La desesperación
ya había forzado a miles de venezolanos a hurgar regularmente en las bolsas de
basura de las calles en busca de algunas migajas para comer, una práctica que
se ha vuelto demasiado común en un país doblegado por la escasez y la
hiperinflación.
Prensa. El Nuevo
Herald
Pero
ahora el escalofriante rostro del hambre está llevando a cientos de venezolanos
a salir a las calles a para saquear las tiendas y los camiones de transporte,
en una escalada de violencia que está obligando a los negocios que aún tienen
productos a cerrar sus puertas y que en un breve espacio de tiempo ya ha de
dejado una alarmante estela de muertos, heridos y detenidos.
En
los primeros once días del 2018, Venezuela registró 107 casos de saqueo en 19
estados de la nación petrolera, dijo el viernes el Observatorio Venezolano de
la Conflictividad Social. Y las cifras de la ONG no incluyen los múltiples
saqueos que se estaban produciendo el viernes en distintos estados venezolanos,
que tuvieron que ser contenidos por vehículos blindados de la Guardia Nacional
y que produjeron el arresto de decenas de personas.
Los
saqueos están siendo acompañados por un elevado número de protestas emprendidas
por ciudadanos desesperados por el hambre. Entre el primero y el 11 de enero,
éstas han sumando 386 en todo el país, según datos preliminares del
observatorio, ONG que presentará su informe formalmente el lunes.
“La
desesperación, la impunidad y la grave crisis humanitaria que vivimos en
Venezuela se sigue profundizando y está llevando a la gente a cometer este tipo
de delito [los saqueos]”, comentó desde Caracas Marco Antonio Ponce,
coordinador de la ONG.
“Esta
situación sigue agudizándose en todo el país. Ante la imposibilidad de reponer
los alimentos, ante la ausencia de importación de productos, y ante la ausencia
de producción nacional, estamos viviendo una situación bastante crítica de
escasez de los pocos productos que todavía tenemos en el país”, agregó Ponce.
Y
la frustración va en aumento, ya que al no contar con posibilidades reales de
atender el clamor de un pueblo hambriento, el único instrumento que el régimen
de Nicolás Maduro ha estado empleando para enfrentar la situación ha sido la
represión, en una tendencia que ha comenzado a cobrar víctimas.
Grupo
de personas saquean una hacienda y matan a una vaca
En
Mérida, estado que está entre los más golpeados por la escasez de productos,
cuatro personas murieron y otras 15 resultaron heridas, en medios de los
intentos de las autoridades de contener los disturbios que se produjeron el
jueves en distintas localidades.
Decenas
de militares y policías tomaron el viernes algunos poblados del estado
occidental, donde varios comercios y haciendas han sido saqueadas en las
últimas 48 horas y más de 100 personas han sido arrestadas, informaron medios
locales.
Una
situación similar se produjo en el estado Bolívar, al sur del país, en medio de
los intentos por contener los saqueos que han estado siendo registrados casi a
diario en algunas localidades de la región minera.
Medios
locales también reportaron el viernes saqueos de camiones de transporte
interceptados en la carretera en los estados Zulia, Trujillo y Portuguesa.
Venezuela,
país que cuenta con las mayores reservas de petróleo probadas del mundo,
atraviesa por la peor crisis económica de su historia moderna, caracterizada
por una severa escasez de alimentos y medicinas y una hiperinflación que cerró
el 2017 con una tasa cercana al 3,000 por ciento.
De
no producirse el radical cambio en la conducción política y económica del país,
la nación petrolera podría registrar este año una tasa de inflación de al menos
30,000 por ciento, aunque algunos economistas temen que podría superar el
100,000 o el 200,000 por ciento, debido a que el único instrumento de
financiamiento que está utilizando el régimen es la impresión de dinero
inorgánico. El
colapso económico ha estado empujando gradualmente a la población venezolana
hacia la hambruna.
“La
gente está muerta de hambre, no hay comida”, dijo a la agencia de noticias AFP
Félix Velásquez, un carpintero de 64 años que debe estirar un salario mínimo de
797,510 bolívares (apenas cinco dólares a la tasa de cambio del mercado). Velásquez
formuló el comentario mientras esperaba su turno para ingresar a un abasto en
el este de Caracas. Pero al final volvió a su casa con las manos vacías, luego
de recorrer sin éxito cuatro supermercados.