Opinión.
Eduardo Fernández.
En cualquier circunstancia y en cualquier país la
pobreza es una tragedia. En el caso de Venezuela la pobreza es un escándalo.
Fue un escándalo en los años finales del siglo pasado y es un escándalo todavía
mucho más grande en los años iniciales de este siglo XXI.
No hay manera de explicar que un país que ha contado
con tantos recursos no haya sido capaz de resolver satisfactoriamente la
cuestión de la injusta distribución de la riqueza y, sobre todo, de las
oportunidades.
Las investigaciones más recientes indican que una
abrumadora mayoría de venezolanos vive en condiciones de pobreza. Y un
porcentaje muy elevado en situación de pobreza extrema y de miseria. Es decir,
familias enteras cuyos ingresos no alcanzan para comprar la cesta alimentaria.
Mientras tanto, una minoría opulenta integrada en su mayor parte por gente
enriquecida al amparo del poder político, exhibe niveles de riqueza insolentes.
La superación de la pobreza es una tarea urgente por
tres razones: en primer lugar, porque es intolerable desde el punto de vista
moral. Es un pecado que clama al cielo que tengamos tanta gente pobre en este
país con tantos recursos. En segundo lugar, porque la pobreza es un obstáculo
para el desarrollo económico. El progreso económico supone un mercado
consumidor muy amplio y los pobres, por definición, están excluidos de ese
mercado consumidor. En tercer lugar, porque la pobreza conspira contra la estabilidad
democrática.
La democracia es el gobierno del pueblo, para el
pueblo y con el pueblo. Es un gobierno de ciudadanos y los pobres, por
definición, están excluidos de la ciudadanía. La pobreza no se resuelve con
dádivas del gobierno o de los particulares. Los subsidios directos y las obras
de misericordia son bienvenidos. Pero la solución radical del problema de la
pobreza está en garantizar educación de calidad a todos los ciudadanos pero,
particularmente, a los hijos de las familias más pobres.
El reto de un próximo gobierno en Venezuela es el de
lograr crecimiento económico que vendrá acompañado con la generación de
oportunidades de empleo con más y mejor educación para que los hijos de los
pobres puedan estar capacitados para acceder a empleos modernos, bien
remunerados y estables.
Está en juego la dignidad de la Persona Humana. La
Justicia Social consiste en garantizar igualdad de oportunidades a todos los
ciudadanos.
Eduardo Fernández
@EFernandezVE
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