Opinión. José
Guerra.
El
gobierno de Venezuela recibe Bs 100 por concepto de impuestos, petroleros y no
petroleros, y otras contribuciones, pero gasta Bs 120. La diferencia entre lo
que capta como ingreso y lo que gasta, antes lo financiaba la emisión de deuda
pública, ahora lo financia el BCV, imprimiendo dinero inorgánico. Ese desbalance fiscal ha estado presente en
diez y seis (16) de los casi veinte (20) años del chavismo en el poder. El
tamaño del gasto público en Venezuela tiene mucho que ver con el Estado que
concibió Hugo Chávez y que consistió principalmente en la creación de un Estado
empresarial pagado con la renta petrolera.
Chávez
imaginó un Estado empresario que sustituyera lo que él llamaba la oligarquía.
Ese conglomerado de empresas estatales hoy está quebrado y con su quiebra
arruinó a Venezuela. La prueba de la quiebra del Estado venezolano reside en el
hecho que no puede pagar la deuda externa y en la situación de colapso de los
servicios públicos. El examen de esa quiebra del gobierno comienza por PDVSA,
empresa ésta inviable desde el punto de vista financiero y productivo. Al mes
de junio de 2018 la producción propia de PDVSA alcanzó a 700.000 barriles
diarios de petróleo mientras que en 1998 se situó en 2.800.000 barriles
diarios.
La
empresa Sidor, que era la principal productora y exportadora de acero de
Venezuela y la que constituyó la segunda generadora de divisas para el país,
hoy funciona a menos de 10% de su capacidad instalada y Venezuela tiene que
importar acero. Corpoelec, un monstruo burocrático que aglutina las empresas
generadoras y distribuidoras de electricidad está en bancarrota, sus ingresos
no cubren ni el 20% de sus gastos y como consecuencia hay fallas de suministro
a lo largo del territorio nacional.
Las
empresas hídricas tienen un flujo de caja negativo que les impide acometer las
inversiones necesarias para almacenar, tratar y distribuir el agua potable y
como resultado de ello, hay una escasez generalizada de agua potable. La red de
Abastos Bicentenario, antes Supermercados CADA, que desde 2007 la maneja el gobierno ha presentado un
deterioro que ahora se traduce en un proceso de quiebra y cierre técnico. La
otrora Agroisleña, la principal productora y distribuidora de insumos agrícolas
de Venezuela, estatizada por Chávez y luego llamada Agropatria, se ha
convertido en un foco purulento de corrupción y también está quebrada.
La
CANTV, estatizada también por Chávez en 2007, actualmente arroja pérdida y
solamente con balances maquillados y dejando de invertir obtiene ganancias
ficticias y el resultado es que
Venezuela tiene la conexión de internet e inalámbrica más lenta del
mundo y los trabajadores devengan salarios de hambre. El Metro de Caracas está apunto de paralizarse
de forma permanente por falta de mantenimiento e inversión, sus ingresos son
literalmente cero.
Las
empresas de cemento fueron igualmente estatizadas por Chávez en 2007. Hoy esas
empresas producen menos de la mitad de lo que producían aquel año e impera el
mercado negro del cemento. Al Banco de Venezuela, el cual pasó a manos del
Estado en 2007 no le ha ido mejor. Sobrevive por la bombona de oxígeno que
significa la nómina pública colocada en esa entidad financiera.
El
banco se caracterizada por el atraso
tecnológico y la falta de inversión. En un ambiente competitivo, ese banco
estaría fuera del mercado hace rato. El reto para la Venezuela que viene es
desmontar este armatoste jurásico del Estado empresario y pasar al Estado
social, al servicio de la gente, no que se sirva de la gente.