Prensa. Comstatrowland.
La psicólogo
clínico Minerva Zabala señaló que el miedo a tener hemorragias y a la muerte
puede generar también problemas de agresividad y conducta en estas personas.
La no
disponibilidad del tratamiento eleva los factores de riesgo psicosociales de
las personas con hemofilia, quienes al no tener acceso al mismo de manera
rápida y adecuada, presentan mayores niveles de ansiedad, depresión y otros
problemas mentales, emocionales y sociales relacionados con la enfermedad,
afirmó la psicólogo clínico Minerva Zabala.
Explicó que
cuando no se puede hacer la profilaxis, los pacientes con esta condición sufren
daños irreversibles en las articulaciones, que traen como consecuencia una
disminución de la calidad de vida, y por ende situaciones estresantes, como:
miedo a tener hemorragias, a la muerte, agresividad y problemas de conducta.
“Lo ideal es
lograr que cuenten con tratamiento médico y psicológico si es necesario. Esto
evitaría riesgos y consecuencias negativas para la vida de los mismos. Cuando
se recibe de forma adecuada la persona puede llevar una vida completamente
normal”, expresó.
La hemofilia es
una patología crónica que impide la correcta coagulación de la sangre, por lo
que precisa de un tratamiento apropiado indicado por el médico para elevar los
niveles plasmáticos del factor deficiente, bien sea para detener o prevenir
episodios hemorrágicos.
Esta condición exige
también un proceso continuo de adaptaciones y cambios de estilos de vida que es
importante abordar de manera integral, especialmente en el caso de los niños y
adolescentes, y su entorno familiar, para que puedan aceptar la enfermedad con
serenidad.
Zabala señaló que
“mientras más conocimiento tenga el paciente acerca de ella, más control
emocional podrá tener sobre la misma. El no saber lo que se tiene, lo que se
sufre, es contraproducente para poder vivir con la hemofilia de manera adecuada
y es causa de ansiedad”.
Agregó que es
común que estas personas estén ansiosas por el miedo a caerse, sangrar, tener
dolor, pero ese mecanismo defensivo del organismo ante situaciones de amenaza,
sólo puede ser combatido si sienten que pueden llevar una calidad de vida
normal gracias al tratamiento.
“Las madres de
niños con hemofilia suelen tener muchos síntomas de ansiedad y depresión, es de
esperarse pues sienten temor por la salud de sus hijos, pero si una mamá se
siente segura en un país donde la medicación está disponible y su hijo, por
ejemplo, es buen candidato para la profilaxis, el porcentaje de ansiedad va a
disminuir enormemente”, indicó.
¿Quiénes pueden
ayudar?
La psicólogo clínico explicó que los pacientes
con hemofilia no sólo necesitan de un hematólogo para su cuidado, sino de todo
un equipo multidisciplinario (médicos, enfermeras, etc) y, evidentemente, “el
rol del psicólogo es fundamental para la aceptación de la enfermedad y
adherencia al tratamiento, tanto en el caso de los niños y adolescentes, como
en el de los padres o cuidadores”.
El abordaje debe
ser completo para el paciente y su familia, y debería incluir terapias
individuales, de familia, grupos de ayuda y psicoterapéuticos para las madres y
padres de niños con esta patología, con un seguimiento constante para
asegurarse en que el desarrollo de la vida se hace adecuadamente.
Comentó que la
Asociación Venezolana de Hemofilia (AVH), por ejemplo, al realizar campamentos
educativos, ayuda enormemente con este abordaje. Sin embargo, “mientras el acceso
al tratamiento sea complicado no podemos pretender alcanzar objetivos
psicológicos muy altos”, acotó.