazo se
esfumaron más de 14 millones de voluntades que expresaron su deseo a través del
voto.
Tal y como aquel abril de 2002, el
Estado volvió a ser golpeado. El ESTADO está chueco. Aunque el Presidente del
TSJ borre un párrafo, o dos, o tres; la Asamblea Nacional sigue sin funcionar.
Sin poder. Pero, hace mucho rato, otros estamos sin
poder. Los abuelos soltaron la mecedora y entre martes y jueves marcharon dos
veces para pedir -por amor a Cristo-, que les paguen el bono de salud y
alimentos que les aprobó hace un año el atado parlamento.
También están sin poder las escuelas de
Fe y Alegría que son la sopita de la delincuencia, esta vez le robaron el
medidor de luz al colegio Don Pedro, ubicado en San Agustín. Gracias al
malandraje más de mil chamos están sin luz, sin agua y sin clases.
Otros que están sin poder son los
trabajadores de la salud, el pasado 10 de marzo les anunciaron un aumento salarial
de 50% y ¿Qué creen?, No han visto ni un centavo en la cuenta. El
vicepresidente de la Federación Médica, Juan Correa me confirmó en una
entrevista que 15 mil médicos se fueron del país. Doctores sin poder.
En fin, el Estado venezolano es un
reflejo de su gente -esperolada y sin poder. Los habitantes de este país hoy
viven sin poder comer bien, sin poder vestirse bien; viven sin poder salir a
las calles sin miedo, sin poder comprar lo mínimo para vivir con dignidad.
El mundo pataleará y hará berrinche
pero, el Rey Nicolás seguirá en el trono, en su burbuja monárquica. Como buen
dueño de su coroto llamó a los súbditos y arregló el impace. Los amarró de un
palo barriga con barriga para que aprendan a convivir. Seguirán las marchas sin destino, seguirán
las protestas al aire. La Policía y la Guardia tienen como único objetivo
proteger al Rey; al dueño de un país sin Estado.
Esta es mi primera crónica en un país
sin Estado, en un sistema que no es democrático y la penúltima de mis 28 años. En el “Diccionario de la Democracia
Venezolana” dice que …El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y
las entidades políticas que lo componen es y será siempre democrático,
participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista
y de mandatos revocables”.
¿Es así nuestro país?
Pd: La Fiscal hizo lo que tenía que
hacer, aunque todo haya sido un sketch de la extinta Radio Rochela.
Héctor Ignacio Escandell Marcano