Crónica. Por: ALJER
¿Y
ese Brujeador, qué especie de persona es? –volvió a interrogar Luzardo. –Piense
usted lo peor que pueda pensar de un prójimo y agréguele todavía una miajita
más, sin miedo de que se le pase la mano –respondió el bonguero–Uno que no es
de por estos lados. Un guate, como les decimos por aquí. Según cuentan, era un
salteador de la montaña de San Camilo, y de allá bajó hace algunos años,
descolgándose de hato en hato, por todo el cajón del Arauca, hasta venir a
parar en lo de doña Bárbara, donde ahora trabaja. Porque, como dice el dicho:
Dios los cría y el diablo los junta (…). Con decirle que es el espaldero
preferido de doña Bárbara... (1929-p.06)
Así
se describe al personaje Melquiades Gamarra, en la obra cumbre del caraqueño
Rómulo Gallegos Freire (1884-1969), máximo representante de la corriente
regionalista costumbrista venezolana y, uno de los más grandes escritores
latinoamericanos de todos los tiempos. Pasan los años y décadas y, la obra
literaria sigue cautivando a
soliviantados lectores que se sumergen en las exactas y bien descritas escenas
de aquel mundo lacero de principios del siglo pasado. En la sinopsis sus
personajes secundarios: Balbino Paiba, Juan Primito, Mujiquita, Mister Danger,
Lorenzo Barquero, Pajarote y María Nieves, son las representaciones leales y
simbólicas de una sociedad inhumana, insensible ante la corrupción, gestante de
despotismo, carente de libertad, llena de injusticias, generosamente
supersticiosa y sedienta de civilización.
En
referencia a Melquiades Gamarra (El Brujeador)
este subrepticio personaje fungía como el mandadero de la Doña para
ejecutar fechorías y crímenes, a la vez de ser su fiel gatillo en momentos de
apremio. Sobre este ficticio nominal se ciernen conjeturas que pudiesen
demostrar la inclusión indirecta en la novela del recordado Guate García
Camacho, hábil ganadero de Guasdualito de las dos primeras décadas del siglo
pasado, cuyas gestiones de compra y venta de ganado lo llevarían a recorrer la
vasta geografía alto apureña, convirtiéndose en poco tiempo en el principal
socio y gestor de Francisca Vázquez de Carrillo, ganadera elorzana dueña de
los hatos Mata de Totumo y Menoreño,
mujer que inspiraría a Don Rómulo Gallegos (por reláficas contadas a este por
Antonio José Torrealba) a escribir su
Doña Bárbara.
En una época escabrosa llena de dificultades
de todo tipo, la principal actividad económica en el Alto Apure para ese tiempo
era la venta de ganado, acción fructuosa pero incordia que se iniciaba con el
cruce de lotes reses por el viejo paso La Manga del Río, para luego transitar
más de 300 Kilómetros por recuas infernales, partiendo desde Periquera
(Guasdualito), vadeando las sabanas de "El Caimán", con pernocté
en Boca de Monte y de allí rumbo a la Montaña de San Camilo, el total de
travesías antes del destino final eran 32;
una verdadera odisea resultaba este difícil tránsito, solo expertos
baquianos, arreadores y cagones eran los solicitados por portentosos ganaderos
como Manuel Fuentes, José Natalio Estrada Utrera (El Pan de Arauca) Daniel
García, Juan Bruno Espinoza, Francisca Vásquez, por solo mencionar algunos,
para enrumbar el ganado hacia La Concordia (Táchira).
De vuelta a los personajes principales de esta
reláfica. A Francisca Vázquez de Carrillo, la creencia llanera de la época
la refiere como una mujer con poderes
sobrenaturales, muy acaudalada, perspicaz y hombruna, que había establecido
su pacto con el maligno a cambio de
grandes riquezas, aún persiste la creencia que antes de su muerte viajó al Hato
La Trinidad de Arauca (Elorza) en compañía de dos peones como arreadores de
tres mulas cargadas con sacos de
morocotas, a estos infelices compañeros,
los despacharía luego de haber hecho ellos mismos una moderada excavación para
sepultar el codiciado tesoro, quedarían sembrados con las alforjas,
desconociéndose hasta el día de hoy el
sitio exacto del entierro.
Empiezan
las conjeturas. Algo realmente cierto es que Gallegos por recomendación de sus
alumnos Juan Salerno y Félix Barbarito, se dirige en el año de 1927, a las
entrañas del bajo Apure (Cunaviche) a tratar de solventar una crisis de
inspiración literaria. Conocería a Francisca Vásquez de Carrillo solo por
referencias de terceros, pero eso bastaría para que inmediatamente recopilara
la información necesaria para su excelsa y exitosa obra. Quien realmente
conocería a La Doña, sería el legendario Antonio José Torrealba, caporal el
Hato La Candelaria (Paso Arauca), cuyas inquietudes literarias ignotas
sorprenderían al novelista, igualmente este otomano conocería en forma
afectuosa a Francisco García Camacho, mejor conocido como el Guate García. No
es de extrañar entonces que, el cunavichero le haya hecho referencia a Gallegos
sobre el ganadero desaparecido misteriosamente en la Montaña de San Camilo, y
este a su vez lo haya incluido con el nombre de Melquiades Gamarra en el
argumento literario.
