Opinión. Dr.
Héctor Márquez.
Foto: Miguel Gutiérrez/EFE.
Lo
que pasó hoy con Oscar Pérez y su grupo deja ver el despotismo del cual estamos
siendo víctimas todos los venezolanos. Un autoritarismo escondido ahora en la
sombra de la inicua y absurda ley del odio que promovió la servil madurista
Asamblea Constituyente para reprimir, encarcelar, torturar o dar muerte a todo
aquel que piense diferente a Nicolás Maduro y a Diosdado Cabello. La idea del
régimen es radicalizar la neutralización de todo el que se atreva a reclamar
sus derechos más fundamentales como el alimento, la medicina y la libertad de
expresión.
Al
mejor estilo de los más crueles dictadores como Ceaucescu, Stalin, Nguema o
Hitler; el aberrado lo dijo, y sus aberrantes organismos cumplieron la orden de
“plomo” a este grupo subversivo, que por cierto no habían matado a nadie, y que
en forma legítima desconocían a este régimen dictatorial, tal como lo manda la
Carta Magna de Venezuela en su Artículo 350. Increíble orden de asesinato a
mansalva, pues ellos (Nicolás y Diosdado) y quienes los siguen son los mismos
que han criticado, por ejemplo, la matanza de guerrilleros venezolanos en los
años 70 por parte de la policía política de entonces ¡Es el mismo procedimiento
pero con caras de izquierda psicótica!
La
esencia del régimen es un discurso autoritario y lleno de engaños.
El
hostigamiento y el asedio Diosdado-Madurista arrecia. Hay fuerte persecución
dentro y fuera del país porque el narco estado quiere proteger su negocio y
defenderse de cualquier acusación. Somos miles los venezolanos que tenemos
mucho que decir sobre los desmanes de la dictadura más corrupta que ha conocido
la América Latina.
Bien
dice el Libro de Arriba: “Cuando los justos prosperan el pueblo se alegra; pero
cuando gobiernan los corruptos el pueblo sufre” Proverbio 29:2.