Prensa. ipsnoticias.net
Los
medios digitales ya lideran, por encima de los convencionales, el quehacer informativo en Venezuela, en el
azaroso clima político y económico que mantiene bajo asedio las libertades de
expresión e información. En Venezuela “el cierre de unos medios tradicionales,
la compra de otros y la coerción que se ejerce sobre empresas y periodistas ha
impulsado a los digitales, más allá de que respondan al progreso y
popularización de las tecnologías”, señaló a IPS el periodista Omar Lugo,
director de la plataforma de medios digitales El Estímulo.
"Cualquier
día un medio emergente es citado como enemigo del Estado, grupos asociados al
gobierno practican el amedrentamiento, existen restricciones propias de la
situación económica, para acceder a las fuentes, o al papel periódico. Se nada
contra la corriente”: Luz Mely Reyes.
El
estudio Tendencias de Internet en Latinoamérica, de la firma especializada Tendencias
Digitales sostiene que “los medios electrónicos se han convertido en la
alternativa para mantenerse informado en Venezuela”, pues 81 por ciento de los
usuarios de Internet apelan a la red para conocer noticias, por encima del
promedio latinoamericano de 72 por ciento.
En
este país de 31,8 millones de habitantes, según el gubernamental Instituto
Nacional de Estadística, 62 por ciento tiene acceso a Internet “aunque la
velocidad de navegación por esa red es de las más bajas de América Latina, lo
que afecta el acceso a la información”, advirtió Mariaengracia Chirinos, del
Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).
Un
estudio de IPYS Venezuela constató que en enero y febrero de 2018 la velocidad
de conexión en la banda ancha fija venezolana fue de apenas 1,6 microbits por
segundo (Mbps), contra un promedio regional de 5,6 Mbps.
“La
precariedad tecnológica del país, la lentitud de Internet y la intervención
sobre la red es un problema severo para los medios digitales que tratan de
abrirse paso”, comentó a IPS la periodista Yelitza Linares, del portal
informativo El Pitazo.
Responsables
de portales percibidos como críticos del gobierno sostienen que con frecuencia
sus medios son bloqueados, hackean sus páginas, o programas automatizados
(bots, en inglés) saturan la página con falsos seguidores hasta provocar su
caída por estrés del sitio.
Para
Lugo, con un historial destacado en agencias internacionales y medios
económicos, junto con problemas tecnológicos, el periodismo digital “comparte
en Venezuela otros obstáculos del periodismo a secas, que son el difícil acceso
a las fuentes de información, con censura o autocensura, y la crítica situación
económica del país”.
“Las
fuentes oficiales se cierran al periodismo independiente. En nuestro portal El
Interés, dedicado a la economía, no podemos tener una entrevista con un
ministro o un alto responsable de la gestión de gobierno. No hay acceso a los
centros de decisión, a las empresas estatales, a las estadísticas financieras o
a las de salud”, dijo Lugo.
Y
el otro tema es que “el colapso de la economía afecta a toda la industria, a
todos los medios de comunicación, desaparece la publicidad, el control
cambiario impide importar equipos e insumos, y la hiperinflación multiplica los
gastos y destruye la capacidad de remunerar adecuadamente a los empleados y
colaboradores”, deploró.
Venezuela
ha experimentado una caída del producto interno bruto de 37 por ciento en los
últimos cuatro años, y en 2017 registró una inflación de 2.700 por ciento,
según firmas de consultoría y la comisión de finanzas del parlamento –opositor-
a falta de cifras oficiales.
Nadar
contra la corriente
Los
medios digitales, y más concretamente el medio centenar de portales
informativos y agregadores de noticias, crecieron en la última década en
Venezuela a medida que fueron cerrando, achicándose o cambiando de propiedad
periódicos, radioemisoras y televisoras.
En
2007 perdió su concesión Radio Caracas TV, la televisora más antigua y durante
décadas la más popular del país, por órdenes del entonces presidente Hugo
Chávez (1999-2013). A partir de allí la fiscalización de las estaciones de
radio y televisión se tradujo en multas, cierres, cancelación de licencias y
despidos de comunicadores.
Muchos
medios impresos quedaron atrapados por el severo control de cambio, vigente
desde 2003, que les impedía acceder a divisas para importar papel y otros
insumos. Diarios emblemáticos se mudaron a semanarios, redujeron páginas y
tiraje, han terminado cerrando o aún tratan de sobrevivir en Internet.
En
2013, ya con Nicolás Maduro en la presidencia, también dos poderosos periódicos
nacionales y la única televisora dedicada solo a información, Globovisión,
cambiaron de manos en operaciones financieras muy reservadas, lo que se tradujo
en un cambio de su línea editorial, para alinearse con las posiciones del
gobierno.
IPYS
Venezuela, una organización no gubernamental dedicada desde 2002 a la promoción, defensa y formación en libertad
de expresión, ha contabilizado el cierre de 100 medios desde 2005, 60 de ellos
durante el gobierno de Maduro.
Bajo
la misma presidencia se suspendieron 57 medios audiovisuales, incluyendo la
salida de la parrilla de las operadoras de TV por suscripción de canales
internacionales como CNN en Español, TN de Argentina y NTN24, RCN y Caracol de
Colombia.
A
ese marco se suma la dificultad para el trabajo de campo de los periodistas,
especialmente cuando deben cubrir episodios de la aguda polarización política
que padece el país y que en 2017, por ejemplo, se tradujeron en cuatro meses de
protestas y desórdenes callejeros que dejaron más de 100 personas fallecidas.
Espacio
Público, una organización no gubernamental que examina la situación de los
derechos de expresión e información, registró el año pasado 1.001 agresiones a
la libertad de expresión, entre ellas agresiones, amenazas, detenciones de
periodistas, daños a sus equipos, hechos de censura y cierres u otros castigos
sobre los medios.
“Cualquier
día un medio emergente es citado como enemigo del Estado, grupos asociados al
gobierno practican el amedrentamiento, existen restricciones propias de la
situación económica, para acceder a las fuentes, o al papel periódico. Se nada
contra la corriente”, dijo a IPS la periodista Luz Mely Reyes, directora del
emprendimiento digital Efecto Cocuyo.
Pero
también “para coberturas, talleres de formación, mesas de discusión, acceso y
distribución de contenidos. En Efecto Cocuyo hemos trabajado con Animal
Político de México, Ojo Público de Perú y la web de El Tiempo de Colombia”,
indicó Reyes, con reconocida trayectoria en periodismo de investigación y
análisis político.
El
Pitazo, Runrunes y TalCual, que se reinventó como espacio digital tras ser un
diario impreso, han ampliado su alianza a la búsqueda de publicidad común en su
esfuerzo por sostener sus portales.
“Y
vamos buscando mecanismos de cooperación para seguridad en el trabajo, ante las
agresiones que no son solo físicas sino judiciales. En Venezuela se ha dictado
una ley contra el odio que fácilmente puede criminalizar a la prensa, en medio
de unas muy duras batallas políticas”, comentó Lugo.
Los
picos de empleo de los medios digitales llegan con la conflictividad. Se
aproxima entonces una nueva prueba, pues Venezuela irá el 20 de mayo a una
elección presidencial, repudiada por buena parte de la oposición y numerosos
gobiernos de América y Europa.
Edición:
Estrella Gutiérrez