Prensa. lanacionweb.com
Después
de la intermediación de la Universidad de Los Andes para fumigar la Casa Hogar
Medarda Piñero contra insectos en las camas, que picaban a los ancianos
residentes, las autoridades de la institución quedaron satisfechas porque lograron
terminar con los animales; no obstante, la institución requiere el cambio de
colchones para garantizar aún más la sanidad.
Sor
Zaida Rufina Mora Vivas, directora del geriátrico, dijo que necesitan “hacer
cambio de colchones, porque están deteriorados, sucios, muchos ancianos han
hecho sus necesidades en los mismos cuando han estado enfermos, por mucho que
uno les ponga plásticos y tome precauciones”.
—
Algunos colchones vienen forrados, como el de las camas clínicas, pero estos
colchones no, ya llevan mucho tiempo en uso, años, están sucios y deteriorados
y esas condiciones hacen que los animalitos se posen ahí y queremos cambiarlos
—dijo la religiosa.
Recordó
que las hermanas de la congregación “Hijas de los sagrados corazones de Jesús y
de María”, conocidas comúnmente como las hermanas Ravasco, por el apellido de
la fundadora, Eugenia Ravasco, trabajan en el estado Táchira desde hace más de
40 años en esa casa, regida por la Sociedad San Vicente de Paul, donde viven
cuarenta y tres adultos mayores.
—
La mayoría de ancianos que aquí residen son mendigos, de la calle, que han sido
abandonados por su familia; este es el hogar de ellos, aquí no pagan nada, pero
esta casa puede seguir adelante gracias a la providencia de Dios y a la ayuda
de los tachirenses, que colaboran –dijo sor Zaida, quien tiene la colaboración
de las hermanas Rosalía Macías Meza y Nora Oliveros-.
De
allí que precisó la necesidad que tienen de los colchones, específicamente el
tamaño, para que no les vayan a llevar algo que no le quede a las camas.
Informó que son treinta colchones para camas de un metro por un metro noventa;
11 camas de 90 centímetros por un metro 90; dos camas de 80 centímetros por un
metro 90; y seis camas de un metro cinco centímetros por un metro 95.
Al
reiterar la petición de ayuda, recordó que “esta casa subsiste gracias a las
colaboración y bondad de las personas, vivimos gracias a la Providencia, porque
no contamos con una ayuda fija, sino con lo que la gente vaya trayendo; si
traen once sardinas, las reunimos para hacer un día sardinas, si llegaron
pollos, los vamos reuniendo para ver cuándo comemos…” –finalizó-.
Marina
Sandoval Villamizar