Prensa.
Inofabe.
"La política exterior debe ser parte del
momento de regeneración que hoy vive Brasil", afirmó Jair Bolsonaro al
anunciar que Ernesto Fraga Araújo, un diplomático poco ortodoxo por su
trayectoria y sus definiciones, estará a cargo de Itamaraty a partir del 1 de
enero.
El futuro ministro dijo en una columna publicada a
fines del mes pasado que su objetivo es "acabar con la ideología" en
la diplomacia brasileña. Luego detalló algunos de los preceptos que tratará de
combatir: "El alarmismo climático, el tercermundismo automático, la
adhesión a las pautas abortistas y anticristianas en los foros multilaterales,
y la destrucción de la identidad de los pueblos por medio de la inmigración
ilimitada".
A ese cóctel explosivo añadió como enfermedades a
curar "la transferencia brutal de poder económico en favor de países no
democráticos y marxistas, y la suavización en el trato dado a la dictadura
venezolana". "Todos esos son elementos de la 'ideología del PT', o
sea, del marxismo, que aún están muy presentes en la política exterior
brasileña", sentenció.
"La opción por Ernesto Araújo fue una sorpresa
general", dijo a Infobae Cairo Gabriel Borges Junqueira, profesor de
relaciones internacionales de la Universidad Federal de Sergipe. "Araújo
tiene una admiración por Donald Trump, una oposición al PT y otra mirada
respecto de los actuales problemas globales".
Que el canciller de un país de la envergadura de
Brasil se exprese en esos términos tan poco diplomáticos es verdaderamente
inédito. Implica un giro muy pronunciado respecto de la política ensayada por
los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff, muy centrada en consolidar el
liderazgo brasileño en América Latina, pero también en relación a la de Michel
Temer, más alineada a la de Fernando Henrique Cardoso en los 90.
"Por parte del presidente electo y de sus
ministros hay una convicción de que el globalismo —la versión cultural de la
globalización— deshace el constructo protector de la nación, al que el
ciudadano común puede recurrir para preservar comportamientos, tradiciones y
subjetividades consideradas legítimas, legales y éticamente correctas. La lucha
contra el multilateralismo representado por la ONU se inscribe en el
mantenimiento y la conservación de procedimientos contrarios a los procesos de
integración", explicó Augusto Zanetti, profesor de relaciones
internacionales de la Universidad Estatal Paulista, consultado por Infobae.
Uno de los grandes interrogantes es cómo impactará
este nuevo enfoque sobre las relaciones entre los países de la región. OEA,
Mercosur, Unasur y otros foros latinoamericanos pueden sufrir cambios profundos
en su funcionamiento con un gobierno tan atípico e imprevisible al frente de
una de las grandes potencias continentales.
Claves de la agenda internacional de Bolsonaro
"La formulación de la política exterior de
Bolsonaro estará influenciada por los tres grupos que componen a su gobierno:
los militares, los evangélicos y los grandes empresarios. Debido a la
diversidad de intereses y preferencias de cada grupo, es posible que no haya
una sola dirección. Por ejemplo, para el segmento religioso, la aproximación a
Israel y la transferencia de la embajada brasileña a Jerusalén es un objetivo
importante, pero choca con los intereses del agronegocio, que tiene un mercado
importante en los países árabes", contó Augusto W. M. Teixeira Júnior,
profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Paraíba, en
diálogo con Infobae.
Uno de los mensajes que el presidente electo buscó
instalar desde un primer momento es su voluntad de acercarse a Washington. De
hecho, fue Donald Trump el primero en mudar la sede diplomática de su país en
Israel. "El cielo es el límite en la relación entre Brasil y Estados
Unidos", dijo Araújo semanas atrás, ante un enviado del vicepresidente
Mike Pence.
"El eje central de la política exterior
brasileña estará compuesto por Estados Unidos, Israel e Italia —dijo Zanetti—.
Israel tiene el know how en la lucha contra el terrorismo, la contención de la inmigración
y las victorias bélicas obtenidas en las guerras contra los pueblos árabes. Por
lo tanto, es un socio en técnicas que favorecen la represión del narcotráfico.
Pero además representa la realización del sueño místico del retorno del Mesías".
