La endocrinóloga Imperia Brajkovich afirmó que la
crisis económica está llevando a las personas a consumir más harinas y menos
proteínas, verduras y frutas.
Prensa. Comstatrowland.
La mala alimentación, el mayor sedentarismo y las
dificultades para conseguir hipoglicemiantes orales e insulina, están llevando
a más venezolanos a presentar niveles altos de azúcar en la sangre, así como
complicaciones agudas o crónicas por el mal control de la diabetes.
Así lo afirmó la doctora Imperia Brajkovich,
vicepresidenta de la Sociedad Venezolana de Endocrinología y Metabolismo
(SVEM), a propósito de celebrarse este 14 de noviembre el Día Mundial de esta
enfermedad que afecta a más de 422 millones de personas en el mundo, según la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
Indicó que la imposibilidad de comer balanceado y
seguir el tratamiento indicado por los altos costos de alimentos y medicinas,
así como la carencia de los mismos, hace muy difícil sobrellevar esa condición
en el país, donde la crisis económica ha obligado a la población a consumir más
harinas y menos proteínas, verduras y frutas.
Agregó que “con la escasez de fármacos y el mal
control, los pacientes se complican con retinopatía diabética (daño en los
vasos sanguíneos del ojo) y pueden necesitar tratamiento con láser, o si
empeora perder la visión”.
Otras complicaciones frecuentes son la nefropatía o
afectación en los riñones que obliga a la persona a someterse a un proceso de
diálisis; y la neuropatía que daña
especialmente a los nervios de las piernas, por lo que no siente los golpes ni
heridas y se puede infectar fácilmente o desarrollar pie diabético.
De acuerdo con un estudio realizado entre 2005 y
2010, la prevalencia de diabetes en Venezuela era de 7.7%, y según los
resultados del Estudio Venezolano de Salud Cardiometabólica (Evescam) la cifra
subió a 12,7% entre 2016 y 2017.
¿Cómo prevenirla?
La vicepresidenta de la SVEM recordó que la diabetes
es una patología crónica caracterizada por una disminución de la producción y
calidad de insulina, y otras hormonas involucradas que generan como
consecuencia un aumento de la glucosa o azúcar en la sangre.
Se diagnostica por la glicemia alta (mayor de 126
mg/dl en ayunas) y cuando está entre 100 y 125 mg/dl se considera prediabetes.
Mantener esos niveles dentro de los límites deseados (lo normal es hasta 100
mg/dl) puede prevenir o retrasar los problemas de la enfermedad.
Brajkovich señaló que una de las principales
recomendaciones son: seguir una dieta equilibrada supervisada por un
nutricionista, que incluya frutas y verduras, no comer azucares refinados,
bajar de peso, hacer ejercicio y manejar mejor el estrés. “Con un buen control
y cumpliendo el tratamiento no hay complicaciones crónicas”.
De igual forma, destacó la necesidad de contar con
tiras reactivas para medir la glicemia y así ajustar las dosis de los
medicamentos, además de ir a los controles médicos cada 4 meses, para hacerse
exámenes de sangre como la Hemoglobina Glucosilada (que revela el nivel
promedio de glucosa en las últimas 12 semanas).
Otras pruebas necesarias son el perfil lipídico para
determinar los niveles de colesterol total, LDL, HDL y triglicéridos, cuyos
resultados ayudan a planear cómo prevenir ataques al corazón o derrames
cerebrales; y la de función renal que se realiza a través de la orina, a fin de
saber qué tan bien están funcionando los riñones.
Las personas con diabetes deben consultar también
una vez al año al oftalmólogo para hacerse un examen completo de los ojos;
acudir al dentista, y revisarse los pies para comprobar que los nervios y la
circulación estén bien.