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Hablar
de Política en Venezuela es hablar también de Pablo Medina, quien desde muy
temprano fue seducido por ella, por esa ciencia, por ese arte, buscando la
mejor calidad de vida para la gente, visualizando un estado en el que haya
profundas raíces democráticas y desarrollo en la construcción de una “Nueva
Venezuela”, el respeto por los derechos humanos y que la libertad sea un himno.
Pablo
aprendió a abrirse paso en medio de las dificultades, tropezando y parándose
para despertar abrazado a la realidad de su país. Pero hoy no vamos a hablar
del político, hoy vamos a sumergirnos en el mundo interior de ese político, de
esa persona, vamos a mirar a través de una rendija hacia sus sentimientos con
respecto a su exilio y también de sus gustos.
Pablo
Medina, nació en El Tocuyo, estado Lara, el 30 de junio de 1947, recién cumplió
72 años, y escribió sus puntos cardinales, en los cuales, resume su vida en
torno a su familia y allegados. Al referirse a sus padres señala: “Aprendí en
esta permanente travesía, envueltos en periódicas tormentas, a buscar
serenamente el Norte”. Profesa un profundo amor por su madre, quien ha sido un
pilar, ejemplo de esfuerzo en la crianza de sus doce hijos. De su padre Alberto
dice que, aunque fue recio: “Nos inoculó valores, lectura, formación,
honestidad, la unión entre hermanos y el amor a Venezuela, al Libertador Simón
Bolívar, a los próceres”.
Este
sábado estrenamos con Pablo la sección El Personaje de la Semana. Por el
momento nuestro entrevistado se encuentra exiliado en Miami, Florida, USA. Tuvo
que salir de su país por ser un perseguido más del tiránico régimen de Maduro.
Alfonsina
Ríos -¿Por qué y qué sentiste cuando decidiste dejar a Venezuela?
Pablo
Medina -La tiranía ordenó mi detención días después de la operación del Fuerte
Paramacay. Dos amigos abogados me aconsejaron que me refugiara en una embajada,
pero recordé la experiencia de Haya de la Torre, líder del APRA en Perú, quien
permaneció más de 20 años en la embajada de Colombia. Preferí correr riesgos y
salí una madrugada desde Caracas, llegando a Maracaibo cerca de las 2 pm a casa
del padre José Palmar quien, además de ofrecerme su sombrero guajiro, me
consiguió un tremendo taxista que voló en la carretera hasta Maicao. Cuando
pisé tierra colombiana lloré.
AR
-¿Qué fue lo que más te impresionó o gustó por el camino, cuando ibas saliendo
en esas circunstancias de tu país?
PM
-El poder de la oración. Yo oraba antes de llegar a las 30 alcabalas y me
sentía invisible ante los soldados y guardias nacionales
AR
-¿Qué penalidades y alegrías hallaste en tu trayecto, cuando ibas dejando a
Venezuela?
PM
-Salí un día de agosto de 2017, a las 3 am, y vine a comer a las 8 pm en
Maicao, Colombia. La última alcabala de control estaba cerca de la aduana,
mientras el chofer llenaba el tanque de gasolina, invité a una pasajera a tomar
una tizana, y en ese lugar se me acercó una persona, abre los brazos y me
grita: “Coño, Pablo Medina, ¿tú por aquí?”. Me presentó a sus amigos, quienes
reconocieron mi lucha con los trabajadores y la dedicación a Venezuela, pero un
soldado me apuntó con el fusil e indicó: “El del sombrero, ¡identifícate!”, el
amigo le dijo que respetara al diputado, la gente se solidarizó y aprovechamos
de irnos hacia la aduana. Llené el formulario, lo sellaron y pase a Colombia.
En el taxi del amigo del padre Palmar, le digo a la joven que soy de la
resistencia, por su insistencia en decirme “yo te he visto”.
AR
-¿Qué es lo que más añoras o extrañas de Venezuela, aparte de tu familia?
PM
-La gente, los amigos, los colores y sabores.
AR
-¿Piensas regresar cuando haya otro gobierno?
PM
-Trabajo para que haya otro gobierno, Dios mediante, y regresaré como muchos a
construir una República Federal.
AR
-Una vez instalado en Miami, ¿cómo ha sido para ti vivir en otro lugar sin
poder regresar cuando lo deseas? ¿Qué sensaciones y experiencias personales has
tenido?
PM
-Es un sufrimiento muy grande. Ver la destrucción de Venezuela, la muerte de
niños y personas mayores por falta de medicina, los hambrientos comiendo de la
basura, saber de la actuación del G2 cubano, el terrorismo y el narcotráfico
convertidos en amos y señores de nuestra tierra, destruyendo el territorio, es
una conmoción interna todos los días. Gracias a Dios cuento con una familia muy
solidaria, mi hermana Yolanda y Luis Alberto han sido mi paño de lágrimas.
AR
-¿Has contado con el apoyo de venezolanos radicados en Miami?
PM
-Acá se dibujan dos Venezuela, un sector minoritario, pero de mucho poder
financiero, es decir, los amamantados de la cuarta y quinta República, y está
la mayoría, que busca una mejor calidad de vida para sostener a su familia atrapada
por el narco régimen en nuestro país. Muchos de estos últimos nos apoyan.
