Prensa. efectococuyo.com
Cuando
la furgoneta entró al área de emergencias de la Policlínica Las Mercedes para
retirar el cuerpo de Miguel Castillo, las gargantas entonaron el himno nacional
como pudieron. Las lágrimas brotaban y las voces se quebraban la tarde de este
miércoles, 10 de mayo. El dolor no solo era de la familia: el llanto fue
compartido por igual entre los manifestantes que rodeaban el centro de salud.
“Se nos murió un hermano. Hoy estamos de luto”, gritó un joven con un escudo
con la Constitución impreso en él, “¡Esta muerte no puede quedar impune!”.
La
gente no quería dejar pasar a los efectivos a la clínica. A unas escasas cuatro
cuadras del centro de salud, manifestantes y fuerzas de seguridad seguían
enfrentándose a la altura del puente de Las Mercedes en la avenida Río de
Janeiro. Muchos no se podían ir ni queriendo. No tenían a dónde ir. Unas 40
personas aproximadamente se plantaron en la avenida principal para llorar a
Miguel Castillo, un comunicador de 26 años de edad.
“¡Asesinos!
¡Asesinos!”, le gritaban a los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones
Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) que fueron a hacer las
respectivas pesquisas. No se inmutaron. Siguieron caminando hasta entrar al
edificio. “¡Asesinos haciendo justicia!”, se burló uno.
Bomberos
en motos y camionetas iban y venían por la avenida. Médicos de Salud Baruta
también monitoreaban la zona, atentos a cualquier herido. “¿Por qué a él? ¿Por
qué no se podían morir ellos (los funcionarios)?”, decía un amigo del joven,
entre la rabia y la impotencia.
Un
funcionario del Cicpc mandó a llamar a los muchachos de la resistencia para
pedirles que dejaran entrar la furgoneta. En fila, un grupo cercano a 10
jóvenes pasó en fila a la emergencia de la clínica. Todos llevaban cascos, las
caras tapadas con franelas y escudos improvisados.
“Mientras
más tarde la furgoneta en entrar, más tardará la familia en llevarse el
cuerpo”, dijo el uniformado. Luego de un minuto de conversación, accedieron a
que entrara el vehículo. “¡Pero esta muerte no puede quedar impune!”, gritó
quien dirigía el grupo.
Según
uno de sus compañeros de la resistencia, Miguel Castillo era un joven valiente
y combativo. “Estábamos a la altura del elevado de Las Mercedes cuando
escuchamos unas detonaciones. Después lanzaron bombas lacrimógenas y no pude
ver nada. Luego vi que Miguel había caído en el piso”, contó un joven con la
cara cubierta.
Inmediatamente,
quienes se encontraban en el sitio lo llevaron hasta la ambulancia de Salud
Baruta que estaba cerca del Centro Venezolano Americano. Los médicos lo
atendieron y determinaron el diagnóstico fatal: un proyectil le perforó la
línea axilar anterior izquierda, muy cerca de su corazón. De ahí, lo
trasladaron hasta la Policlínica de Las Mercedes, donde llegó sin signos
vitales.
“Siento
una impotencia terrible. Están matando a los jóvenes. Nos estamos quedando sin
juventud. Basta de dictadura, de muertes”, pidió la tía de Castillo, María
Rebeca Vallenilla. Aún se desconoce qué objeto impactó al joven.
El
alcalde del municipio Baruta, Gerardo Blyde, calificó como “brutal” la
represión de los cuerpos de seguridad hacia los manifestantes y pidió a la
Fiscal General, Luisa Ortega Díaz, tomar
acciones contra del culpable de la muerte de Castillo.
Indicó
que Salud Baruta atendió 84 heridos este miércoles y denunció que los
funcionarios están disparando directamente a quienes protestan. “Hay otro joven
herido dentro de la Policlínica. Está fuera de peligro”, dijo. “No es justa
esta muerte. Así como tampoco fue justa la de Armando Cañizales”.