Prensa. elestimulo.com
La pobreza y las muertes en la infancia
comprometen el presente y el futuro de América Latina y el Caribe, por lo que
los países deben reaccionar con ambiciosa voluntad para erradicarlas, afirmó la
directora regional de Unicef, Marita Perceval. Perceval, de nacionalidad
argentina, expuso en una entrevista con Efe en Bolivia, las cifras de la
realidad de la niñez golpeada por la pobreza, la exclusión educativa, las
muertes por causas evitables, la desnutrición y la violencia.
El mundo asumió en 2015 los objetivos de
desarrollo sostenible para dar fin a esos males, que en Latinoamérica están
presentes sobre todo por el “empecinamiento” de la desigualdad y la violencia. “Esta
ambiciosa voluntad de la comunidad internacional tiene que plasmarse en cada
uno de nuestros países y Estados en una América Latina y caribeña que, como
saben, no es la más pobre en términos de población, pero somos la más desigual”,
afirmó Perceval, junto a su representante en Bolivia, Sun-Ah Kim Suh.
Latinoamérica es la región del mundo que “más
desiguala” a la niñez y la “más violenta para los niños” no porque tenga
conflictos armados, sino por la violencia sufrida en sus hogares, lamentó. Perceval
abogó por analizar con “responsabilidad sincera” y no con “desesperación
pesimista” las cifras de los daños a la niñez, que cita para reiterar la
necesidad de que los países, en el contexto de la crisis económica, sean más
eficientes y no hagan recortes al cumplimiento de los objetivos dedicados a la
infancia.
América Latina y el Caribe tiene 195 millones de
niños, niñas y adolescentes, de los que 70 millones viven en pobreza, sobre
todo en las zonas rurales y los entornos periurbanos, explicó. Cada año se
registran 196.000 muertes de niños menores de cinco años, la mitad en los
primeros 28 días de vida. Asimismo, 6,3 millones de inmigrantes son menores
de 18 años y cada vez más migran por cuenta propia huyendo de la pobreza y la
violencia.
La exclusión educativa afecta a 14 millones de niños
y en el área del cambio climático hay 13,4 millones que viven en zonas de
riesgo de sequía y 13,1 millones en lugares de potenciales inundaciones. Sobre
la violencia en la región, 25.000 niños y adolescentes son víctimas de
homicidios cada año y 1,1 millones de jóvenes mujeres sufren violencia sexual,
según citó, entre los datos más alarmantes.
Además, 6 millones de niños menores de cinco años
sufren desnutrición crónica y 3,9 millones padecen sobrepeso; hay 32.000
menores de 15 infectados con VIH y 200.000 entre los 15 y 24 años. Perceval enfatizó que es posible avanzar mucho más
para cambiar esas realidades, para mejorar la nutrición como lo hizo Bolivia en
los últimos años o para acabar con la transmisión vertical del VIH de madre a
hijo como sucedió en Cuba, según destacó.
A su juicio, aunque hay grandes diferencias entre
los niños de un país y otro, y de un continente a otro, lo que causa “una
profunda desazón” son las desigualdades arraigadas dentro de una misma nación. En ese sentido, llamó la atención sobre zonas de
un país de “altísima prosperidad, que parecen del ‘primer mundo’ y los espacios
de miseria, abandono, que parecería que Dios por allí no pasó”.
Para que los compromisos con la comunidad
internacional “no sean un papel mojado, sino proyectos de vida concretos
realizables”, señaló que en los países hay que trabajar más y llamar la atención
sobre lo que falta por hacer, a la vez que destacar lo avanzado.
Apuntó que durante su visita a Bolivia habló con
varias autoridades, entre ellas el vicepresidente del país, Álvaro García
Linera, y percibió que reconocen la necesidad de hacer más. “Ninguno nos dijo
las cosas están todas bien. Creo que es también como uno se aproxima para con
respeto decir las cosas se pueden hacer mejor y hay cosas que no están haciendo
y que se deberían hacer”, sostuvo la funcionaria internacional.
Además, destacó la importancia de que no solo el
Estado haga su trabajo, sino también las familias para frenar la violencia
contra niñas en sus propios espacios de convivencia o con la participación de
empresarios cuando hay explotación laboral. En este último sentido, destacó un proyecto que
permite a los empresarios de la zafra de Bolivia lograr una certificación de
producción cuando evitan la explotación de la niñez y adolescencia en la
recolección de la caña de azúcar, algo que antes era común.
Sobre la necesidad de no hacer recortes en
Latinoamérica para los temas de infancia, Perceval concluyó que “avanzar lleva
años, retroceder un instante”, pero si un Estado decide hacerlo está decidiendo
sobre “el presente y el futuro de un país”.
“Creo que la mayoría plena de los pueblos y gobiernos de nuestra región
no quieren retroceder, pero si hay que reconocer que está costando más avanzar”,
finalizó