El 10 de enero,
Nicolás Maduro perderá el único hilo de constitucionalidad que le quedaba a su
mandato: la legitimidad de origen. Qué se puede esperar de su segundo mandato.
Prensa. El
Tiempo de Bogotá.
A
pesar de todos los cuestionamientos a la elección del 14 de abril de 2013,
cuando obtuvo la presidencia de Venezuela con una diferencia de un punto
porcentual de los votos sobre Henrique Capriles, aquel procedimiento contó con
amplia participación popular y algunas garantías reconocidas por la oposición,
que terminó aceptando el resultado, publica El Tiempo.
Esto
no ocurrió el 20 de mayo de 2018, cuando el régimen revolucionario adelantó una
votación presidencial sin participación opositora -todavía se cuestiona si el
ex gobernador Henri Falcón participó en buena lid o colaborando con el
régimen-, bajo la sombra de una Constituyente instalada sin consulta previa,
sin observación internacional y que contó con la participación de solo 46 por
ciento de los registrados para votar, según la cuenta oficial. La oposición
asegura que la abstención superó el 80 por ciento.
La
votación apenas fue reconocida por nueve países, que felicitaron a Maduro por
la “renovación” de su mandato. Para la revolución aquello fue suficiente y se
encargó, frente a la toma de posesión de este 10 de enero, de reforzar sus
alianzas más pesadas -Rusia, China, Turquía-, las únicas que han dicho que lo
reconocerán. El resto del mundo, con los gobiernos de América Latina
representados en el Grupo de Lima, y con Colombia, Brasil y Estados Unidos a la
cabeza, reaccionarán con dureza ante la instalación de una nueva dictadura en
el vecindario.
Pero
¿cómo se preparan los venezolanos? ¿Cómo se juramentará Maduro el 10 de enero? ¿Qué pasará el día después?
La
oposición no tiene una estrategia unitaria definida, excepto por una cosa:
apoyar la decisión que tome la Asamblea Nacional, el único poder legítimamente
constituido que queda en Venezuela, actualmente de mayoría opositora.
El
viernes, el Frente Amplio Venezuela Libre, como se llama la nueva plataforma
unitaria de la oposición, anunció que cada región del país se volcará a
protestar contra el gobierno, sin grandes marchas nacionales ni llamados a la
capital del país.
“No
llamamos a una concentración para que nos muelan a palos ni a perdigonazos”,
dijo la dirección del movimiento señalando que no quiere “hacer promesas
imposibles” aunque tiene claro que con un nuevo gobierno de Maduro
deslegitimado nacional e internacionalmente “la crisis de gobernabilidad se va
a agravar”.
El
camino desconocido
Estrenando
nueva directiva -que cada 5 de enero se renueva-, el legislativo venezolano ha
dicho que desconocerá a Maduro como legítimo presidente en el período que se
estrena el 10 de enero. El 8 de enero sesionarán y decidirán qué hacer y cómo
actuar.
Sin
embargo, aún no revela si tomará pasos adicionales, como le han demandado
sectores de la oposición como María Corina Machado -que no participa en el
Frente Amplio- o la propuesta de la Cátedra de Derecho Constitucional de la
Universidad Central de Venezuela (UCV).
Machado,
a través de un video transmitido en redes sociales urge a la nueva directiva
parlamentaria llenar el vacío de poder del país, asumiendo la Presidencia de la
República para que convoque un nuevo proceso electoral.
Por
su parte, los catedráticos expertos de la UCV proponen al parlamento la
conformación de un Consejo Consultivo que impulse también la organización de un
referéndum nacional en el que se consulte al pueblo sobre la legitimidad de
Maduro y la Asamblea Constituyente. Dependiendo de los resultados de esa
consulta se activaría una nueva elección presidencial.
Ambas
propuestas destacan la necesidad de que los venezolanos ejerzan la
desobediencia civil ante el régimen de Maduro, amparándose en los artículos 333
y 350 de la Constitución venezolana, la cual aseguran se encuentra “en las
tinieblas de un paréntesis”, tras haber sido disuelta de facto por la
“revolución bolivariana”.
Sin
embargo, en las calles venezolanas se respiran por ahora solo los rigores de la
sobrevivencia tras las Navidades más difíciles de su historia reciente. La
rebeldía asoma en protestas puntuales por la falla de los servicios públicos o
por la necesidad de alimentos y medicinas, sin que todavía se perfile como una
lucha política monumental ante lo que los catedráticos no dudan en calificar
como la “disolución de la República” que ocurrirá el 10 de enero.
Mientras
tanto, se especula ante quién se juramentará Maduro ese día, pues no acudirá a
la Asamblea Nacional, establecida por la Constitución como el poder ante el
cual debe hacerlo. El palacio de gobierno ya convocó a los periodistas a
acreditarse para el evento, pero sin decir dónde ocurrirá. Las apuestas se
dividen a partes iguales sobre si el mandatario formalizará su juramentación ante
la Constituyente que impuso en julio de 2017 o ante el Tribunal Supremo de
Justicia, otro de los poderes de abierta mayoría oficialista.
En
todo caso queda claro que más allá de las acciones que tome el parlamento, sin
suficiente poder popular o militar para activar esas decisiones, lo más seguro
es que Maduro renueve un mandato presidencial ejerciendo su poder de facto.
El
politólogo y profesor Luis Salamanca explica que a partir del 10 de enero
“políticamente habremos entrado en un nuevo sistema que comenzará a funcionar
con un presidente no electo en libres comicios, no reconocido
internacionalmente, que funcionará sin poder legislativo, pues sabemos que la
Asamblea Nacional fue anulada y usurpada en sus funciones por el régimen.
Funcionará sin oposición, que fue barrida, ilegalizada, con una Constituyente
convertida en un suprapoder público y con los militares cada día con mayor
papel dentro del sistema político, que no cuidan al sistema sino al personal
político que busca permanecer y del cual también forman parte”.
VALENTINA
LARES
Corresponsal
de EL TIEMPO
Caracas