Prensa.
Diario Lider.
Tras cinco primeros intentos infructuosos en los que
las puertas del Salón de la Fama se abrieron para Willie Mays (1979), Al Kaline
y Duke Snider (1980), Bob Gibson (1981), Hank Aaron y Frank Robinson (1982) y
Brooks Robinson y Juan Marichal (1983), la noche del martes 10 de enero de
1984, Luis Aparicio y toda Venezuela festejaron su elección al recinto de los
inmortales de las Grandes Ligas.
En esa oportunidad, Aparicio resultó elegido por la
Asociación de Cronistas de Beisbol de Estados Unidos junto con el lanzador Don
Drysdale y el slugger Harmon Killebrew.
El exparacorto zuliano que entonces contaba 49 años
de edad encabezó el escrutinio hace 35 años, al aparecer en 84.6 por ciento de
las planillas.
Recibió 341 votos de los 403 electores que
sufragaron ese año. Luego arribaron Killebrew con 335 votos (83%) y Dryadale
con 316 votos (78%).
En las nominaciones previas, Aparicio había finalizado
con 27.8% (1979), 32.2% (1980), 36.9% (1981), 41.9% (1982) y 67.4%(1983). En
ese último año mencionado, le faltaron apenas 24 votos para acompañar a
Robinson y el dominicano Marichal.
La carrera de dieciocho temporadas de Aparicio
transcurrió en la Liga Americana con los clubes Medias Blancas de Chicago
(1956-62 y 1968-70), Orioles de Baltimore (1963-67) y Medias Rojas de Boston
(1971-73). Por nueve campañas seguidas entre 1956 y 1964 fue líder estafador,
mientras que durante ocho años consecutivos entre 1959 y 1966 fue el shortstop
con mejor promedio de fildeo.
Al momento de finalizar su carrera figuraba como el
mejor shortstop en departamentos de partidos jugados (2.583), asistencias
(2.581) y dobleplays (1.553). Ganó el trofeo Novato del Año de la Liga
Americana en 1956, participó en las Series Mundiales de 1959 y 1966, asistió a
diez Juegos de Estrellas y ganó el Guante de Oro diez veces.
Rechazó oferta de los Yanquis
Cuenta el periodista Juan Vené que hace casi 45
años, el 26 de marzo de 1974, fue testigo del retiro de Aparicio. Ese día el
club de Boston lo dejó en libertad. A sus 40 años de edad pensaba que podía
jugar una campaña más, pero los patirrojos tenían otros planes. Al regresar al
hotel donde se alojaba en Winter Haven, Aparicio tenía un sobre de George
Steinbrenner, dueño de los Yanquis de Nueva York. Era un contrato con el monto
por honorarios en blanco para que él colocara la cantidad. Aparicio le regresó
el sobre con una nota: Apreciado señor Steinbrenner: agradezco su oferta, pero me
dejan libre solo una vez en la vida”.