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Un
diez por ciento de los niños del mundo, 152 millones, se utilizan como
trabajadores. La mitad de esos niños realiza tareas peligrosas tales como
pulverizar plaguicidas, descender a pozos mineros y sumergirse en el agua para
desenredar redes de pesca. El Departamento de Trabajo de Estados Unidos divulga
estas lamentables estadísticas en su evaluación del estado del trabajo infantil
(en inglés) en 135 países.
“Estas prácticas no solo crean abusos de
derechos humanos, sino que establecen un campo de juego desigual, por lo que es
más difícil que puedan competir las empresas que respetan las reglas. El hecho
de que un país no ponga fin a la explotación de su mano de obra reduce el
bienestar de los trabajadores estadounidenses y de otros países del mundo”,
expresó el secretario de Trabajo Alex Acosta en su prólogo del informe.
Una
medida importante en la lucha contra el trabajo infantil consiste en
identificar su papel en las cadenas de abastecimiento que comienzan en los
campos donde se cultiva o en los barcos comerciales donde se pesca y continúan
en los talleres hacinados subcontratados donde se procesan los productos
textiles. La cadena suele terminar con los consumidores involuntarios que compran
las mercancías producidas por niños.
La
agenda de política comercial de 2017 del presidente Trump prevé “hacer cumplir
las disposiciones laborales presentes en los acuerdos [comerciales] existentes
y hacer cumplir la prohibición contra la importación y la venta de productos
hechos con trabajo forzado”. Dos grupos estadounidenses trabajan en la
actualidad para poner fin al trabajo infantil al limpiar las cadenas mundiales
de suministro de arriba abajo y de abajo arriba.
Una
organización sin fines de lucro de California desarrolló un programa
informático para medir el riesgo del trabajo forzado (en inglés), que incluye
la mano de obra infantil, en las cadenas de abastecimiento de las empresas. El
programa recoge datos sobre un producto (cómo se hace, sus piezas), datos sobre
circulación comercial y datos sobre el trabajo forzado en cada industria
alrededor del mundo. Se combinan estos datos y se determina la calificación de
riesgo de las empresas.
Este
nivel permite que las compañías tomen decisiones informadas sobre sus
proveedores a fin de reducir al mínimo las probabilidades de que sus mercancías
sean producidas por niños u otras personas obligadas a trabajar por poca o
ninguna remuneración.
Si,
en efecto, se detecta un problema, “alentamos a las empresas que trabajan con
proveedores a que corrijan los problemas, porque así es cómo podemos generar el
cambio”, comenta Adeline Lambert, directora de Analítica de “Made In A Free
World” (Hecho en un mundo libre).
GoodWeave
(en inglés), una organización sin fines de lucro que se especializa en la
industria de alfombras de la India, realiza un seguimiento de toda la cadena de
abastecimiento de las compañías hasta el último eslabón. Sus auditores van a
las comunidades donde los niños realizan trabajos que les asignan otros subcontratistas
que a menudo se encuentran a varios contratos de distancia de la fábrica
proveedora original.
“Es
muy difícil que una empresa o marca sepa qué está sucediendo en sus cadenas de
suministro más allá de las fábricas”, sostiene Biko Nagara de GoodWeave. “Nos
concentramos en estas zonas alejadas donde es probable que ocurra”.
GoodWeave
afirma que el trabajo infantil suele ser producto de los problemas de la
comunidad, como las escasas oportunidades educativas y laborales. Esta entidad
inscribe en la escuela a los niños en riesgo e imparte cursos de colocación
laboral para que los padres tengan un empleo digno.
Reid
Maik de Child Labor Coalition (en inglés), un grupo de organizaciones dedicadas
a acabar con la mano de obra infantil, sostiene que los consumidores pueden
influir en las empresas para que controlen sus cadenas de suministro y pongan
fin al trabajo infantil. “Hablen
con las empresas que les gustan y pregúntenles acerca de sus políticas
dirigidas a reducir el trabajo infantil”, sugiere. “Si una cantidad suficiente
de consumidores preguntara a las compañías sobre el tema, estas serían más
firmes en su respuesta”.