La
actriz venezolana Fabiola Colmenarez vuelve a Atlanta para presentar La
inmigrante, un monólogo de Daniel Ferrer Cubillán. La historia muestra las
crónicas del éxodo venezolano a través de una actriz que espera abordar el
avión que la llevará a Chile en su tercer intento de asentarse en un país
extranjero que le brinde una mejor vida.
Prensa.
Mundo Hispánico.
En La inmigrante, comedia adaptada de la exitosa
pieza Venezolanos desesperados del mismo Cubillán, Colmenarez interpreta a
Kassandra, una actriz, locutora y periodista, que debido a la crisis
sociopolítica de su país emigra, no solo en una ocasión, sino en tres
oportunidades.
“A Kassandra la cercan laboralmente porque no es
afecta al régimen de Venezuela y se ve obligada una y otra y otra vez a salir.
Su primera salida es a Miami, no se adapta y regresa; luego sale a España, ahí
tiene un shock cultural muy grande y además su papá fallece mientras que está
afuera” explicó Colmenarez. “Entonces vuelve a Venezuela a planear su último
intento y esta vez se va a Chile buscando una mejor vida para ella y su hija”,
agregó la actriz que emigró a Estados Unidos en 2014 y que reside en Houston,
Texas con su esposo y tres hijos.
“La inmigrante me permite exorcizar el dolor tan
fresco por la nostalgia del país que ya no está y que incluso los que están
resistiendo dentro de Venezuela ya no lo reconocen”, Fabiola Colmenarez, actriz
venezolana. Para Colmenarez esta obra, que desde septiembre se
ha presentado de Houston a Nueva York, tiene un valor muy especial porque es un
tributo a sus compatriotas que están resistiendo en Venezuela.
“Los que están dentro también viven algún tipo de
inmigración, dicen unos estudiosos que se llama inxilio, que es como el exilio
al revés. Quise rendir este tributo a los venezolanos que están todavía resistiendo
y venderle la idea, un poco más gráfica, a los que están afuera de lo que se
vive dentro, para que haya más comprensión entre los que se fueron y los que se
quedan”, comentó Colmenarez.
Además, la actriz confesó que La inmigrante también
le permite exorcizar el dolor causado por la nostalgia del terruño. “Esta pieza
es la posibilidad sanadora que me permite drenar y curar algunas heridas. Es un
ejercicio colectivo de exorcismo, risa, llanto, nostalgia, alegría y de
recordatorio de cosas simpáticas que vivimos y que ya no están”, subrayó la
actriz que en 2007 incursionó en la política de Venezuela y que tras siete años
de lucha tuvo que emigrar por la persecución del régimen.