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No basta con que haya ocio, un buen paisaje y la
compañía de nuestra pareja para que las primeras vacaciones de a dos sean
satisfactorias. Cada uno tiene su propia experiencia y su filosofía personal
sobre lo que son o deben ser las vacaciones. Además, a todos nos evocan otras
experiencias similares vividas anteriormente, ya sea con nuestros padres, con
otra pareja o con amigos.
Ya sea que no convivamos y estrenemos convivencia en
esos días, que convivamos desde hace poco y nunca hayamos pasado las vacaciones
juntos o que seamos separados y por primera vez ensamblemos nuestras familias
respectivas, hay cosas que es preciso saber para que nuestro anhelado y
merecido descanso no resulte un fiasco.
Por fin solos… ¿y ahora qué? Muchas parejas
comienzan su convivencia en este momento del año. Es así como pasan
abruptamente de dormir cada integrante en su casa o, a lo sumo, pasar alguna
noche en la casa del otro, a compartir una semana, una quincena o un mes
entero. El mayor atractivo de las vacaciones es a la vez su mayor desventaja:
disponemos de un tiempo ininterrumpido para nosotros mismos, sin rutina a la
vista.
Por eso, la primera vez que una pareja se va de
vacaciones junta pueden suceder dos cosas: que la experiencia resulte
maravillosa o bien que resulte excesiva y, por lo tanto, un poco frustrante.
Botiquín de emergencia
-No idealizar el período de descanso. Los conflictos
viajan con uno y las vacaciones son una buena oportunidad para tratar de
resolverlos.
-Desenchufarse del trabajo, pero enchufarse a los
propios deseos y no dejar de comunicárselos a la pareja.
-No todas las parejas pueden pasar 24 horas juntas
compartiéndolo todo. Contar con un espacio propio no está mal, por lo que no
debe ocultarse ese deseo. Reservarse un tiempo de soledad para leer, caminar o,
simplemente, tomarte un cafecito a solas con los pensamientos.
-No esperar sentirse maravillosamente desde el
comienzo. Dejar atrás la rutina, el trabajo y las obligaciones cotidianas
cuesta más de lo que solemos creer.
-No correr maratones. Hay parejas que se imponen
cierta obligación de disfrutar de todo: la playa, las salidas nocturnas, las
excursiones. De este modo, ambos integrantes terminan agobiados por esa
obligación de disfrutar.
-Tener en cuenta que, muchas veces, "perder el
tiempo" de a dos es ganar. Si se han embarcado en una conversación
interesante de sobremesa, poco importa si afuera hay un sol radiante. Una
pareja que dialoga tiene su propio sol interior.
-Aprender a reírse de a dos. Comenzar por reírse de
uno mismo. De esta forma, el otro comenzará a reírse de sí mismo y lo que
comenzó siendo una diferencia aparentemente irreconciliable acabará siendo un
motivo de risa y acercamiento íntimo.
-No sentirse presionado pensando que la convivencia
de esos días será el modelo de la convivencia para siempre. Hay tiempo para
cambiar, mejorar y ser más feliz.
-Desdramatizar los inconvenientes. Cuando hay buena
onda, hasta los inconvenientes pueden ser un motivo de diversión.
-Tener una actitud positiva porque la positividad,
afortunadamente, es contagiosa. Relajarse es clave para disfrutar.
Problemas aparentemente sin importancia pueden
resultar, de pronto, más importantes de lo que creíamos. Por ejemplo, puede
surgir el tema del pudor: ¿qué cara tengo por la mañana?, ¿ronco por la noche?,
¿debo encerrarme un largo rato en el baño como lo hago cuando estoy solo/a?
También surgirán las coincidencias e,
inevitablemente, las diferencias: los hábitos alimentarios que abarcan desde el
desayuno a la cena, los hábitos de orden y de higiene, la forma en que cada uno
distribuye el tiempo… Mientras los amantes de la playa suelen despertarse
temprano para no perderse ni un momento de sol, los noctámbulos, en cambio,
prefieren acostarse tarde y regresar al mundo bastante pasado el mediodía. La
rutina del trabajo suele homogeneizar las diferencias, ya que cuando hay que
respetar un horario, el ritmo de vida se vuelve más parecido para ambos
integrantes de la pareja.
Las preguntas del millón en estos casos son:
-¿Debo mostrarme tal cual soy y mantener mis
costumbres a rajatabla o debo contemporizar?
-¿Las vacaciones consisten en pasar las 24 horas
juntos o podemos hacer programas por separado?
