Prensa.
EFE
Bajo
el sol intenso de la ciudad colombiana de Cúcuta, cientos de familias
venezolanas que huyeron de su país por la crisis económica y política hacen
fila para reclamar los bonos alimentarios que entrega el Programa Mundial de
Alimentos (PMA) de la ONU en las zonas de frontera.
El
proyecto que comenzó este lunes en Cúcuta, capital de Norte de Santander, surge
como la primera gran respuesta de la comunidad internacional al delicado estado
alimentario del 90 % de los cerca de 35.000 venezolanos que cruzan a diario las
fronteras con Colombia en busca de oportunidades.
Muchos
de ellos llegan a Colombia con el fin de asentarse de forma definitiva, otros
de seguir camino y dirigirse a otros países de la región. Un número
significativo acude desesperado en busca de alimentos y medicinas para después
regresar a su país.
De
ahí que el PMA busque llevar apoyo a 350.000 venezolanos de los cerca 660.000
que, según las estadísticas oficiales, se encuentran actualmente en territorio
colombiano. Uno de los puntos de entrega de ayuda está en Cúcuta, ciudad
fronteriza conectada con la localidad venezolana de San Antonio.
Se
trata de un centro religioso del barrio Aeropuerto, en donde hacen fila decenas
de personas con sombrillas, sombreros, libros o cualquier objeto que los
proteja del sol mientras esperan con gran ilusión recibir cualquier tipo de
ayuda.
Entre
los beneficiarios del programa está Cindia Cortez, una joven de 20 años que con
ocho meses de embarazo y bañada en sudor espera ingresar para poder registrarse
y optar a estos bonos para poder alimentar al bebé que espera y a su otro hijo
de siete años. Como muchos de sus compatriotas, Cortez, que vive junto a su
padre, su esposo, su hijo y su bebé en gestación, atraviesa el drama económico que
se apoderó de la ciudad debido a la escasez de empleo que ha aumentado a raíz
de la llegada masiva de venezolanos.
“Vivimos
en un cuartico sin piso. En una camita de niño dormimos mi esposo, mi hijo y
yo; y mi papá duerme en una hamaca”, dijo a Efe. Debido a la precaria situación
económica, la joven madre que dejó su hogar en el municipio de Francisco Javier
Pulgar en el estado venezolano de Zulia hace siete meses, no oculta su
preocupación por no poder brindar una buena alimentación al bebé que está en
camino.
“Es
preocupante porque el día que hay buen trabajo comemos las tres veces, pero
cuando le va mal a mi marido no nos alcanza para todas las comidas”, afirmó. En
el interior del lugar están los puestos de registro donde se otorgan bonos
alimenticios por un valor de aproximadamente 38 dólares para un mes, por cada
integrante del núcleo familiar.
Los
bonos podrán ser canjeados en supermercados por diferentes productos de una
canasta predefinida y se entregarán durante tres meses mientras se ejecuta una
campaña de información nutricional. La ONU pidió a la comunidad internacional
46 millones de dólares para brindar esta asistencia alimentaria de emergencia a
los migrantes venezolanos como Cindia, y dar apoyo a las comunidades que los
han acogido.
En
su primera fase, el PMA tiene como meta atender a 40.000 venezolanos en Cúcuta,
como es el caso de Wendy Díaz de 30 años, quien no oculta su felicidad al saber
que podrá recibir el beneficio, ya que explica que cuando vivían en Venezuela
tenían una pésima alimentación. “Allá en Venezuela, a mis hijos, si les daba
desayuno no les daba almuerzo, y si les daba almuerzo no les daba cena”, contó
a Efe.
Como
madre preocupada por sus hijos, Wendy deja caer algunas lágrimas mientras
afirma que: “Lo peor de todo esto es que tus hijos te pidan comida y tú no
tener nada que darles”. La consume la nostalgia al recordar su país y a muchos
de sus seres queridos, a quienes no dio aviso al momento de abandonar Venezuela
y por quienes reza para que puedan recibir algún tipo de ayuda pronto. “Uno
estando aquí piensa en los familiares que dejó allá y es difícil porque uno
sabe que están pasando hambre y no los podemos ayudar, allá no va nadie a
ayudar”, concluyó.