Opinión. Jorge Montenegro
Ya
estamos en estos días en los cuales la oposición venezolana siente que tiene al
chavismo en contra de la pared, y ya piensan en el país post Maduro, recordando
las metidas de pata de los hijos de Ramos Allup, las supuestas acusaciones de
corrupción en contra de Capriles y Maria Corina y Leopoldo lanzándose a la
presidencia. Los opositores somos unos pendejos. Por eso Marco Rubio y Trump
tuvieron que meter la mano para dejar al chavismo -aun en el poder- en jaque.
Pero
hay un debate que siempre debería estar en el tapete, que es la Venezuela que
queremos construir. Esas ideas deberían estar en la cabeza de los venezolanos,
no importa si los Chávez o los Maduro aún duermen en la Casona.
Pero
como soy aragüeño, quisiera escribir sobre mi estado.
Hace
3 años entrevisté al señor Raúl Montenegro, con quien no tengo ningún lazo
filial. La finalidad del encuentro fue conocer su historia sobre la creación de
los Tigres de Aragua.
En
su testimonio, el señor Raúl dijo que crearon al equipo para competir con Valencia.
En aquella época, la ciudad industrial contaba con ensambladoras de automóviles
y el parque industrial más grande del país. En cambio, aquí vino Kennedy a
acompañar a Betancourt a expropiar tierras agrícolas para construir viviendas
en La Morita.
“Si
Valencia tenía equipo de béisbol, Maracay debía tener uno también”, dijo el
profesor Montenegro.
60
años después, podemos asegurar que nunca alcanzamos a Valencia como cuidad,
pero en algunos aspectos superamos, por ejemplo, a Caracas. Luego del de Valencia,
Maracay tiene el parque industrial más grande del país.
En
1989 se realizaron las primeras elecciones de gobernador y Aragua fue uno de
los primeros estado que se orientó desde un principio por el socialismo. Carlos
Tablante y Andrés Velásquez en Bolívar, se convirtieron en los primeros
gobernadores de izquierda del país.
Tablante
no fue mal gobernador. Tal vez no tan bueno como los elegidos a dedo Casanova
Godoy, Febres, Rodríguez Mérida o Pérez Segnini, pero “paleó” el problema del
agua con pozos mientras se culminaba el acueducto regional del centro, y en una
política continuada por Didalco, Aragua contó con un sistema de salud bueno y
gratuito.
Pero
el MAS significó la ranchificación de Aragua. Entre los 10 estados más poblados
del país (somos el 5to), sin duda somos el más pobre.
Con
Didalco hubo algunos coqueteos con la modernidad. Se aprobó una Gaceta en la
que nació el “Área Meteopolitana” de Maracay, que sería el principio para unir
a la gran urbe (ya unida a punta de barrios) desde el Limón hasta la zona
industrial de Cagua, desde El Castaño hasta Palo Negro. Para ello, Didalco
prometió culminar las extensiones de la Casanova Godoy y la avenida Aragua, así
como la creación de un “Metro Maracay”. Todo esto quedó en proyectos.
Didalco
se alió con el chavismo para nada. Y al emigrar a la oposición, nos dejó sin
Copa América.
Luego
llegó a corrupción de Isea, la vendedera de humo de Trapiello y Tareck (Aragua
Potencia) para ocultar que El Niño Guerrero tenía más poder que ellos, y por
supuesto Marcos Torres, arrodillando a 350 mil paisanos a votar por el Psuv
para que no les quiten la caja Clap.
Semejante
inutilidad de 3 gobiernos consecutivos del Psuv, nos terminarán enfrentando
varios escenarios: El Lago se tragará a Paraparal, el Iberoamericano seguirá
siendo un monumento a la desidia, el Transmaracay de la corrupción y el Parque
Metropolitano sin árboles, todo para construir un “Dunas bolivariano” mientras
la ciudad tiene semanas sin servicio de agua.
En
mi Aragua, la que yo quiero, solucionará el problema del Lago de Valencia con
asesoramiento de algún país como Suecia, que respete sus fuentes de agua dulce.
Maracay dejará de ser percibida como un pueblo, con grandes avenidas que unan
sus 8 municipios. Tendremos un servicio de agua constante y digno, que nos
permita tomar agua del chorro como si fuera Evian. Los militares se irán a
Guárico u otro estado que necesite de inversión del Estado para su crecimiento
y utilizaremos esos terrenos para construir urbanismos modernos.
Aragua
será pionera en un modelo educativo basado en lo que han hecho los Maristas en
San Vicente. Contará con un penal que, en lugar de tener la mejor discoteca del
país, regenerará a los delincuentes, convirtiendo a Maracay en la ciudad más
segura del país, y sin militares.
La
costa crecerá con un modelo de turismo masivo y sustentable. Atrás quedarán los
peñeros inseguros y las carreteras de hace un siglo. La agricultura nos
permitirá recuperar espacio tomado por el lago, cuando a Chávez se le ocurrió
la estúpida idea de expropiar terrenos dedicados a la Caña de Azúcar. Y ya sin
malandros y sin pobreza, San Vicente volverá a ser ejemplo de desarrollo
industrial.
En
el Aragua que quiero, los aragüeños por fin estaremos más orgullosos de lo que
hacemos, en lugar de estar felices por los logros de Arango, Miguelito o Deyna
fuera de nuestras fronteras.
En
la Aragua que quiero, la principal meta de los aragüeños será querer vivir y
mostrar sus talentos al mundo desde aquí.