Prensa. Reuters.
Con
sus hijos en brazos, arrastrando desvencijadas maletas por la carretera y
desafiando el clima, cientos de emigrantes venezolanos comenzaron a caminar de
regreso a su país desde Colombia, desterrados por los efectos del coronavirus,
en los primeros pasos de un largo e inesperado viaje.
Colombia
se convirtió en los últimos años en el domicilio de más de 1,8 millones de
venezolanos que huyeron de la crisis política, económica y social de su país
bajo el gobierno del presidente socialista Nicolás Maduro.
La
mayoría de los emigrantes de la nación petrolera se encuentran en forma
irregular y muchos sobrevivían en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y
Barranquilla vendiendo dulces o pidiendo limosna en las calles, mientras que
otros trabajaban en la construcción, restaurantes o repartiendo comida a
domicilio.
Pero
las medidas de aislamiento preventivo que decretó Colombia para frenar la
expansión del coronavirus cambiaron sus vidas. Con las calles vacías y los
habitantes de las grandes ciudades en cuarentena, quedaron sumidos en la
pobreza y sin nadie a quien vender sus golosinas o pedir ayuda en un país al
que antes veían como un paraíso.
“Somos
miles de personas que queremos devolvernos a Venezuela”, dijo Antonio
Madroñedo, de 34 años, quien trabajaba como reciclador en Bogotá y regresa con
su esposa y sus dos hijos de tres y seis años. “No puedo vivir en la calle con
mi familia”.
Grupos
de venezolanos comenzaron desde hace varios días la travesía de 556 kilómetros
de regreso a pie desde Bogotá hasta la ciudad fronteriza de Cúcuta, donde
esperan que el gobierno de su país aliste autobuses que los lleven a sus
ciudades de origen.
“Ya
no hay gente en la calle por la situación que está pasando y eso nos ha
incomodado porque nosotros ganamos con lo de la gente y si no hay gente en la
calle ¿cómo trabajamos?, es difícil”, dijo Paul Regales, de 23 años, quien
vendía bolsas plásticas para recolectar basura en Bogotá.
Regales,
que tiene la pierna derecha amputada y camina con muletas, aspira a regresar a
Valencia para reunirse con su familia después de 18 meses.
Él,
como cientos de venezolanos, fue desalojado de un alojamiento de Bogotá cuando
no pudo pagar los 3,6 dólares de alquiler por día en medio de la emergencia
sanitaria y quedó sin dinero para comprar comida. En promedio, cada emigrante
asegura que ganaba unos 8 dólares diarios.
COMPLICADO
CAMINO DE RETORNO
El
Gobierno de Colombia, concentrado en la atención de la emergencia sanitaria por
el COVID-19, no les ha suministrado hasta hora ninguna asistencia de
transporte, comida o agua para el retorno, que los emigrantes estiman demorará
entre dos y tres semanas.
Los
camioneros, a diferencia de meses atrás, difícilmente los recogen en la
carretera por temor a que los contagien de coronavirus, según los caminantes
que aseguran que lo más difícil será el paso de tres páramos con bajas
temperaturas.
“Yo
regresé por el coronavirus, ya no podemos trabajar porque todo el mundo nos
reprocha, todo el mundo nos ignora, no vendemos nada”, dijo Yosbeli Quintero,
de 28 años, quien camina de regreso a Cambural, con un hijo de nueve meses en
sus brazos, en compañía de su esposo, unos primos y varios amigos.
Sin
embargo, la posibilidad de una fuerte expansión del coronavirus en Venezuela,
donde muchos hospitales carecen de agua y equipo médico, hace que los
emigrantes enfrenten una bienvenida incierta.
Algunas
personas que ya retornaron a su país dijeron a Reuters que habían sido
transportadas en autobús a ciudades en Venezuela y luego sometidas forzosamente
a cuarentena extrema. En
el estado fronterizo venezolano de Táchira, todos los retornados deberán
permanecer en aislamiento, dijeron las autoridades.
Migración
Colombia no tiene registro de los venezolanos que regresan a su país. Algunos
aseguraron que habían emprendido el retorno desde Ecuador, pero Reuters no pudo
verificarlo independientemente.
“Algunos
de ellos, en efecto, están retornando a su país de origen, en algunos casos
porque esta pandemia nos está llevando a todos a volver a nuestros hogares”,
dijo a Reuters el director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa.
“Tenemos
las fronteras cerradas y no podemos hacer movimientos de ingreso y salida”,
explicó el funcionario, quien aseguró que solo se permite pasos por razones
humanitarias.
Francy
Flórez, dueña de un restaurante a la orilla de la carretera, 40 kilómetros al
norte de Bogotá, dice que a diario ve pasar por lo menos 150 venezolanos
disgregados en grupos.
Los
emigrantes que emprendieron el viaje de regreso saben que en Venezuela no será
fácil sobrevivir, pero todos coinciden en que no pagarán arriendo y estarán con
sus familias.
“No
es que sea más fácil, pero allá no pagamos arriendo, estamos con la familia y
si estamos todos juntos es mejor”, aseguró Regales mientras caminaba por la
orilla de la carretera.
Reporte
de Luis Jaime Acosta. Reporte adicional de Angus Berwick y Sarah Kinosian en
Caracas y Anggy Polanco en Táchira. Editado por Javier Leira