Opinión.
@NelsonRZ33 / @OrdenVenezuela
El
año 2017 estuvo marcado por álgidos acontecimientos que pudieron poner punto
final al sometimiento de la tiranía socialista. A raíz de las medidas tomadas
el 30 de marzo por el TSJ, de asumir las competencias de la AN la cual a título
meramente retórico se encontraba en desacato; ésta, mayoritariamente
“opositora” decide convocar movilizaciones multitudinarias para expresar el
rechazo a la usurpación institucional que “anulaba la acción efectiva del
parlamento”.
Así
transcurrieron los meses, de concentraciones masivas a otras. Cada convocatoria
traía consigo escenas deprimentes y terribles. Por una parte, una sed insaciable
de generar shows mediáticos que revitalizaran la ya deteriorada imagen de los
actores políticos convencionales; se plantaban a la cabeza de las marchas,
“enfrentaban” a la guardia nacional mientras eran filmados o fotografiados, y
una vez capturadas las imágenes por las cámaras se retiraban dejando solos a
los ciudadanos en el lugar del conflicto, para que así algunos cantantes,
artistas, modelos y comunicadores sociales hicieran el resto del trabajo:
matrices de opinión que posicionaran a esos señores como “héroes”.
Por
otra parte, a plena luz del día y en presencia de toda la nación, 150 jóvenes
estudiantes fueron ejecutados por la tiranía socialista, mientras las
“exigencias de lucha” de quienes acaparaban las cámaras, solo se circunscribían
a cronogramas electorales.
A
pesar de los riesgos y la carencia de líderes políticos a la altura de las
circunstancias históricas, los venezolanos una vez más cumplieron, salieron a
la calle; no a protestar por una reivindicación electoral, salieron a desobedecer
al régimen socialista hasta deponerlo. San Antonio De Los Altos, Táchira, Zulia
y muchas otras ciudades fueron vivo ejemplo de ello.
Lo
anteriormente descrito sirve de preámbulo para comprender el tráfico de
esperanzas que significó el plebiscito del 16 de Julio. Viéndose en severos
apuros los altos representantes del régimen, por la inquebrantable rebeldía de
los venezolanos y visto que ya un nuevo “diálogo” no surtiría los mismos
resultados como los obtenidos durante los acontecimientos del año 2014,
permiten que la “oposición” organice un plebiscito sin el apoyo logístico del
CNE.
Dicho
referéndum consistía en consultar a los venezolanos sobre tres puntos - estaba
sobreentendido sin necesidad de consultas lo imperativo de resoluciones
determinantes por parte del Poder Legislativo para impedir una constituyente
comunista– los cuales eran:
"¿Rechaza
o desconoce la realización de una Asamblea Constituyente propuesta por el
presidente Nicolás Maduro sin la aprobación del pueblo venezolano?"
"¿Demanda
a la Fuerza Armada y todos los funcionarios públicos obedecer y defender la
Constitución de 1999 y respaldar a la Asamblea Nacional?".
"¿Aprueba
que se proceda a la renovación de los poderes públicos de acuerdo a lo
establecido en la Constitución y a la realización de elecciones libres y
transparentes, así como la conformación de un Gobierno de unidad nacional para
restituir el orden constitucional?".
Los
planteamientos de salidas “institucionales” solo han servido para revestir de
legitimidad democrática a un régimen que sin el menor descaro apela a prácticas
de exterminio; no obstante el fragor de la consistente desobediencia cívica
prolongada durante esos meses pudo haber concluido en buen término en ese
plebiscito.
¿Qué sucedió? Sirvió como una válvula de
escape para desgastar el ánimo de lucha, y una vez más los representantes de la
Mesa de la Unidad Democrática y todos los dirigentes de los partidos políticos
defraudaron la esperanza y la expectativa de los venezolanos, se limitaron a
ofrecer una rueda de prensa un día después con todas las fanfarrias de un
espectáculo bien diseñado que tenía como objetivo ofrecerle entretenimiento a
la tiranía y traicionar el clamor de los venezolanos. Pasaron los días y
mientras más se desmovilizaba la acción ciudadana, más se atornillaba en el
poder el tirano, sin que se vieran los efectos deseados de salida del régimen
como lo establecía la tercera pregunta del referéndum.
Nuevamente
se demostró que toda vía “institucional” o democrática es estéril ante la
naturaleza de este régimen.
Esos
mismos que durante todos los meses de la desobediencia civil hacían viral su
“heroísmo”, fueron incapaces de llevar hasta las últimas consecuencias el deseo
de toda una nación de liberarse de la opresión. Irónicamente esos personajes
creen que vendiendo su imagen como perseguidos, “inmaculados”, “dignos” y
“valientes”, bastará para ocultar sus desvaríos, inconsistencias y flaquezas en
ese momento tan decisivo.
Es
más que evidente que el régimen chavista es enemigo de la nación venezolana no
solo por la entrega de nuestros intereses nacionales a otros países, sino
también por el sistemático y sutil exterminio de los venezolanos. Sin embargo
no podemos dejar pasar por alto que el verdadero obstáculo para liberar a
Venezuela de este yugo son los opinadores, influencers y toda la dirigencia
partidista que se lucra de la agonía de los venezolanos.
La
existencia tiene sentido en la medida que concentramos nuestra voluntad en la
obtención de objetivos trascendentes, por esta razón cada vez es más imperativo
desplazar a esos que se autodenominan “opositores”, y siempre recordar que
valiéndose de subterfugios como la lástima persecutoria y espectáculos de redes
sociales mantienen erguido el látigo del tirano.
Venezuela
Quiere ORDEN