Prensa.
El Nuevo Herald.
Un nuevo estudio de Brookings Institution según el
cual el número de refugiados venezolanos se disparará a 8 millones debería
estar causando alarma en Estados Unidos y América Latina. Sería el mayor éxodo
masivo del mundo en los últimos tiempos, más grande que la crisis de refugiados
sirios, y podría desestabilizar la región.
El estudio, del economista venezolano-israelí de
Brookings, Dany Bahar, y del investigador Douglas Barrios, dice que la
proyección de 8 millones incluye a los 3 millones de venezolanos que según las
Naciones Unidas ya han abandonado su país debido a la humanitaria. La mayoría
de los refugiados han huido a Colombia.
El estudio no especifica el marco de tiempo en que
se llegaría a la cifra de 8 millones, por lo que llamé a Bahar y le pedí que
fuera más específico. ¿Estamos hablando de una década, o de dos o tres décadas?,
le pregunté.
“No, estamos hablando de un período de tiempo mucho
más corto, de unos dos o tres años”, me dijo Bahar.
El estudio toma en cuenta la tasa de pobreza del 87
por ciento de Venezuela, el colapso económico del país, los pronósticos
mundiales de precios del petróleo y tambien las remesas familiares de los
venezolanos que ya están enviando dinero desde el exterior.
Cuando le pregunté si la cifra de 8 millones de
refugiados es el escenario más optimista o pesimista de su estudio, Bahar me
respondió que “es un escenario con suposiciones bastante realistas. Si erra,
erra para el lado conservador”.
Si el estudio es correcto, es difícil prever cómo
Estados Unidos y América Latina podrían lidiar con este éxodo masivo. Colombia
ya está pidiendo ayuda internacional, pero está recibiendo mucho menos de lo
que necesita.
Cuando recientemente le pregunté a la vicepresidenta
de Colombia, Marta Lucía Ramírez, si su país podría aceptar a un millón
adicional de inmigrantes venezolanos en 2019, como lo ha proyectado la Oficina
de Migración de su país, me dijo: “No, no podríamos realmente”.
De hecho, las ciudades colombianas en la frontera
con Venezuela ya están desbordadas. Sus escuelas y hospitales estan repletos, y
difícilmente podrían recibir más inmigrantes.
Y el presidente Trump, a pesar de su retórica de
línea dura contra la dictadura de Venezuela, no ha sido muy bondadoso con los
inmigrantes venezolanos, probablemente porque tenderle una mano a los
refugiados venezolanos socavaría su falsa demagogia de que Estados Unidos tiene
una crisis inmigratoria.
De hecho, el número de inmigrantes indocumentados en
Estados Unidos ha disminuido significativamente en los últimos diez años, según
el Centro de Investigación Pew. La semana pasada se presentó en el Senado un
proyecto de ley bipartidista para otorgar el estatus de protección temporal
(TPS, por sus siglas en inglés) a los refugiados venezolanos, pero el esfuerzo
fue liderado por un demócrata, el senador Bob Menéndez.
Entonces, ¿qué pasaría si el exodo venezolano crece
a 8 millones, como lo pronostica el estudio de Brookings?
Algunos especulan que el presidente-electo ultraderechista
brasileño Jair Bolsonaro lideraría una intervención militar respaldada por
Estados Unidos para derrocar al dictador venezolano Nicolás Maduro.
Quienes creen en ese escenario señalan que Bolsonaro
ya se ha comprometido a ser un aliado cercano de Trump, y que la última vez que
Brasil y Estados Unidos fueron aliados cercanos, en la década de 1960, las
fuerzas brasileñas y estadounidenses invadieron la República Dominicana.
Pero Bolsonaro va a estar demasiado concentrado en
tratar de resucitar la economía de Brasil para gastar su capital político en
una intervención extranjera.
Y lo más probable es que Trump este demasiado
ocupado tratando de defenderse de cargos cada vez más serios de que habría
cometido varios delitos antes y durante su campaña electoral de 2016. Aunque
tambien es cierto que Trump - acorralado por sus propios errores - también
podría iniciar una guerra para desviar la atención pública de sus problemas
domésticos.
En cualquier caso, este nuevo estudio de Brookings
debería tomarse muy en serio.
La comunidad internacional debería escalar sus
sanciones diplomáticas a Maduro antes de que asuma el cargo el 10 de enero por
un nuevo período de seis años. Si el mundo mira hacia otro lado, pronto
estaremos ante una crisis regional mucho más grave.
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