Columnista.
Gustavo Azócar Alcalá. Opinión.
Durante
el segundo gobierno de Rafael Caldera, la conseja popular acuñó el término “el
pimentón”, con el cual fue bautizado uno de los hijos del difunto Jefe de
Estado. El rumor que corría por los pasillos del Palacio de Miraflores y por
casi todos los rincones del país, era que uno de los vástagos del líder
fundador de Copei y Convergencia estaba metido en casi todos los grandes
negocios que se hacían desde el gobierno.
La
prensa de aquellos tiempos publicó extensos reportajes y artículos de opinión
denunciando la extraña y misteriosa intromisión del joven muchacho en varios
negocios. Eso hizo que Caldera lo apartara de Miraflores y le asignara otro
tipo de tareas, de manera de evitar su exposición pública y el escándalo. Nunca
se supo a ciencia cierta si el hijo predilecto estuvo o no metido en las
grandes ligas de la corrupción. No hubo tribunal ni fiscal del Ministerio
Público que se atreviera a desafiar el poder del Presidente. Pero lo que sí
quedó para el recuerdo fue el apodo de “el pimentón”, acuñado en razón de que,
según los cuentos de camino, el joven estaba metido en “todos los guisos”.
En
la quinta república (si es que este arroz con tamarindo que existe en el país
desde 1999 se puede llamar así) ha habido no uno, sino varios
“pimentones”. Ello ocurre, entre otras
cosas, porque como muy bien se sabe, ningún gobierno de la mal llamada cuarta
república ha logrado superar a los gobiernos de la quinta en materia de
corrupción. Es vox populi que desde 1999 hasta la fecha, la corrupción en
Venezuela ha crecido en un millón por ciento. Eso ha hecho que haya
“pimentones” por todos lados, tanto en el gobierno nacional, como en los
gobiernos regionales y municipales.
EL
HIPER VIELMA
En
Táchira, el “pimentón” mayor tiene nombre y apellido: José Gregorio Vielma
Mora. El gobernador tachirense ha batido todos los récords y ha dejado en
pañales a los corruptos de la 4ta república. El ex superintendente del Seniat
fue designado por Nicolás Maduro para hacer compras de productos en Estados
Unidos, Panamá, Brasil y Colombia para venderlos en Mérida, Barinas y el
Distrito Capital.
Vielma
nunca ha informado cuánto dinero le dio el gobierno nacional para hacer “esas
pequeñas compritas”. El presupuesto utilizado por el gobernador es el secreto
mejor guardado del Caribe. Tampoco ha dicho si su despacho ha recibido “dólares
preferenciales” para asumir esa tarea.
Un elemento importante en todo esto, tiene que ver con el hecho de que la
Constitución del estado Táchira no le da facultades al Gobernador para
convertirse en el “proveedor de productos de primera necesidad de todo el
país”.
El
negocio de Vielma comenzó en San Cristóbal. Utilizó los pabellones de
Fundatáchira y ahí montó lo que la conseja popular llamó jocosamente un
“HiperVielma”. Durante varias semanas Vielma Mora vendió allí toda clase de
productos traídos desde Colombia a precios mucho más altos que los que se
conseguían en el mercado. Incluso, muchos caros que en Cúcuta. Vielma nunca
explicó cuánto dinero se invirtió en ese negocio. Tampoco dijo cómo fueron
seleccionados los pocos “empresarios” que pudieron montar allí sus tarantines.
Algo mucho más grave: las gandolas repletas de productos colombianos comprados
por Vielma Mora y sus amigos cruzaron la frontera sin pasar por la aduana, es
decir, sin pagar impuestos.
Después
de “abastecer” San Cristóbal, Vielma recibió la orden de comprar productos para
Barinas, Mérida y Caracas. El mandatario informó eufórico que “se comprarían
artículos en República Dominicana, Estados Unidos, Colombia y Panamá”. También dijo que se ocuparía del estado
Bolívar, a donde llegarían productos de Brasil y Surinam. La “misión Vielma” se
extendió poco después a Monagas y Anzoátegui.
Vielma
dijo que se habían comprado unos 1.000 contenedores de alimentos. Pero no
informó cuánto dinero se gastó ni de dónde salió la plata. El negocio resultó
tan bueno y tan rentable que el gobernador del Táchira anunció la “compra de
estrenos en Panamá (…) estamos planificando la compra de bambalinas,
serpentinas y todos los adornos de navidad porque no nos vamos a quedar sin
Navidad, este año 2016”, dijo.
Vielma
cerró el año anunciando que 51 gandolas repletas de mercancías habían llegado
desde Colombia. ¿Cuánto dinero se invirtió en toda esa importación de
alimentos, serpentinas y bambalinas? Nadie sabe. ¿Cuánto impuesto se le pagó al
Seniat por esas importaciones? Nadie sabe. ¿De qué partida y de qué presupuesto
salieron los dineros para esas compritas? Nadie sabe. Nadie supo.
ESTACIONES
DE COMBUSTIBLE
El
21 de septiembre de 2016 Vielma Mora anunció la firma de un convenio entre la
Gobernación del Táchira y Petróleos de Venezuela (PDVSA), para que la primera
asumiera la administración de cuatro estaciones de servicios (E/S) de
combustible en la región fronteriza con el Norte de Santander, Colombia.
