Más de 30.000
personas han huido de Maduro hacia el Estado de Roraima donde faltan ya comida
y medicinas
Prensa.
abc.es
El
hambre y los problemas de salud están llevando a millares de venezolanos a
cruzar la frontera brasileña para buscar alimentos o atención médica,
provocando una de las mayores migraciones en el continente de las últimas
décadas. El Gobierno del Estado de Roraima, en el lado brasileño, ha decretado
el estado de «emergencia social» para evitar el colapso de su sistema sanitario
y de seguridad.
Boa
Vista, la capital de Roraima, con sus 300.000 habitantes, es una ciudad mediana
para los patrones de población brasileños, y es, a su vez, un área pobre, con
una fuerte desigualdad social. Aún así, ha sido el destino de los venezolanos
que huyen de peores dificultades en su país: el hambre y la persecución social.
«La mayor parte de las personas que están llegando están en una situación muy vulnerable.
Es muy difícil, porque no hablan el idioma, comienzan a buscar trabajo y son
explotados o discriminados», cuenta a ABC Telma Lage, coordinadora del Centro
de Migraciones y Derechos Humanos de la Diócesis de Roraima.
Sin
apoyo del Gobierno del estado ni del central, en Brasilia, la hermana Telma ha
sido uno de los personajes más activos en esta crisis humanitaria. En el centro
de acogida de la Diócesis, ofrece alimentos y ropas, y orienta a los
inmigrantes que llegan pidiendo apoyo. Cuando recibe donaciones de comida,
llega a atender más de 50 familias de venezolanos por día.
El
Gobierno de Roraima ha ofrecido una ayuda mínima, ofreciendo abrigos y
alojamientos, pero lejos del centro de la ciudad. «Les llevaron a lugares donde
hay ninguna dignidad y falta hasta comida», cuenta Sor Telma. «La burocracia ha
sido más fuerte que la solidaridad. No creo más en promesas», explica sobre la
lentitud del apoyo gubernamental.
Según
el Ministerio de Desarrollo Social de Brasil, el país recibió 32.000 refugiados
en 2017 y espera al menos 18.000 en la primera mitad del próximo año, y estima
que el éxodo podría adquirir proporciones alarmantes a finales del próximo año.
Según algunos pronósticos hasta 700.000 personas podrían llegar si la situación
en Venezuela no mejora. Para Telma Lage, si del lado del Gobierno venezolano no
se asume la situación, y del lado brasileño pasa lo mismo, la tragedia será
mayúscula. «Incluso cuando la escasez comienza a resolverse, los precios de los
alimentos siguen prohibitivos. El flujo de venezolanos y el de haitianos y
cubanos aumenta», relata.
Presionar
a Maduro
César
Muñoz, investigador senior de América, de la ONG Human Rights Watch en Brasil,
concuerda que la situación en el área es dramática. «Estamos viendo un gran
éxodo de venezolanos que están huyendo de la crisis humanitaria, que el
Gobierno venezolano ni siquiera reconoce que existe, y mucho menos está tomando
medidas adecuadas para solucionarla», cuenta a ABC el investigador que visitó
la región y encontró venezolanos que entraban en Brasil para buscar que comer,
medicinas que faltan en Venezuela, o que estaban siendo perseguidos por sus
ideas.
«Es
fundamental que la comunidad internacional ejerza presión sobre el Gobierno de
Maduro y en ese sentido Brasil tiene un papel muy importante por ser un poder
regional», subraya Muñoz. El flujo migratorio, que es el mayor desde el
terremoto de Haití, en 2010, ha llevado a los venezolanos a cruzar los más de
dos mil kilómetros de frontera que hay con Brasil.