Opinión. cronicadelviernes.wordpress.com
Los
últimos acontecimientos políticos y sociales del país nos tienen como quien
espera con ansias el final de una película de acción y terror. Una historia con
más de dos horas en las pantallas de cada hogar y con virajes inesperados. Pero,
más que una película, los últimos cuatro años parecen una serie que simplemente
cierra temporadas. La primera comenzó con un final.
7
de octubre de 2012
El
inicio del fin de Hugo Chávez en la televisión. Su angustiosa desaparición de
las pantallas condicionó la política, el relacionamiento colectivo y alteró de
manera definitiva la cotidianidad del país.
La
segunda temporada sirvió para estrenar a un personaje –hasta entonces-poco
rechazado, y que determinaría el destino de la “Revolución”: “El Canciller”.
14
de abril de 2013
La
era Maduro comenzó con disturbios. En esta fase de la trama, su condición
humana se impuso al legado heredado y sus deficientes cualidades de liderazgo
provocaron todo tipo de rupturas dentro y fuera de las filas del Partido
Socialista Unido de Venezuela. El desencanto popular fue una consecuencia casi
lógica. Sin petróleo a cien, la serie no se puede mercadear igual.
12
de febrero de 2014
Esta
fecha marcó otro momento cumbre en el rodaje, la famosa “Salida”, de Voluntad
Popular y otros actores de reparto intentaron robarle el protagónico al ahora
Presidente Maduro, pero terminaron atornillándolo con mejores tuercas a la
silla presidencial. Sin embargo, aquella intentona, lejos de opacar el
descontento popular, resultó en un nuevo impulso que generararía, según los
votos, la mayor derrota del Gobierno en un proceso electoral.
6
de diciembre de 2015
Lo
que era, ya no es. Desde este día cambió la forma del Estado y las relaciones
entre los poderes públicos. El señor Ejecutivo modificó todo y se apertrechó
con los panas del Poder Judicial, el Poder Electoral y el Poder Moral. Todos
han hecho lo que el libreto dicta en escenas así: el primero declaró en
desacato a la Asamblea, el segundo desapareció todos los cronogramas
electorales y evitó cualquier iniciativa de medición popular; mientras que el
tercero, se hace el que no está y, cuando aparece, borra del mapa a
Gobernadores con sanciones e inhabilitaciones administrativas.
Sin
duda, esta fase de la serie se llama “improvisto”, o “como vaya viniendo vamos
viendo”.
Con
altos y bajos llegamos a 2017 y con él un nuevo punto cúspide, los
protagonistas ahora son varios y la escenografía también es la calle, no solo
las salas del tribunal y las oficinas del Consejo Nacional Electoral.
28
de marzo de 2017
Las sentencias 155 y 156 del Tribunal Supremo
de Justicia, que entre otras cosas eliminaban las competencias de la Asamblea
Nacional dejaron en evidencia las pretensiones de matar definitivamente la
voluntad de la audiencia. Por más “rating” que tengan algunos personajes,
siempre se impondrá la decisión del productor.
Desde
entonces, los venezolanos espectadores de esta serie de acción y terror, no se
despegan de sus asientos e intentan tomar partido de una historia que parecía
ajena. Treinta y nueve personas han muerto en esta última temporada, más de
1700 han resultado heridas y casi llegan a dos mil las personas detenidas.
El
reclamo sigue siendo el mismo de hace tres años: cambio de Gobierno. Aunque
ahora se suma el reclamo de la restitución del hilo democrático y la
posibilidad de hacer elecciones. Hay más reclamos, pero, estos dos parecieran
determinar el resto.
¿Cuándo
termina la película?, la respuesta carece de certezas, los últimos 45 días son
frenéticos y ojalá esta temporada termine sin más actores muertos.
Ojalá,
la historia finalice según la decisión de las mayorías. Ojalá, todo termine
según convenga a la paz y el progreso de un país sumergido en las profundidades
de la miseria.
La
Venezuela de hoy día es más que una película o una serie de ficción. Los que
padecen son más que actores y los que mueren más que simples extras de una
batalla. La dignidad del pueblo es más que un libreto y los representantes del
Estado más que simples protagonistas.
Pd:
Es en serio, el país es más que una tragicomedia. Merece un final feliz.