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¿Dolarizar
o no? ¿Se puede recuperar el valor adquisitivo del bolívar? ¿Qué alternativas
hay? Son preguntas que se hacen a diario los venezolanos, quienes observan cómo
una galopante inflación se come sus salarios y a pesar de tener más bolívares
tras los aumentos salariales, adquieren cada vez menos productos.
“Tenemos
un país que se dolarizó espontáneamente. El valor del bolívar que circula en la
economía es prácticamente nulo”, dijo Steve Hanke, profesor de la Johns Hopkins
University, en un foro organizado por la Ucab sobre las perspectivas sociales,
económicas y políticas para el 2018.
El
experto distinguió tres puntos para la dolarización de una economía: la
necesidad de aumentar la confianza y credibilidad; aplicar políticas necesarias
para detener la inflación; y definir una tasa de cambio en la que se dolarizará
el país, de la cual se definirán los sueldos.
Según
el economista estadounidense se ha implementado la dolarización en tres países
de América Latina. “Ecuador, El Salvador y Panamá son excelentes casos de cómo
la dolarización ayuda a la superación de los problemas”.
Pero
para Hanke, Venezuela tiene otro problema: la deuda externa es tan alta que
pone al país al borde de la quiebra. “Si se dolariza, sería una inyección de
dinero positiva para todo el sistema económico venezolano”, concluyó.
La
otra cara de la moneda
“No
estoy de acuerdo con la dolarización“, afirmó tajante Ronald Balza, decano de
la facultad de Economía de la Universidad Católica Andrés Bello, al iniciar su
intervención.
A
pesar de que muchos productos en el mercado venezolano son calculados a la tasa
del dólar paralelo, el profesor universitario cree que es un precio ficticio.
“No es cierto que el mercado negro sea libre. No se puede asegurar que esa sea
la tasa de cambio, porque DolarToday no es una casa de cambio, sino que obtiene
datos a través de terceros”, dijo.
Según
Balza, el precio de un producto es determinado por la interacción simultánea de
lo que unas personas demandan y otras ofrecen.
El
también magíster en economía considera que cambiar la moneda no reducirá los
problemas del país. Por ejemplo, explicó algunas consecuencias de la
dolarización: sustituir el bolívar por el dólar no suprime el riesgo cambiario
con respecto a otras monedas; tampoco elimina los incentivos a la corrupción; y
le resta independencia económica al país.
“La
mayor parte de las economías no dolarizadas del mundo tienen tasas de inflación
sustancialmente menores a la de Venezuela“, agregó.
Balza
cree que no es necesario dolarizar para frenar la hiperinflación. “Lo necesario
es combinar adecuadamente las políticas fiscales, monetaria y cambiaria, y
tener conciencia de las consecuencias de no hacerlo”.
Y
concluyó: “dolarizar para no estudiar economía ni adoptar políticas
responsables, empeoraría los problemas”.