El
convenio permitió que la Gobernación asumiera la administración de una Estación
de Servicio Nacional en Frontera, dos Estaciones Exclusivas Especiales y una
Estación de Servicio Alternativa. Las dos estaciones de servicio exclusivas
especiales son: “El Puerto” y “Santander” ubicadas en el municipio García de
Hevia; la estación de servicio alternativa “La Crislago” ubicada en el barrio
El Carmen, de San Cristóbal y la
nacional de Tienditas en la zona fronteriza de Ureña.
El
tremendo negocio de Vielma Mora con la gasolina lo detalló Luis Díaz, director
de política de la Gobernación: “Nosotros hacemos algunos cálculos y con un
mínimo de dos estaciones de servicio en Ureña, son aproximadamente 120.000 o
150.000 dólares que se estén generando directamente a través de la venta de
combustible”, dijo el funcionario.
El
precio de la gasolina para vehículos particulares en las estaciones de servicio
administradas por la Gobernación del Táchira fue establecido en 1.200 pesos el
litro. El litro de diésel quedó en 1.000 pesos. Díaz explicó que “en Colombia
cuesta 1.064 Bs. 1 litro de gasolina de 87 octanos, y en Venezuela cuesta 1
bolívar el litro de 91 octanos y de 95 cuesta 6 bolívares”.
El
negocio de la venta de gasolina de Vielma Mora se cayó luego que el gobierno de
Colombia anunciara que no permitiría el paso de vehículos desde su país hacia
Venezuela sólo para la compra de gasolina. La canciller María Angela Holguín
fue muy clara: “Colombia no bailará al vaivén de las decisiones que se tomen en
Venezuela”.
LAS
CASAS DE CAMBIO
El
más reciente negocio de Vielma Mora es el de las Casas de Cambio. La idea se
relaciona mucho con la venta de gasolina en pesos colombianos. Es un negocio
redondo: vendes gasolina a conductores colombianos para que éstos paguen en
pesos. Los pesos pagados por los conductores y transportistas colombianos irían
a las Casas de Cambio de la frontera y éstas venderían luego esos pesos a los
venezolanos que quisieran cambiar sus dólares americanos.
Como
siempre suele ocurrir en los negocios de Vielma Mora, las primeras tres Casas de
Cambio de la frontera no entraron en un proceso de licitación. Hay cientos de
empresarios fronterizos que querían meterse en el negocio, pero Vielma amarró
todo su proyecto con Italcambio, propiedad del empresario Carlos Dorado. Maduro
anunció hace pocas horas que serán instaladas 20 nuevas Casas de Cambio, pero
tampoco ha dicho si habrá licitación, o si por el contrario, serán asignadas “a
dedo” a empresarios afines al madurismo y a la revolución.
Vielma
dijo que las Casas de Cambio pagarán 4 pesos por 1 bolívar. La tasa será de
2.937 pesos por dólar, lo que infiere una tasa en bolívares de 734.25 por cada
dólar. El negocio es atractivo si se toma en cuenta que el dólar paralelo ronda
los 3.700 bfs. Lo curioso es que en las casas de cambio de Cúcuta, el cambio
está en promedio a 1 x 1, es decir, un peso por un bolívar y viceversa.
Para
todo el que tenga bolívares, el precio ofrecido por las Casas de Cambio de
Maduro y Vielma Mora es un buen negocio. Si Ud. da un millón de bolívares, le
darán 4 millones de pesos. Pero si va a Cúcuta con 1 millón de bfs sólo le
darán 1 millón de pesos. La diferencia es de un 300%.
Pero
para el que tenga dólares la cosa puede resultar distinta. En Cúcuta le dan
2.937 pesos por un dólar. Si cambia los pesos allá mismo, le darán 2.937 bfs.
En las Casas de Cambio de Vielma Mora le darán apenas 734,25 bfs por dólar, es
decir, 3 veces menos que lo que le dan en Colombia. El negocio, por tanto, no
es vender dólares, sino más bien usar bolívares para comprar pesos. Así lo ha
entendido la gente y esa es la razón por la cual hay más de 40 mil solicitudes
de citas para personas que quieren comprar pesos utilizando sus bolívares.
Pero
Vielma Mora no quiere tus bolívares. Quiere tus dólares. Por eso ha dicho que
sólo se permitirá la venta de 500 dólares mensuales, de los cuales 200 serán en
efectivo y 300 mediante transferencias electrónicas. Sin la venta de gasolina
en pesos colombianos el negocio de las Casas de Cambio se podría venir a pique.
Vielma necesita vender gasolina en pesos y en dólares para poder mantener sus
Casas de Cambio.
Las
casas de cambio de Vielma podrían sobrevivir cambiando bolívares por pesos, si
y sólo si, el BCV les otorga dólares Simadi. Un millón de Bolívares
transformados en dólares Simadi (Bfs. 679,43) son USD 1.471,82 . Vendidos en el
mercado paralelo (Bfs 3.751,62) se obtendrían Bfs 5.521.709 . Y si usas esos
bolívares para comprar pesos en Cúcuta (1 x 1) te darían 5.521.709 pesos. Pagando 4 pesos por bolívar
que es lo que propone Vielma, te quedaría una utilidad de 1.521.709 pesos. Si
usas esos mismos pesos para comprar dólares en Colombia te ganarás USD 518,11
por cada millón de bolívares.
Como
puede observarse, el negocio es muy lucrativo. No se trata de combatir a las
mafias como dice Vielma. Aquí lo hay es un nuevo guiso. El pimentón rojo dejó
en pañales al pimentón verde.
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