Prensa. Sport Web Publicidad
En
los vestidores de los Tecolotes de los Dos Laredos, club de la Liga Mexicana de
Béisbol, la inspiración y la motivación vienen desde muy temprano acompañadas
de júbilo, música y risas. Esa es la inyección de buena energía que promueve un
venezolano que se siente como en casa.
Néstor
Molina, defensor del Pitcher del Año en el circuito azteca, tiene otro
reconocimiento puertas adentro. Su actitud positiva, su inusual tranquilidad en
absolutamente todas las circunstancias y el enfoque que solo le toma pocos
segundos en adquirir antes de subirse a la lomita, le dan una estabilidad
mental y emocional que traduce en trabajos de calidad desde hace varios
calendarios.
“Toda
la vida he sido así, siempre he tenido esa alegría y esa energía. He aprendido
a alejar el miedo del juego y disfrutarlo, dando siempre lo mejor de mí”,
aseguró el diestro de 29 años a Sport Web Publicidad, su agencia de medios.
Por
su manera extrovertida y divertida de manifestarse, el valenciano se ha
convertido en una influencia en los camerinos, condición que aprovecha
positivamente. Desde el momento en que se sube el autobús con unas cornetas
sonando a todo volumen al ritmo del “dembow” o de la salsa, hasta cada video
que graba entre compañeros de equipo, disfraces, estadios y hoteles para
compartir en Instagram y Facebook, las alegrías están a flor de piel.
“Me
gusta contagiar la alegría en el equipo”, señala Néstor. “Es importante
mantener a los muchachos unidos y he visto buenos resultados gracias a eso. No
soy un pelotero egoísta, no pienso en que las cosas me salgan bien a mí nada
más; quiero que todos se sientan contentos y que haya buena comunicación. Somos
un equipo y tenemos que estar unidos”.
Pero
no hay que confundirse. Tanta diversión no ha contrarrestado el trabajo de
Néstor Molina en el plano deportivo. Si no puede ser por percepción propia y
directa, es cuestión de que compañeros de equipo y personal de sus equipos lo
aseguren: él es uno de los jugadores que más trabaja, lo que llama al primer
plano una faceta de este lanzador que no debe pasar inadvertida: el
profesionalismo.
Molina
fue prospecto de los Medias Blancas de Chicago hace un lustro, antes de que los
problemas físicos le cambiaran el destino. Casi siempre como relevista, tuvo
una proyección tan interesante que su inscripción en el roster de 40 era
menester, augurando un arribo a las mayores que no debía tomar mucho tiempo de
la mano del entonces manager, Robin Ventura. Antes estuvo con los Azulejos de
Toronto –con quienes firmó como profesional en 2005— y nunca decepcionó en las
menores.
El
carabobeño se hizo abridor a tiempo completo y está agradecido por lo logrado
en su carrera, sin resentimientos ni frustraciones por lo que pudo ser y no
fue. Disfruta de lo que más le gusta hacer, sonriendo ante los triunfos y
dejando pasar las derrotas como simples lecciones que forman parte del juego.
“Dios
me ha dado todo lo que necesito. De uno o dos años para acá he aprendido a
aceptar todas las cosas que se me presentan en el camino”, sentenció. “Yo no he
jugado en las ligas mayores, tal vez no me tocaba, pero me siento feliz como un
grandeliga y con las cualidades de un grandeliga. Creo que estoy capacitado
para lanzar en cualquier béisbol”.
Néstor
Molina es humor, bailes y mucho trabajo. Su actitud positiva es el mejor legado
en cada clubhouse donde se uniforma. Con 2.63 de efectividad tras cuatro
aperturas en 2018, ¿quién dice que repetir el Pitcher del Año en México es una
utopía?
No
hay enemigo que detenga al “Superman sin capa”.
Crédito
foto: Prensa Tecolotes.