Prensa. elestimulo.com
Caminaron
durante semanas para conectar a Barquisimeto y Caracas. Convencidos de que
ganarán la gran batalla contra lo que ellos aseguran es una dictadura,
arriesgaron su salud para condenar la política y la represión del gobierno
venezolano.
Desde
el principio parecía una idea descabellada, pero poco a poco agarró color y se
ganó el apoyo de la sociedad civil, de varios diputados de la Mesa de la Unidad
y otros políticos. Son conocidos como “Los Caminantes”, “Los estudiantes de
Barquisimeto”, “El gremio estudiantil” o “Los jóvenes que caminaron por 13 días
para llegar a Caracas”. ¿El Motivo? Exigir que sean respetados los derechos que,
aseguran, les han quitado como ciudadanos y jóvenes.
Se
trata de al menos 120 estudiantes, provenientes de distintas partes del
interior. La iniciativa empezó con Wilmer Torres, estudiante del decanato de
ciencias veterinarias de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado
(UCLA) y técnico superior agropecuario de esa misma casa de estudios.
“Todo
inició por la situación del país. Ya iban más de 60 días de protesta y seguían
cayendo jóvenes y estudiantes injustamente. Un día me llama mi hermano y me
dice que nos vayamos caminando hasta Caracas, que teníamos que hacer algo al
respecto”, recuerda Wilmer.
Torres
tuvo que convencer a 15 estudiantes más para que los acompañaran en lo que
muchos calificaban como una locura. “Hablamos con gremios, colegios, cámaras de
comercio, con la Alcaldía de Iribarren, el gobernador de Lara (Henri Falcón),
la MUD y sus diputados, la sociedad civil… o sea, le pusimos de todo, pero al
principio no nos querían apoyar”, asegura el estudiante de veterinaria.
Por
la ausencia de apoyo, la cifra inicial de manifestantes era de 15. Muchos les
advertían sobre los peligros que podrían atravesar durante la misión, “pero le
dijimos a todos que con o sin su apoyo, íbamos a salir. Que no les estábamos
pidiendo permiso, sino apoyo”. Luego de que aquel pequeño grupo de estudiantes
se pronunciara frente a la sociedad civil y a los políticos, con la convicción
de fijar una fecha y salir a caminar, más jóvenes se sumaron. El número quedó
en 33. Coincidieron en que se trataba de
una cifra redonda porque representa el año de Cristo, “ese era el número
perfecto para empezar”.
“Esta
actividad tiene varias patas; la componen “Los Caminantes”, el grupo de logística,
de Cruz Verde y la sociedad civil. Sin ellos, no hubiésemos llegado tan lejos”,
asegura Torres. Varios de los que se adhirieron sufrieron lesiones en las
rodillas y consecuencias más graves, como una estudiante de la UCLA, que perdió
los dientes frontales a causa de una bomba lacrimógena que le rebotó en la
boca. Eso sucedió durante la represión en la entrada del túnel de La Cabrera. “Pero
no pasó ni un minuto para que viniera la sociedad civil a ayudarla. Ahí está,
sana y salva y con sus dientes nuevos, gracias a su apoyo”, recuerda el joven.
Otros
compañeros perdieron las uñas, desarrollaron problemas renales, estomacales y
de tensión, “porque nosotros no somos deportistas, somos estudiantes”, explica
Torres. La idea, aseguran “Los Caminantes”, es reavivar la llama del pueblo, “no
dejar que se apaguen las ganas de luchar y demostrar con actos pacíficos que
podemos hacer uso de nuestros derechos constitucionales”.
Una
decisión difícil, un viaje enriquecedor
Al
inicio, existían dudas por los riesgos. Tal es el caso de Andrés Peña,
estudiante de quinto semestre de la UCLA, quien estuvo a punto de no asistir
con sus compañeros: “De la noche a la mañana tuve que decidirme en contra de la
voluntad de mi mamá. Ahora tengo su apoyo, y a pesar de haber vivido lo del Túnel
de La Cabrera, la experiencia ha sido tan enriquecedora, que vale la pena”.
Por
su parte, Alessandra Lo Tauro, quien siguió la ruta de sus compañeros, jamás
imaginó que tendría que devolverse a velar la muerte de uno de sus mejores
amigos, Nelson Arévalo, quien fue víctima de la represión.
“Hace
unos días mataron a uno de mis mejores amigos en Barquisimeto. Por eso tuve que
hacer una parada y devolverme a mi ciudad. Estas son el tipo de cosas que te
destruyen el ánimo. Me gustaría creer que la voluntad de Dios es esa, pero es
que estoy segura que no es su voluntad que todos terminemos asesinados por este
gobierno”, declara la estudiante de ciencias políticas de la Universidad Fermín
Toro.
La
disposición de Alessandra, como la del resto de los estudiantes que han
caminado 380 kilómetros para demostrarle al país la fuerza con la que se
aproximan, es apenas una muestra de los objetivos que el grupo, ahora de 120
caminantes, desea cumplir. “Yo tuve una lesión en mi rodilla cuando jugaba fútbol
hace cuatro años. Esa lesión ahora se ha vuelto a manifestar debido a la larga
caminata, pero ni mi rodilla, ni un gobierno, ni nadie va a impedir mi voluntad
de luchar. Mi decisión está aquí, yo no quiero irme a ningún lado. Mi lugar
favorito del mundo está en Venezuela y no voy a dejarlo ir solo porque a un par
de soberbios les da la gana de continuar en el poder”, expresa la estudiante de
19 años.
Dioselys
Martínez es estudiante de tercer año de medicina en la UCLA y es coordinadora
general de los primeros auxilios de esa universidad, conocidos como Cruz Verde.
La joven cuenta que antes de salir, muchos tenían miedo y que para ese entonces
el saldo de muertos era lo suficientemente alarmante, por lo que no era extraño
que se sintieran vulnerables. “Teníamos
muchas expectativas con el viaje y mucho miedo. Pero al pasar los días crecían
las esperanzas y la energía de los chamos también. Eso fue lo que nos ayudó a
que siguiéramos caminando. Nos hemos convertido en una gran familia y queremos
seguir creciendo”.