Prensa.
Prototipo. Octavio Estrada
Una
noticia inesperada, aunque dentro de la tristeza que ha provocado en el
ambiente del motor venezolano, como lo comentaba su viuda Pascualina, al menos
el gran Bruno se marchó haciendo lo que más disfrutaba: instalado detrás del volante
de una máquina de carreras. Un malestar repentino, como le ocurriera al campeón
mundial de F1 1967 Denny Hulme, quien también sufrió un infarto en su auto de
carreras. Sin estar completamente seguros, pero Bruno debía tener unos 56 años,
al ser de 1960. Descansa en paz, Papucho)
Una
vida dedicada al mundo del motor
Uno
de los volantes venezolanos más exitosos de todos los tiempos, el aragüeño
Bruno Orioli, falleció este domingo como consecuencia de una crisis cardiaca
mientras se encontraba en una competencia de aceleración en las instalaciones
del circuito Pancho Pepe Cróquer de Turagua.
Bruno
Orioli comenzó su trayectoria en el deporte a motor a fines de los años sesenta
en el karting, donde fue uno de sus mejores exponentes en las categorías
infantiles y juveniles, atendido por su padre, el también piloto Batista
Orioli.
Cuando
contaba con 17 años de edad, Bruno Orioli participó en la primera edición del
Gran Premio de Venezuela de motociclismo en la categoría 125cc, carrera
efectuada en el circuito de San Carlos. Sin mayor experiencia en las carreras
de velocidad en asfalto, Orioli consiguió colocar la Yamaha identificada con el
número 31 en la grilla de largada en el puesto 17, si bien fue de los primeros
en tener que retirarse, prueba que tuvo como vencedor al español Angel Nieto.
No
pasó mucho tiempo para que el juvenil Bruno Orioli hiciera su estreno en el
automovilismo nacional, donde tomó el número 103, el mismo que usaba su padre
Batista en las categorías Turismo y Fórmula Vee, división esta última donde
consiguió numerosas victorias y fue subcampeón en 1973.
En
los primeros años ochenta Bruno Orioli se transformó en uno de los
protagonistas de la Fórmula Ford 1600cc, adjudicándose los títulos nacionales
de 1982 y 1983. Al año siguiente cumplió pruebas en Italia al volante de un
monoplaza de Fórmula 3, pero un fuerte accidente durante unos entrenamientos
cerró prematuramente el capítulo europeo.
De
vuelta en el país, en 1986 Orioli se alza con el subcampeonato en la Monomarca
1600cc que empleaba los populares Chevette, mientras en 1987 y 1988 vuelve a
apoderarse del segundo peldaño en la ultracompetitiva Copa Renault Fuego, años
en los que rivalizó con pilotos de enorme calidad como Juan Cochesa, Antonio
Pastore, Marco Ardagna, Biagio Parisi, entre otros, duelos que luego repetiría
en la Copa Renault 11 Turbo donde también sumó numerosas conquistas, teniendo
como principal soporte y bastión a su compañera de toda la vida, Pascualina
Raccanelli de Orioli.
La
vuelta de Orioli a los monoplazas se produjo en 1993 con la introducción de la
Fórmula Ford 2000, certamen nacional que se adjudicaría en 1995, ahora
midiéndose a una nueva generación de talentosos pilotos como Jesús Jay Jiménez,
Juan José Font, Leonardo Fontanesi, Christian Loffredo, además de sus antiguos
rivales Juan Cochesa y Ángel Benítez.
En
esos años también comenzaba su participación en el karting el tercer integrante
de la dinastía Orioli, Bruno René, quien después de una destacada trayectoria
en la modalidad bajo la dedicada dirección de su padre, en el inicio del nuevo
milenio dio el salto al automovilismo, convirtiéndose en la tercera generación
de una misma familia en alcanzar victorias en autos tipo fórmula en las pistas
venezolanas, además de triunfar en varias fechas del Panam GP Series de
F.Renault 2.0.
Durante
la última década, Bruno Orioli padre e hijo comenzaron a participar con éxito
en las carreras de aceleración del cuarto de milla, donde también sumaron
innumerables triunfos y títulos. Precisamente en una competencia de piques
efectuada en Turagua este domingo 8 de octubre, mientras aguardaba su turno
para salir a la pista, Bruno Orioli sufrió un infarto fulminante.
Combativo
dentro y fuera de la pista, acucioso preparador de toda clase de vehículos de
carreras, conocía todos los secretos técnicos de cualquier tipo de máquinas y
motores. Y como aconteciera con su padre Batista, Bruno Orioli también pudo
disfrutar el seguir la trayectoria de su hijo al volante de un karting, pero
además tuvo la bendición de ver a su nieto (el hijo de Bruno René) cumplir sus
primeros pasos en los pequeños bólidos de carrera, cuarta generación de
especialistas de la velocidad que con toda seguridad proseguirá la exitosa
tradición familiar.