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República
Dominicana se afianza como lugar de llegada para venezolanos que huyen de la
crisis de su país. Las condiciones climáticas, las similitudes sociales y una
economía pequeña pero pujante -con un crecimiento sostenido de 7% del Producto
Interior Bruto, según el Banco Mundial-, han convertido a la isla en objetivo
de la emigración. Una deuda sigue pendiente: lograr facilidades migratorias
para regularizar a los que están, y los que seguirán llegando
En
septiembre de 2017, en República Dominicana hubo abastecimiento, refugio y
salvamento del paso de dos huracanes: Irma y María, que bordearon la isla,
provocando muy pocas pérdidas y confirmando la creencia popular de que es un
territorio bendecido. Los dominicanos parecen estar muy acostumbrados a la
temporada de huracanes y ni siquiera en alerta roja con un huracán categoría 5
a la vuelta de la esquina perdieron la calma y el buen humor.
A
lo que aún no se acostumbran es a la ola de inmigrantes venezolanos que han
llegado a ese pequeño país caribeño en los últimos años. No existen cifras
exactas de la cantidad de venezolanos radicados actualmente en República
Dominicana. Según el informe de flujo migratorio del Banco Central dominicano,
en el apartado de Llejada de Extranjeros No Residentes, en 2014 entraron a
Dominicana 37.972 venezolanos. Al año siguiente, subió a 55.494 y en 2016 la
cifra alcazó un impresionante 170.713, de los cuales 161.636 personas
abandonaron el territorio. Más del 5% no volvió.
En
2017, hasta septiembre, 81.750 venezolanos llegaron hasta los aeropuertos del
país caribeño, y 78.818 salieron. El 3,59% decidió quedarse. “Muchos de estos
ciudadanos llegan para adquirir bienes que escasean en su país. Otros lo hacen
con la finalidad de explorar y fijar residencia definitiva en la República
Dominicana”, admite el Banco Central.
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