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SALUDO
DE LA PRESIDENCIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL VENEZOLANA AL SANTO PADRE
FRANCISCO CON MOTIVO DE LA AUDIENCIA CONCEDIDA EL DIA 08 DE JUNIO DE 2017
Santo Padre:
Los Obispos de Venezuela, por nuestro
intermedio, le saludan fraternalmente, le reiteran la total adhesión a su
persona y magisterio y rezan cada día pidiendo a Jesucristo que sus palabras y
gestos de Pastor Universal revelen a todos los hombres y mujeres la
misericordia del Padre Celestial. Nuestra obediencia a su persona no es sólo
afectiva y guiada por la empatía latinoamericana sino de carácter teológico y
sacramental. No es discutible, y la explicitamos con la fórmula latina Cum
Petro et sub Petro. Cualquier otra interpretación es falsa y malintencionada.
De aquí que hayamos recibido con profunda estima y sincera complacencia su
fraterna y honrosa carta del pasado 05 de mayo dirigida a todos los Obispos,
como su continua preocupación referida a Venezuela.
El Episcopado y toda la Iglesia en
Venezuela le agradecen su manifiesta preocupación por el destino democrático de
nuestra nación y el prolongado y creciente sufrimiento a que ella está
sometida. Hoy en Venezuela ya no hay propiamente un conflicto ideológico entre
derechas e izquierdas o entre "patriotas" y "escuálidos"-
todo esto pasó a un segundo o tercer plano- sino una lucha entre un Gobierno
devenido en dictadura, autorreferencial que sólo sirve para sus propios
intereses y todo un pueblo que clama libertad y busca afanosamente, a riesgo de
las vidas de los más jóvenes, pan, medicamentos, seguridad, trabajo y
elecciones justas, libertades plenas y poderes públicos autónomos, que pongan
en primer lugar el bien común y la paz social.
La Conferencia Episcopal se ha dirigido
repetidas veces al Gobierno y hace apenas dos semanas se ha reunido e
intercambiado con sus representantes más calificados algunas propuestas sobre
la ayuda humanitaria. La esperanza de que Caritas Venezolana, a más de la
amplia labor que realiza ordinariamente, pudiera servir de instrumento para que
al menos las medicinas lleguen a tiempo y sin exclusiones a todos los
ciudadanos, no se ha perdido; pero las condiciones que establecen los
ministerios y otros organismos encargados de la salud y nutrición son tales y
tantas que el camino se hace cuesta arriba y está sembrado de obstáculos.
Por otra parte, el Episcopado venezolano
ha juzgado innecesaria, desigual desde el punto de vista social y, en
consecuencia, inconveniente y peligrosa, la iniciativa presidencial de una
Asamblea Nacional Constituyente, convocada sin consultar la libre opinión del
pueblo de manera directa y universal, mediante un previo referéndum consultivo.
Esta Asamblea, prevista para fines del próximo mes de Julio, será impuesta por
la fuerza y sus resultados serán la constitucionalización de una dictadura
militar, socialistamarxista y comunista, la permanencia ilimitada del actual
Gobierno en el poder, la anulación de los poderes públicos constituidos,
particularmente de la actual Asamblea Nacional, representante de la soberanía
popular, el aumento de la persecución y exilio de los opositores al sistema
político dominante y la ampliación de las facilidades para la corrupción de los
gobernantes y sus adláteres. De aprobarse, no se descartan mayores controles a
la libertad de expresión, incluso a la libertad religiosa, y mayor represión
para la ciudadanía. Por estas y otras razones la Conferencia Episcopal
Venezolana rechaza categóricamente la instalación y desarrollo de dicha
Asamblea Constituyente, de carácter comunal y excluyente.
La imposición de este formato de
Asamblea es también la negación por parte del actual Gobierno de un propósito
de diálogo verdadero y eficaz. Para la Conferencia Episcopal, diálogo en Venezuela
quiere decir hoy consultar la libre opinión del pueblo soberano de respetar
seriamente el resultado de la consulta. Pero el diálogo en nuestro país debe
tener, no como condición sino como punto de partida o presupuestos de real
eficacia, los Acuerdos alcanzados, pero no cumplidos, en la sesión de Diálogo
del treinta y treinta y uno de Octubre del año pasado, oportunamente demandados
por el Secretario de Estado Vaticano, Su Eminencia Cardenal Pietro Parolin, en
su carta enviada al Gobierno y a la Oposición el 01 de Diciembre de 2016.
Santo Padre, nuestro pueblo sufre cada
día más. Hoy, aunque el tema noticioso es la Asamblea Nacional Constituyente,
la situación social no ha mejorado. Continúa el desabastecimiento de alimentos
y medicamentos con el agravante de la poca accesibilidad económica de los
venezolanos; va aumentando la desnutrición infantil y nuestros enfermos se nos
mueren. La brutal represión en las protestas por parte de los órganos de
seguridad del Gobierno ha cobrado más de sesenta vidas jóvenes. Son escenas muy
dolorosas que hemos vivido en los dos últimos meses.
Los Obispos, Sacerdotes, Consagrados y
Consagradas, y los laicos, estamos hoy en Venezuela más unidos que en otros
tiempos, procurando dar un testimonio creíble de fe, esperanza y caridad, de
pobreza, solidaridad y oración. Nunca antes se había hecho tanta oración en
Venezuela como ahora. El santo pueblo fiel quiere al Papa y reza más por él.
Rezamos también por su próximo viaje al hermano país de Colombia.
Santo Padre, la Iglesia en Venezuela
camina con Usted. Nada ni nadie la apartará de su cayado de Pastor. Los Obispos
valoramos como altamente positivos sus mensajes dirigidos a los pastores de la
Iglesia, a los gobernantes, a la dirigencia política y a todo el pueblo.
Necesitamos su palabra orientadora, aun a riesgo de que en algún momento pueda
ser mal interpretada Ella es siempre para nosotros fuente de consuelo y
esperanza.
Agradeciendo inmensamente, Santo Padre,
que nos haya recibido, Pastores y fieles de Venezuela le pedimos que nos dé su
santa bendición.
Muchas gracias.