Prensa.
Nuevo Herald.
El
régimen de Nicolás Maduro, que por años ha sido acusado de destruir una de las
economías más prósperas de Latinoamérica, ahora está arruinando las finanzas de
los venezolanos en el exterior, quienes se ven obligados a destinar parte de su
presupuesto para enviar ayuda a sus seres queridos en el país petrolero.
Muchos
venezolanos residentes en Miami mensualmente asignan entre $200 a $300 para
comprar comida a sus familiares y pagar el envío de esos alimentos que por lo
general los mandan vía marítima mediante empresas de encomiendas. A ese dinero
hay que sumarle el elevado costo de las medicinas, que también son escasas en
Venezuela.
Josefina,
quien solo tiene un trabajo, dijo que hace “milagros” para mantener su casa en
el sur de la Florida y a la vez sostener a su familia en Caracas a la que cada
mes le envía además de los alimentos básicos como arroz, frijoles, pasta, leche
en polvo, harina pan y proteinas, también tiene que mandar medicinas para tres
de sus familiares y productos de higiene personal.
“Cada
vez que voy a hacer el mercado siento un odio horrible contra Maduro y todos
los chavistas. ¿Cómo es posible que nos arruinaron el país? Se lo robaron todo
y ahora los que emigramos para no morir de hambre allá (Venezuela) también
estamos como si siguiéramos en el país. Yo no puedo irme de vacaciones, ni
siquiera pensar en hacer un postgrado porque ese dinero lo necesita mi gente”,
dijo Josefina, quien pidió no ser identificada con su apellido por temor a
represalias con su familia en Venezuela.
Ella
destina de $100 a $200 en un mercado para cinco personas que cuesta cerca de
$100 enviarlo. Y cuando tiene que incluir medicinas, que no es mensual, gasta
unos $250 más en medicamentos.
Muchos
de los venezolanos en el exterior comenzaron a sentir una mayor presión en sus
bolsillos en la medida en que el 2017 vio un acelerado deterioro de la
situación económica del país que profundizó la escasez de alimentos.
Y
la situación se agravó en diciembre de ese año cuando Maduro anunció una nueva
regulación de los precios obligando a las tiendas a vender a precios muy por
debajo de los costos de sus inventarios.
Esa
medida condujo a una ola de saqueos en varias zonas de Venezuela que empeoraron
la escasez.
“Cuando
tiraron la regulación de precios y ocurrió el saqueo ese, que aunque
coordinado, acabó con toda la existencia (de alimentos). A partir de ese
momento se disparó el envío de comida, pero al doble. En noviembre se enviaron
unos 2,400 pies cúbicos y en enero saltamos a 3,235”, dijo Elisaúl Herrera,
presidente de la empresa de encomiendas Vikom Export con sede en Doral.
Sus
clientes envían en promedio una caja grande al mes y pequeñas cada quincena, a
fin de reponer solo los alimentos que ya han consumido sus familias.
Esta
empresa ofrece los llamados combos con productos de la canasta básica, una
iniciativa que surgió por uno de sus clientes venezolanos en Canadá, que
dependiendo de la cantidad de alimentos y artículos que contengan los precios
oscilan entre $105 a $155.
En
cuanto a las medicinas, aseguró que a diario van a su empresa entre cinco a
seis personas para enviar medicamentos.
“Trato
de hacer un envío, sobre todo a mi abuela que sufre de condiciones médicas y
tengo que mandarle aproximadamente tres medicinas. Ya llevo tres años
enviándole remedios. Vengo aproximadamente una vez al mes para hacer envíos. A
parte de eso trato de ayudarla con comida como arroz, frijoles, pasta y
productos no perecederos”, dijo Héctor Ascanio, un cliente.
Ascanio
presupuesta unos $100 para mandar alimentos, monto que es una carga al sumarse
a todos los gastos que conlleva el pago de los servicios, el alquiler de una
casa, las cuotas del vehículo y su propio seguro médico.