El vínculo con Italia tiene relación directa con la
presencia de Matteo Salvini como viceprimer ministro y hombre fuerte del
gobierno. El líder de La Liga es uno de los rostros de la ultraderecha
populista europea, y está embanderado en la lucha contra la globalización y en
las políticas antiinmigratorias.
Otro rasgo que empieza a quedar claro son las dudas
del nuevo gobierno con el multilateralismo, particularmente, en materia
climática. La medida más contundente en esa dirección fue la negativa a recibir
la cumbre ambiental COP24, que iba a realizarse en Brasil el año próximo.
Incluso sugirió que podría abandonar el Acuerdo de París sobre cambio
climático, como ya hizo Trump.
Araújo confirmó también que Brasil se retirará del
Pacto Mundial para la Migración —que acaba de ser aprobado en Marrakech—, de la
misma manera que el gobierno estadounidense. "La inmigración es
bienvenida, pero no debe ser indiscriminada", dijo el futuro canciller.
Por parte del
presidente electo y de sus ministros hay una convicción de que el globalismo
deshace el constructo protector de la nación. Otra muestra de los reparos que
tiene Bolsonaro con las instancias de coordinación a escala global fue su
decisión de no asistir a la cumbre del G20 realizada en Buenos Aires. Michel
Temer lo había invitado a participar, pero el ex capitán del Ejército dijo que
no.
"Posiblemente, el Gobierno buscará una
convergencia con Estados Unidos en asuntos de intereses comunes como una forma
de consolidar la imagen de Brasil como su aliado preferencial en Sudamérica.
Entre los temas de agenda se destacan la contención de Venezuela, la apertura
de mercados comerciales en la región y el liderazgo regional contra el
narcotráfico y el crimen organizado. De esa forma, Brasil buscará articular
posiciones con Washington en temas de geopolítica, comercio y seguridad
hemisférica", sostuvo Teixeira Júnior.
América Latina ante el Brasil que se viene
"Al asumir agendas ligadas a Washington
—continuó Teixeira Júnior—, el gobierno de Bolsonaro podría reeditar momentos
históricos de alineamiento entre Brasil y Estados Unidos, marcando el retorno
de Sudamérica a una política hemisférica. La competencia geopolítica en América
del sur será más feroz, teniendo a Venezuela como punto focal".
El ascenso de Bolsonaro no tardó en generar ruido en
los países vecinos. Horas después de que se confirmara su triunfo en el
ballotage del 28 de octubre, Paulo Guedes, el futuro ministro de Economía, dijo
que el Mercosur no sería una prioridad para el gobierno. Luego se desdijo, pero
el mensaje había sido enviado.
"La tendencia será hacia cerrar acuerdos
comerciales con la Alianza del Pacífico, ya que allí se encuentran países como
Chile, Perú, Colombia y México, que tienen una larga experiencia en tratados de
libre comercio con Estados Unidos. Por otro lado, si se recomponen las
relaciones más tensas con China, que es en la actualidad el primer socio
económico de Brasil, Chile adquiere una gran importancia, porque se convertiría
en una plataforma excepcional para la exportación de productos al extremo
oriental", afirmó Zanetti.
La declaración sobre el Mercosur generó malestar
especialmente en Argentina, que es su principal mercado en la región. Sobre
todo, luego del anuncio de que Buenos Aires no iba a estar entre los destinos
por los que pasaría Bolsonaro en su primera gira presidencial, rompiendo una
tradición de los últimos mandatarios brasileños. Su equipo terminó
rectificándose y dijo que visitaría Argentina, Chile y Paraguay, pero el
resquemor quedó instalado.
En medio de esta tensión, el presidente Mauricio
Macri anunció que no irá el 1 de enero a la asunción de Bolsonaro. En su lugar
estará el canciller Jorge Faurie. Pero, para bajar la intensidad de los
rumores, Macri contó en su cuenta de Twitter que conversó telefónicamente con
su par y que acordaron un encuentro el 16 de enero en Brasilia.
"Habrá un cambio en los procesos de integración
regional, que serán más estrictamente comerciales. Pero Brasil no puede
'girarles la cara' a sus vecinos, porque hay sectores internos que tienen
interés en el mantenimiento de las relaciones. Argentina es un gran
ejemplo", concluyó Borges Junqueira.