AR
-¿Cómo ha sido el cambio de vida, la rutina de allá, en comparación con la que
tenías en Venezuela?
PM
-Es la misma: dedicado al trabajo, a la lucha diaria, la lectura permanente,
orar e ir a misa y hacer ejercicios.
AR
-¿Cuál es tu impresión de Miami y su gente?
PM
-Miami es como una Babilonia: gente de muchos países y lenguas. Por su posición
geográfica y su rápido crecimiento, juega cada día un rol destacado. Puerto obligado
de América y otros continentes. Como ciudad no me llama mucho la atención,
prefiero el tipo europeo o como New York o San Francisco. Pero le agradezco a
esta gran nación, Estados Unidos, que me haya dado la oportunidad, como a
muchos venezolanos, de vivir en libertad y la solidaridad mostrada durante
estos años a Venezuela. También el haberme permitido conocer muchos nuevos
amigos de varias naciones.
AR
-Aparte de la actividad política, ¿a que más dedicas el tiempo?
PM
-A la actividad física, a orar y compartir con las amistades.
AR
-¿Te gusta la lectura? ¿Qué libros has leído en Miami y cuál te ha gustado más?
PM
-“Pecho Frío”, de Jaime Bayly, fui a su lanzamiento, luego lo visité en su
programa. Le dije que llegué hasta la pagina 77 y no pude continuar, respondió
con una carcajada. “El hombre que Amaba los Perros” de Leonardo Padura. Siempre
recurro a los clásicos: «La Ilíada», «La Odisea», Shakespeare y, por supuesto,
a la Biblia. “El Código de Barrabás” de Aléxis Romero, “Fórmulas para la vida”
de L. Ronald Hubbard, “Lucha por la democracia” de Carlos Sánchez y releí
«Bolívar y el arte militar» de Vicente Lecuna.
AR
-¿Has seguido escribiendo?, ¿tienes algún poema?
PM
-Documentos y cartas clamando por Venezuela. Y tengo un proyecto de un libro
sobre estos 20 años. En poesía: ¡raspado!. La musa me llega cuando estoy
enamorado, aunque escribo coplas. Mi hermana Yolanda me llama a veces «Pablo
Asís», ya que mis únicos amores son Elsy, una gatica, y un gato viejito llamado
Bebé, mascotas de la señora Gloria Vargas, dueña de la casa.
AR
-¿Qué música te gusta, ¿y cuál es la que más sientes estando lejos?
PM
-La clásica, la salsa, el vallenato, la ranchera y por supuesto la de nuestra
tierra, Venezuela, un país que cuenta con tres himnos nacionales: Nuestro Himno
Nacional, «Alma llanera» y «Venezuela», y especialmente el «Popule Meus»,
interpretado por mi madre, María Luisa Carrasco.
AR
-¿Allá en Miami te reúnes con la comunidad venezolana? ¿Puedes contarnos una
anécdota que te haya sucedido con ellos?
PM
-Cuando fuimos a la toma de la Embajada no tuvimos ayuda de Carlos Vecchio y
acudimos a la solidaridad, viajando en dos busetas durante 24 horas con el
padre Palmar, Freddy Solórzano y la amiga Arelis, quien tocó el cuatro en el
recorrido, mientras nosotros cantábamos. Los nicaragüenses estaban fascinados
con nuestra música. Cuando llegamos a la embajada, a los 10 minutos desalojaron
al grupo que se resistía. Y un policía le dijo al padre Palmar: «Ustedes
dijeron en Miami que los iban a sacar por las buenas o las malas». En efecto,
el padre Palmar había incorporado entre los 30 a cuatro boxeadores.
AR
-¿Cuál es tu postre o dulce favorito venezolano que desearías comer en estos
días?
PM
-El dulce de toronja y el de lechosa, preparado por mi madre María Luisa
Carrasco.
AR
-¿Cómo ves a Venezuela desde la óptica de un perseguido y exiliado?
PM
-Como a Roma, incendiada y destruida por Nicolás (Nerón) Maduro.
AR
-¿Piensas en tus amigos, los que quedan en Venezuela?
PM
-Oro a Dios por ellos.
AR
-¿Cómo puede cambiar la situación política, social y económica de Venezuela?
PM
-Con una intervención, si no la hacen los gobiernos, la haremos la Junta
Patriótica con el Ejercito Libertador y los que Bolívar llamó «la Legión
Británica», en eso trabajamos a marchas forzadas.
AR
-¿Cómo ves el rol de Guaidó y la oposición? ¿Puede llegar a resolverse la
crisis como ellos la están manejando?
PM
-No, ellos forman parte de la crisis que tenemos que resolver.
AR
-Cuando haya un cambio de gobierno, ¿qué podrás aportar para el desarrollo de
Venezuela?
PM
-Un proyecto para la transición, resolver los urgentes problemas del hambre y
medicinas, recuperar el territorio y poner orden en el país, y por supuesto,
restaurar los servicios eléctricos, proveer agua potable, el aseo urbano,
levantar la economía sobre la base del libre mercado y políticas económicas
sustentables y, luego, vendrá un debate democrático sobre la nueva República.
Alfonsina Ríos / Venezuela
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