El período de descanso es una parte de la vida, pero es también una situación especial
en la que la convivencia full-time puede no resultar armónica. Por eso, dado
que no existe ningún factor exterior que nos ordene y nos fije horarios y
conductas, es conveniente que los fijemos nosotros para que la convivencia
resulte exitosa.
Admitir de buen grado las diferencias personales es
una buena manera de delimitar territorios. Si uno es fanático de las caminatas
a orillas del mar a las 6 de la mañana y al otro le gusta dormir hasta las 10,
no hay ningún impedimento para que cada uno arme su propio programa siempre y
cuando haya una buena cantidad de tiempo compartido. Nada resulta más
frustrante, sobre todo en vacaciones, que no poder hacer aquello que uno tiene
ganas.
Por eso, si uno caminó dos horas por la playa como
deseaba y el otro durmió las horas que necesitaba, es más que probable que ambos
estarán bien predispuestos a pasar un buen momento juntos.
Lo importante es la calidad del tiempo que una
pareja comparte, no la cantidad. Estar juntos las 24 horas, no es bueno ni
malo, todo depende de si esas horas son agradables o resultan tediosas. El
secreto no está en tener los mismos deseos, sino en armonizar los deseos de
cada uno para que ninguno se sienta frustrado.
Convivir más que nunca
Cuando la pareja hace poco que convive y sale de
vacaciones, la situación resulta una prueba: más tiempo juntos, alteración de
la rutina, cambio de los pocos hábitos instituidos. En este caso se suman,
además, posibles problemas de convivencia que no se resolvieron adecuadamente
en su momento y que ahora, estando siempre juntos, pueden irrumpir en las
vacaciones con mayor intensidad.
Muchas veces parece que las vacaciones hubieran
desatado un vendaval cuando, en realidad, lo que hacen es poner en evidencia
problemas que se arrastraban desde hacía tiempo.
En estos casos, lo mejor es no asustarse. Todos
idealizamos las vacaciones en la creencia de que por sí solas solucionarán los
problemas y nos permitirán dedicarnos sólo a disfrutar. Sin embargo, no siempre
es así. Las vacaciones también pueden ser un momento para dejar de postergar el
diálogo que teníamos pendiente por falta de tiempo. Lo malo no es que surjan
conflictos durante nuestro tiempo de descanso, sino que no actuemos con buena
predisposición, para poner esos conflictos en palabras, hasta desactivarlos.
Los tuyos, los míos, los nuestros
Si nos hemos separado hace poco es posible que no
dispongamos del tiempo suficiente para salir con nuestra pareja de vacaciones
por un lado y con nuestros hijos, por otro. Si nuestra pareja también es
separada, puede sucederle exactamente lo mismo. Por esta razón, muchas veces es
preciso salir de vacaciones con "los tuyos, los míos y los nuestros"
y compartir el tiempo de descanso de la manera más armoniosa posible.
Si este es tu caso, tené en cuenta que de la buena
organización dependerá gran parte del éxito de tu descanso. No esperes que
mágicamente tus hijos se lleven bien con los de tu pareja o con tu pareja
misma. No hay que forzar las cosas. Tanto tus hijos como los de la persona que
tenés a tu lado tienen sus propios hábitos y no vas a poder cambiarlos de
manera drástica, por lo que lo mejor será elaborar un plan que atienda las
necesidades de unos y otros y, al mismo tiempo, establecer reglas generales
para ambos: hora de llegada, tareas mínimas a cumplir, contribuciones para
mantener el orden de la casa, etc. Las consignas deben ser elaboradas y
aceptadas por ambos integrantes de la pareja. Si los chicos notan
contradicciones o titubeos, lo más probable es que no acaten las reglas.
Debe quedar claro que las vacaciones son para que
descansen todos, no sólo los más chicos, por lo tanto estos deben contribuir y
hacer un pequeño aporte para que también sus respectivos padres puedan
descansar y pasarlo bien. No dejes nada librado al azar. En las familias
ensambladas, la organización es la clave del éxito.
Para tener en cuenta cualquiera sea tu caso: las
vacaciones son una buena oportunidad no sólo para descansar, sino también para
reflexionar en pareja. No le temas al diálogo. Todo lo que ayude a la
comunicación profunda contribuirá también al bienestar de ambos integrantes.
Podés vivir las mejores vacaciones de tu vida si tomás conciencia de que
pasarla bien no es una consecuencia del azar, sino de la preparación, el
trabajo en pareja y, sobre todo, de tener una actitud positiva frente a la
vida.