Prensa. Diario Líder.
Nada
más se necesita un palo de escoba como el bate de béisbol y la tapa grande de
una botella de agua como pelota. Se llama “vitilla”, el popular deporte
callejero en la República Dominicana, uno que esencialmente todo pelotero en el
país ha practicado. Y, desde el domingo, uno de sus mayores discípulos quedó
entronizado en el Salón de la Fama del Béisbol.
Vladimir
Guerrero, el primer jugador de posición dominicano con una placa en
Cooperstown, nunca se cansará de dar crédito al juego de la vitilla a su
prodigiosa capacidad de bateo – 449 jonrones y 2.590 hits en 16 años de
carrera. “Es como el cricket y lo jugué mucho desde niño”, dijo Guerrero a The
Associated Press en una entrevista. “Mi swing se debe a toda esa práctica en la
calle. Es muy fácil de jugar”.
Con
sus largos brazos y rápidas muñecas, Guerrero se ganó una reputación de
habilidoso bateador de lanzamientos malos. No perdonaba nada, ni siquiera una
bola que picaba frente al plato. El ejemplo más célebre fue el 14 de agosto de
2019. En un partido de sus Angelinos de Los Ángeles en Baltimore, la punta del
bate de Guerrero conectó en lanzamiento muy bajo del pitcher de los Orioles
Chris Tillman. Como un globito, Guerrero depositó la bola en lo corto del
jardín derecho para un impensable imparable y luego llegar a segunda por un
error.
“A
veces pensaba que los pitchers me hubieran sacado out más fácil tirándome por
el medio”, bromeó Guerrero. Temprano en su carrera, los coaches de Guerrero
aprendieron dejarlo quieto con su inusual técnica. Mejor era dejarlo ser lo más
natural posible. Alguien que bateaba sin ponerse guantes.
Fue
la mejor decisión y esa pureza de su juego le permitió ser tan admirado por
todo el mundo, uniéndose a los lanzadores Juan Marichal y Pedro Martínez para
incrementar la presencia dominicana en el Salón de la Fama. Impulsivo
en la caja de bateo, 126 de sus 449 jonrones fueron ante el primer lanzamiento
y con 985 ponches en 8.155 turnos.
Por
su timidez, Guerrero fue apodado como “El Mudo”. También por su reticencia a
dar entrevistas, ya que nunca dominó el inglés. Aludió a ello su discurso en
español en la ceremonia de exaltación
“No
hablaba mucho y decía que el bate hablaba por mí”, dijo Guerrero. “Pero ya no
juego y debo hablar. Estoy feliz de hablar con ustedes”.
Aunque
no pudo alcanzar los hitos de los 300 jonrones y los 3.000 imparables, Guerrero
compiló un excelso periodo tope de 10 años entre 1998-2007, en el que promedió
35 cuadrangulares y 114 carreras. No
falló en batear para .300 entre 1997 y 2008, remolcó 100 o más carreras en 10
campañas y alcanzó al menos 30 jonrones en ocho ocasiones. También ganó el
premio al Jugador Más Valioso en 2004, su primera temporada con los Angelinos
tras irse de los Expos de Montreal como agente libre.
Durante
el fin de semana en Cooperstown, el pueblo en el norte del estado de Nueva York
donde se encuentra el recinto de los inmortales, Guerrero estuvo acompañado su
hijo, Vladimir Jr., considerado el mejor prospecto en las ligas menores con los
Azulejos de Toronto. Apenas tiene 19 años y está tocando las puertas de las
mayores.
El
hijo es otro prodigio de bateador, uno con un promedio de .401 en 247 turnos
este año. Sin embargo, pero el padre dice que el hijo se moldeó con otras
características. “No somos iguales. Él
coge más bases por bolas que yo. Busca más pitcheos”, dijo a AP. “Me gusta que
sea así”.
Fuente AP-.