Opinión.
Wirmelis Villalobos
Venezuela se ha convertido en referencia
mundial, pero no precisamente por algo positivo, la desnutrición infantil
alcanzó niveles escandalosos. Según el informe presentado por Cáritas, nuestro
país registró hasta el mes de abril un 11,4 % de desnutrición infantil, que se
evidencia en casos tan graves, que hay infantes que perdieron aproximadamente
el 60 % de su peso. Es una crisis, según los parámetros de la Organización
Mundial de la Salud.
Por otro lado, la Sociedad de nutrólogos
de Venezuela alerto que en el país existe un 20% de desnutrición infantil en
hospitales, así lo dijo la doctora Libia Machado, en este caso los más
afectados son niños menores de un año.
En agosto del 2016, la historia de Royer
Machado, -el pequeño de 18 meses que murió de hambre en el barrio Las
Trinitarias, de la Parroquia Francisco Eugenio Bustamante, de Maracaibo- ocupó los titulares de los medios
de comunicación del país y movió las fibras de todos los que pudimos conocer su
situación.
Royer vivía con su mamá y sus seis
hermanos, su madre es una mujer que no cuenta con el apoyo del padre de su hijo
para la manutención. Ella es una humilde señora que se dedica a limpiar casas
para llevarle el plato de comida a sus hijos, pero en esa oportunidad la cosa
se le puso difícil y fueron tres días los que pasó sin poder ofrecerle nada de
comer a su bebé. Le daba agua y lo arropaba con una cobija para que durmiera y
no llorará de hambre pero, el sábado 20 de agosto Royer no despertó.
La autopsia reveló que el niño murió por
una desnutrición severa, ¿Qué se le puede decir a una mujer que pierde a su
hijo por no poder alimentarlo?, que mira a la cara al resto de sus hijos para
buscar fuerza y seguir adelante, ¿Cómo hacer para que esa historia no se siga
repitiendo en las barriadas humildes y abandonadas?
Las autoridades han resaltado que
últimamente los niños que fallecen presentan algún grado de desnutrición,
aunque esa no sea la causa de muerte.
Nos estamos enfrentando ante una
realidad que afecta a toda la familia y en especial a los más pequeños. Susana
Rafalli, nutricionista, experta en seguridad alimentaria y colaboradora de la
Fundación Bengoa resaltó que, en Venezuela hay una crisis severa de seguridad
alimentaria, que en algunos puntos ya se manifiesta como emergencia nutricional
en los grupos de población más vulnerables, como niños, mujeres embarazadas y
personas con enfermedades críticas.
Como recomendación, la nutricionista
Susana Rafalli dijo que, en el núcleo familiar se debe priorizar la
alimentación de los niños menores de dos años, mujeres embarazadas y personas
que no puedan alimentarse por sí mismos; aunque eso implique sacrificar el
bienestar de otros.
Ante esta realidad, ¿Cómo hacer para
garantizar el acceso a los alimentos en las zonas más desasistidas?, ¿Cómo
hacer para que una madre que se dedica a limpiar casas para poder dar a comer a
sus hijos pueda comprar comida con los 4000 o 5000 bolívares que se gana por
día?, ¿Cómo hace?, cuando el costo de un paquete de harina comprada a los
“bachaqueros” está entre 5.000 y 6.000, ¿Qué alimentación pueden recibir los
más pequeños de la casa?, ¿Cuántas veces al día pueden comer?, de verdad, haga
usted el ejercicio, saque cuentas y trate de responder con sinceridad.
Ante un escenario tan raquítico, ¿Qué
futuro le espera a Venezuela si seguimos alimentando de la peor manera a los
niños?, hay bajo rendimiento escolar, pocas fuerzas para practicar deportes, y
pare usted de contar.
Como consecuencia natural a la falta de
comida en las casas, se incrementó el índice de ausencia escolar, y por si
fuera poco, las mamás optan por dejar dormir hasta tarde a sus hijos para
ahorrarse un plato de comida. A los padres les toca comer generalmente una vez
al día, afortunados aquellos que pueden comer dos veces al día en los barrios
de Venezuela.
¿Acaso están condenados los niños
venezolanos a la desnutrición?
En 2017 también aumentó las cifras de
niños abandonados en las calles. Hace poco conocí la historia de una maestra
que con mucha tristeza contaba como una representante le ofreció que se quedará
con su hijo, que lo cuidará como si fuera suyo porque ella no tenía como
mantenerlo. Esa madre es un ejemplo de las muchas que hoy no pueden ni costear
su alimentación. Apenas, está es solo una historia de las muchas que hay en las
calles de Venezuela.
Mientras tanto, cierro el relato y sueño
con una Venezuela que no tenga niños en la calle, sueño con un futuro próspero
para todas y todos. Espero, ojalá, poder disfrutar cada día de la sonrisa
tierna e inocente de los pequeños y poder decir: ellos son el futuro de
Venezuela.
Wirmelis Villalobos