Prensa. ipsnoticias.net
Condicionado
a que la mejor forma de garantizar buenas cosechas implica labrar la tierra, el
agricultor zimbabuense Handrixious Zvomarima se sorprendió al probar un método
diferente: plantó semillas de caupí directamente sin arar y funcionó. El nuevo
método triplicó su cosecha cuando muchos otros agricultores perdieron las suyas
debido a la sequía causada por el fenómeno de El Niño, que afectó a más de 40
millones de personas en África austral.
Zvomarima,
del distrito Shamva, 120 kilómetros al noroeste de Harare, adoptó el método de
ahorro de agua conocido como “agricultura sin arar”, una de las prácticas de la
agricultura climáticamente inteligente y de los enfoques promovidos por la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO).
La
agricultura climáticamente inteligente busca aumentar la productividad y los
ingresos de forma sostenible, a la vez que permite la adaptación y favorece una
mayor resiliencia al cambio climático, además de reducir las emisiones de gases
contaminantes de la agricultura.
Políticas
para mejorar el rendimiento de la agricultura climáticamente inteligente. “Las
autoridades tienen un papel que desempeñar en la innovación de la agricultura
tecnológica y climáticamente inteligente”, observó Federica Matteoli, directora
de proyecto de la división de Ambiente y Cambio Climático de la FAO en la sede
de Roma.
“Los
investigadores sugieren que las medidas tradicionales orientadas al suministro
y a la demanda (como exenciones fiscales) pueden reducir el costo y elevar
rendimiento de las inversiones para los usuarios”, explicó. Italia
encabeza la promoción de la investigación y de políticas basadas en estudios
científicos y vinculadas a las medidas de adaptación y mitigación del cambio
climático, ejemplificó Matteoli en la 4 Conferencia Científica Mundial sobre
Agricultura Climáticamente Inteligente, realizada en noviembre en la ciudad
sudafricana de Johannesburgo.
Ese
país también promueve la aplicación de la agricultura climáticamente
inteligente para construir resiliencia local en el sistema alimentario. Para
promover esas prácticas, los posibles usuarios deben participar desde las
primeras etapas del proceso de innovación, asegurar el intercambio de
información y relacionarse con universidades, institutos técnicos e
instituciones nacionales.
Incrementar
la incorporación de prácticas climáticamente inteligentes
Los
investigadores también aseguran que las técnicas de agricultura climáticamente
inteligente son efectivas, pero urgen a acelerar su difusión, las innovaciones
y las tecnologías, pues la amenaza del recalentamiento planetario se cierne
sobre la productividad.
Otra
agricultora zimbabuense Fungisai Masanga, de 44 años, ahorró 150 dólares en la
temporada pasada tras adoptar la agricultura de conservación, otro enfoque de
la agricultura climáticamente inteligente. Combinó los cultivos de maíz con
guandú, frijol de Egipto y caupí, que fijan el nitrógeno al suelo.
“El
sistema nos permitió tener más cultivos en el mismo terreno”, observó Masanga,
quien tiene cinco hijos. “Cosechamos caupí, que a mi familia le encantó, y pronto
también maíz, todo en el mismo terreno pequeño, que no tuvimos que arar”, acotó.
Zimbabwe tiene un marco nacional de inversión que reconoció a la agricultura de
conservación como una intervención sostenible y una herramienta para la
adaptación el cambio climático.
Los
promotores de esa práctica sostienen que permite mantener la humedad del suelo
y que los agricultores comiencen a plantar antes, así como aumentar la
producción y sus ingresos en dos a cinco temporadas agrícolas.
Muchas
prácticas de agricultura climáticamente inteligente se desarrollaron en África
y son capaces de aumentar la productividad y construir resiliencia. Pero son
bastante desconocidas y, por ende, no se adoptan, concluyó un estudio del Foro
de Investigación Agrícola de África (FARA), en 2015.
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