Un
pasaje no convencional, quizás olvidado, y que alimenta la hipótesis es el
hecho que Francisca Vázquez (Doña Bárbara) visitó en varias ocasiones a Guasdualito
a bordo de los vapores Arauca y Meta, en otra ocasión llegaría por tierra con una inmensa caravana de ganado que
entregaría en convenio al Guate García
Camacho, para que este transara la venta en el Táchira. Incluso según la
fontana oral: don Daniel García llegaría a venderle a la guaricha dañera cientos de reses, los
cuales la mujer pagaría sin parsimonia
con varias talegas de morocotas. Conocido era que la Doña contaba siempre con
una barrica colonial repleta de oro, y
que al momento de efectuar pequeños pagos usaba una totuma la cual llenaba al
ras para cancelar los compromisos. Para los más portentosos ganaderos de
Guasdualito, Francisca era claramente una misteriosa mujer que había hecho
fortuna a través de sus hechizos a un ganadero mencionado como Altuve Guerrero,
el cual había entregado el manejo de su propiedad a la dominante y hechicera
mujer, su fin seria el mismo de Lorenzo Barquero “El Espectro de La Barquereña”
dominado mortalmente por el embriagador potingue del dios Baco.
Don
Casimiro Delgado hombre de tantas hazañas e historias alejandrinas recordaría a
Francisco García Camacho en sus reláficas de la siguiente forma: “Francisco
García Camacho fue el hombre que empezó a comprar ganado. Les compraba a todos
y pagaba en efectivo, con morocotas y pesetas de cinco reales, porque no se
sabía lo que era el billete. García Camacho compró por muchos años. Luego se le
metió Jorge Villamizar, que era representante de la casa Blohm, pero él
compraba con la firma de Blohm, no compraba con el dinero en efectivo, les
dejaba un cheque y esas cosas. Entonces se retiró García. La gente se enguayabó
mucho porque despareció. (Sicum dixit)
El
profesor Oldman Botello, miembro de La Academia Nacional de La Historia, nos
aporta algo interesante respecto al personaje en investigación: “El Guate
García era realmente Francisco García Camacho, concubino de Francisca Vásquez,
de varios que tuvo, los cuales se aprovechaban de su escasa instrucción; este
García en una noche se vendría de Mata de Totumo con una cantidad considerable
de reses vía Guasdualito, para luego enrumbarse hasta San Camilo, cuando la
posterior doña Bárbara de Gallegos se enteró por un peón de lo sucedido,
exclamaría iracunda: Ese no va allegar muy lejos, mordiendo el borde de su medallón: En efecto se desbarrancaron con
todo y ganado no encontrándose nunca el cuerpo de García Camacho, por eso y más
era su fama de dañera o bruja (sic).
La
versión de Botello coincide con lo afirmado con anterioridad por Luis Alberto
Crespo, en su libro "Llano de Hombres” y con la traslación de Carlos M.
Laya en: Del Apure Histórico; en los cuales se menciona a un García como el
infortunado vendedor de ganado tragado por la misteriosa Selva de Camilo por
causa de un fraudulento trance con Francisca Vásquez. Conocido es que el poeta
y abogado Andrés Eloy Blanco en su
pasantía por el Apure, le prestaría sus servicios como representante legal, el
autor de Píntame Angelitos Negros, plasmaría la siguiente descripción de la
guaricha hechicera: “A pesar de sus carnes, doña Pancha era un jinete
extraordinario; y la pistola en sus manos era prolongación de un ojo. Sin
detener el gran caballo piñalero al galope, tendió el brazo, disparó y arrancó
en vilo, del tope de una palmera seca, un gavilán ‘cari-cari’. Pero, con todo
eso, no era más que eso que vivía allí: una mujer que tenía que defenderse,
sola en aquel medio y que para defenderse tenía que agregar a su valor personal
una serie de leyendas acerca de sus poderes ocultos y sus cordiales relaciones
con lo sobrenatural. Por lo demás, una infeliz mujer, oscura y fea, a quien los
rábulas robaban y los Presidentes de Estado explotaban a gusto”. (Fin de cita)
Sin
duda alguna que ayer, hoy y mañana, fue, es y seguirá siendo Francisca Vásquez
de Carrillo, la Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, una mujer intrigante,
fascinante y misteriosa, cuyo espíritu
duerme y despierta de la favila del manes por intervalos de tiempo, al igual
que el de la diosa griega Hécate. De algo se está seguro: de haber llegado
Rómulo Gallegos a las llanuras alto apureñas, hubiera tenido la oportunidad de
conocer no solo a su meonide, con seguridad hubiera conocido a un grupo de personajes reales que hubieran
alimentado aún más su transliteración apócrifa, enriqueciendo su ubérrima sicalíptica
narrativa criolla. Un Francisco García Camacho “El Brujeador” ejemplo de ello.
Y dice la decima:
Reciedumbre y hechicería
la hicieron dueña en el llano,
con revolver en su mano
de infalible puntería.
Mujer pero con hombría
pa´ jinetear como un macho,
al Guate Garcia Camacho
le cobraría su desplante,
la doña Francisca Vásquez
por andar de vivaracho.
ALJER
Email. Chinoereu@yahoo.es
Guasdualito. Martes 24 de octubre de
2017