Prensa. efectococuyo.com
La
oposición suma 44 días –al 13 de mayo- de “resistencia democrática”, como la
MUD autodenominó las protestas convocadas. Desde que el Tribunal Supremo de
Justicia (TSJ) arrebató las facultades constitucionales de la Asamblea Nacional
y la oposición respondió con llamados a la calle, el conflicto político y la
confrontación entre civiles, cuerpos de seguridad y bandas armadas ha escalado.
La
dirigencia asegura que seguirá en la calle el tiempo que sea necesario para
lograr el cambio de Gobierno. Ante este contexto surgen dos interrogantes: ¿la
resistencia no violenta es efectiva? y ¿es la calle la última carta que puede
“jugarse” la oposición?
El
doctor en ciencias políticas y filosofía Alexis Alzuru señala dos elementos
clave para que una resistencia civil no violenta sea efectiva: primero, la definición
de objetivos claros y en segundo lugar, la credibilidad en el liderazgo.
“Aunque
hay una unidad de propósito en la oposición, que no existía antes, y lograron
dar un paso hacia adelante en términos de reunificarse, no veo objetivos
concretos y algunos dirigentes de oposición han comenzado a desarrollar
prácticas que se parecen a las que critican en el Gobierno, lo que atenta
contra los valores morales que debe tener el liderazgo para que sea respaldado
por el movimiento de calle”, señala.
El
analista se refiere a la noticia de la presunta muerte del preso político y
fundador de Voluntad Popular Leopoldo López -que resultó ser falsa y que
dejaron correr algunos sectores de oposición- como un elemento que desacredita
la resistencia civil no violenta. “La resistencia negra se mantuvo porque
Martin Luther King fue enaltecido por su compromiso moral. Lo que hicieron con
la muerte de López es un acto que lesiona la moral de la gente que arriesga su
vida en la calle, de los venezolanos que han perdido a sus familiares en
protestas”, manifiesta.
En
opinión del politólogo, la carta de la calle debe jugarse con unidad y
responsabilidad. “La oposición o va a una confrontación indefinida o construye
un escenario en el que, a partir de la presión de calle, se fijen metas
constitucionales, concretas y negociables; es decir, realizables. Si la
oposición insiste en elecciones generales, el conflicto se va a prolongar de
forma indefinida porque no creo que el Gobierno permita que sea realizable”,
apunta.
Pero
¿hay condiciones para el diálogo?: “No las hay ni las va a haber porque al
Gobierno le interesa el conflicto, pero deben ser creadas las condiciones
reales empezando por no descalificar a los mediadores internacionales como el
Papa Francisco o eliminar la narrativa que no criminalice la negociación y el
diálogo, porque sin estos dos pasos es difícil que se construya una salida
política”, subraya.
Advierte
que hay poca reflexión sobre el costo humano que han significado el conflicto.
“Cada venezolano tiene una microhistoria de desasosiego, desconcierto y dolor.
En esa microhistoria se juega el cambio social del país porque en función de
cómo reaccionen los venezolanos a ese dolor y a esas carencias van a resistir o
no en la calle”.
El
jefe del departamento de Estudios Políticos de la Universidad Metropolitana,
Oscar Vallés, plantea tres escenarios posibles en el país:
1.-
Acuerdan y sobreviven: En este escenario la oposición se enfrenta al riesgo de
perder credibilidad por intentar solución política negociada para restablecer
elecciones y marco institucional. La MUD deberá replantear su organización
partidista para que el acuerdo de una agenda electoral no se enfrente a la
agenda de la desobediencia.
2.-
La revolución prosigue y avanza: Caracterizada por la prioridad expansiva de la
dominación política, el desmantelamiento de la oposición, la radicalización
versus la censura internacional y la represión selectiva de líderes y
organizaciones políticas para cerrar los canales de diferimiento.
3.-
Un paso atrás y dos adelante: Se prioriza la colaboración entre la oposición y
el Gobierno. Se logra la convocatoria de elecciones limitadas y el mínimo
reconocimiento entre los poderes del Estado, con el posible costo de la
fractura de la MUD.
Vallés
alerta que los pasos que ha dado el Gobierno, incluyendo la convocatoria de la
Asamblea Nacional Constituyente, apuntan a que seguirá cerrando los marcos
institucionales con la inhabilitación tanto de dirigentes políticos como de
espacios de poder que controle la oposición, por ejemplo, la Asamblea Nacional.
En
este sentido, considera que la MUD debe seguir apostando a la resistencia no
violenta, pero evaluar los objetivos que busca. “El chavismo no esperaba que la
oposición mantuviera el respaldo popular que tiene porque hizo grandes
esfuerzos para introducir factores divisivos para debilitar las coalición
opositora”, expresa.
El
politólogo destaca que la resistencia civil no violenta contra autoritarismos y
regímenes tiránicos han sido históricamente exitosos. “El existo de estos
movimientos se caracteriza porque combinan tres tácticas: primero, las
protestas y concentraciones que buscan mostrar que no está solo frente a un
Estado opresor y que buscan debilitar a los aliados del Gobierno. Segundo, las
políticas de no colaboración con el régimen que pueden representarse en paros
cívicos o huelgas generales y que buscan dificultar la gobernabilidad; y
tercero, las tácticas de intervención no violentas como el “trancazo“. Se trata
de una intervención directa en el funcionamiento de la sociedad”, expone.
El
profesor concluye que la actuación dela Fuerza Armada (Fanb) es decisiva. “El
factor militar es fundamental. Si el sector militar asume posición
institucional, tendremos un nuevo panorama político este año. Este sería el
elemento necesario para llevar a cabo la transición”.