“Es
un sacrificio, pero gracias a Dios toda la familia se ha unido y ellos
colaboran conmigo. Ahora tenemos venezolanos en todas partes del mundo y mi
familia está en otras ciudades de Estados Unidos y en Italia, así que ellos me
ayudan con los familiares en Venezuela”, comentó.
Pero
aún así cuando se presentan emergencias. Ascanio y sus familiares en el
exterior se ven limitados para ayudar.
Recientemente
destinaron $2,000, entre todos, a comprar los materiales que necesitaba un tío
para someterse a una operación. Ahora requiere fondos para la cirugía que
cuesta entre $3,000 a $4,000.
“Para
nosotros no es fácil, serían más o menos de $800 a $1,000 por persona”, se
lamentó.
Considera
que el régimen “está arruinando a los venezolanos en el exterior, pero sobre
todo a los que están dentro de Venezuela y por eso es que estamos todos
haciendo el sacrificio para poder ayudar a los de allá, que sabemos que estamos
viviendo una situación muy difícil, no se trata solo de la delincuencia, si no
la falta de alimentos, de medicinas”.
Cambiaron
los televisores por comida y papel higiénico
Marcos
Benchetrit, director de la empresa finisimo.com, dijo que ha observado un
incremento en el envío de productos de primera necesidad, mientras que han
disminuido los artículos de lujo como televisores, equipos de sonido y
celulares.
Del
espectro de sus clientes, un 50 por ciento vive en Miami y envía alimentos y
medicinas a su familia. Lo hace una vez al mes en promedio y el ejecutivo
afirma que se debe a la escasez que alimentos que hay y al deterioro del poder
adquisitivo de los venezolanos.
Comprar
en el país sudamericano un pollo entero de 2 kilos cuesta apróximadamente
3.600.000 bolívares ($4.2 al cambio paralelo que es usado por la mayoría de los
venezolanos); un kilo de carne molida 3.500.000 ($4.1) y un kilo de queso
1.800.000 ($1.88).
Los
precios de estos productos superan ampliamente el sueldo mínimo mensual de lo
strabajadores, fijado desde el 1 de mayo en 2.555.500 bolívares ($3.0).
“La
gente gasta en mandar productos a su familia desde aquí. Esto ha ocurrido de
una forma dramática, el cambio es bien impresionante. Ahora prácticamente todo
lo que mandamos es comida”, dijo Benchetrit quien tiene casi 10 años en el
negocio.
Y
en la nación del Libertador Simón Bolívar no vaticinan una mejoría en el futuro
inmediato. El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica que la vertiginosa
hiperinflación trepará a 13,864 por ciento en 2018, el Producto Interno
Bruto(PIB) se desplomará 15 por ciento y la tasa de desempleo escalará a 33.3
por ciento.
Aunque
hay economistas como Steve Hanke, profesor de la Universidad Johns Hopkins, que
predicen una tasa anual de inflación por encima del 100,000 por ciento.
“Yo
no me quejo, tenemos suerte de poder ayudar”
Mika
Belgrave, una joven venezolana con cáncer, también ayuda a su abuela en Caracas
con medicinas y alimentos que envía una vez al mes.
Además
de destinar unos $200 mensuales, cada vez que tiene que trasladarse desde
Brickell, en el centro de Miami, hasta Doral, donde están la mayoría de las empresas
de encomiendas, tiene que asumir el costo del descuento de la mañana que pide
libre en su trabajo.
“No
solo es el dinero, es el tiempo que tienes que invertir en ir al supermercado
por los alimentos, después el tema de encontrar las medicinas que aquí (en
EEUU) no te las venden sin prescripción. Yo tengo cáncer y mi médico se apiada
de mi y me ayuda con las recetas de los remedios que necesito enviar a
Venezuela a mi abuelita”, dijo Belgrave.
Hay
ocasiones en que el monto puede dispararse a $1,000 como le sucedió en marzo
cuando tuvo que comprar un generador por $500 porque en Venezuela el suministro
de electricidad es pésimo, las personas pueden pasar hasta 15 días sin luz y
sin agua.
Belgrave
ha tenido que enviar también neumáticos, liga de freno y hasta las protecciones
de las ruedas de la andadera de su abuelita, quien tiene 90 años.