Prensa.
Infobae.
"Bolívar, tu espada vuelve a la lucha",
decía un letrero ubicado sobre un cojín rojo dentro de una urna de vidrio,
donde debía estar el arma con la que el Libertador consiguió la emancipación de
la Gran Colombia frente al imperio español, resguardada desde entonces en el
Museo Quinta de Bolívar, en pleno centro de Bogotá. Lo insólito había sucedido:
se robaron la espada de Simón Bolívar. Y con ello, se dio inició al movimiento
insurgente del M-19.
Esa madrugada del 17 de enero de 1974, cinco hombres
ejecutaron una acción planeada durante meses. Los guardias del museo fueron
reducidos. Irrumpieron en la habitación contigua a los aposentos que una vez
fueron de la independentista Manuela Sáenz, rompieron el vidrio de la urna y
sacaron la espada, no sin antes dejar el panfleto. El hecho supuso un golpe
mediático sin precedentes en Colombia.
Además, aquel acto despejó las dudas que semanas
antes generó en el país entero una serie de avisos publicitarios que salían en
El Tiempo, el periódico con mayor circulación nacional. "Decaimiento…falta
de memoria?", "Falta de energía… inactividad?", "Espere
M-19" eran algunos de los mensajes que aparecían con un fondo negro de dos
triángulos. Se especuló todo tipo de cosas: un nuevo producto de aseo, una
nueva novela, un producto de estimulación sexual.
Nadie imaginó lo que realmente fue. Pero después del
robo salió un nuevo mensaje que despejó la incertidumbre: "Su espada rompe
las telarañas del museo y se lanza a los combates del presente. Pasa a nuestras
manos, a las manos del pueblo en armas. Y apunta ahora contra los explotadores
del pueblo. (…) Los que nos llamarán subversivos, apátridas, aventureros, bandoleros.
(…) Pero Bolívar no está con ellos – los opresores – sino con los
oprimidos".
El acto derivó en toda una fila de ciudadanos que
buscaban inscribirse al movimiento y alzarse en armas. Así, el grupo
guerrillero Movimiento 19 de Abril, que inició en 1970 con 30 militantes, como
respuesta al presunto fraude electoral que llevó a la presidencia a Misael
Pastrana Borrero, pasó a tener en pocas semanas unos 200 miembros.
Comenzó entonces una época de actos como el robo de
unos 1.000 fusiles de un cantón militar, la toma de la Embajada de República
Dominicana en Bogotá (en 1980), el secuestro del dirigente conservador Álvaro
Gómez (1988), y la toma del Palacio de Justicia (1985), declarada holocausto
por la Comisión Interamericana de Derechos Humano (CIDH), que dejó 98 muertos,
entre ellos once magistrados, y muchos desaparecidos.
M-19 robó unas 1.000 armas de un cantón militar del
Ejército Nacional.
Y la pregunta desde entonces, que no ha sido
respondida a cabalidad, es dónde estuvo oculta la espada de Simón Bolívar
durante 17 años, tiempo en el que el Ejército estuvo en su búsqueda, sin éxito.
Su primer paradero, de acuerdo a los pocos registros que existen, fue la casa
del poeta León de Greiff. Ahí estuvo varios años hasta que enfermó, y debieron
sacarla a las viviendas de otros intelectuales que mantenían contacto con el
M-19. Aunque nunca se supieron sus nombres.
La escondían en bloques de cemento, en tubos de PVC.
Una vez tuvo que ser movida porque capturaron a un militante que conocía su
ubicación. Incluso se especuló que fue vendida a Pablo Escobar, líder del
cartel de Medellín. Su hijo Juan Pablo, hoy conocido como Sebastián Marroquín,
contó en un libro que un día su padre llegó con una espada y le dijo que había
sido de Simón Bolívar.
Años más tarde se la pidió porque debía devolverla a
quienes se la dieron. Siempre creyó esa historia hasta que habló con Otty
Patiño, uno de los fundadores del M-19, quien le contó que por esa época de
persecución decidieron sacarla del país. La entregaron al entonces embajador de
Cuba en Colombia, Fernando Ravelo, y luego la sacaron en una valija diplomática
hacia la isla comandada por Fidel Castro, que nunca confirmó ese hecho.
Dijo Patiño a Marroquín -citados por Semana– que
cuando el gobierno de Julio César Turbay se enteró de que miembros del M-19
habían sido entrenados en La Habana para expandirse hacia Chocó y Nariño,
decidió romper relaciones diplomáticas con Cuba. La orden fue sacar la espada,
y fue enviada a Panamá, a la embajada de ese país. Y allá se quedó hasta el día
de su devolución.
Tras un proceso de negociación de paz con el
presidente Virgilio Barco, el M-19 se desmovilizó en 1990. El 9 de marzo de ese
año se realizó la ceremonia de dejación de armas, luego de la firma del acuerdo
por parte del principal líder del grupo insurgente, Carlos Pizarro Leongómez, a
quien asesinaron solo un mes después del acto, cuando era el candidato
presidencial con más apoyo para llegar a la Casa de Nariño.
Un año después, quien quedó dirigiendo el
movimiento, Antonio Navarro Wolff -uno de los co-presidentes de la Asamblea
Nacional Constituyente que redactó la Constitución de Colombia de 1991-,
confirmó que la espada de Simón Bolívar aún estaba en su poder. Pidieron solo
una condición al presidente César Gaviria: entregaban la espada si era guardada
en un lugar seguro, porque la guerrilla de las FARC -que tras la
desmovilización los consideraban traidores- tenían la intención de robarla.
Fue así como el 31 de enero de 1991, en una
ceremonia en la Quinta de Bolívar de Bogotá, el M-19 devolvió la espada de
Simón Bolívar, que fue guardada en el depósito del Banco de la República, donde
permanece a la fecha.