El volumen de remesas recibidas en la
región el año pasado alcanzó 75.000 millones de dólares
Prensa. Diario
Las Américas.
La política migratoria del presidente Donald
Trump tuvo un claro impacto en el envío de remesas a América Latina, que en
2017 experimentó un aumento del 8% empujado por el miedo a la deportación de
numerosos inmigrantes, según un estudio divulgado este jueves por el centro
Diálogo Interamericano.
El
volumen de remesas recibidas en la región el año pasado alcanzó 75.000 millones
de dólares, lo que supone, en realidad, una estabilización en relación con los
datos de 2016, cuando el repunte fue igualmente de un 8%, hasta situarse en los
70.000 millones.
Sin
embargo, no se puede negar la evidencia de que la actual política migratoria
del Gobierno de Trump, quien ha expresado en reiteradas ocasiones la
importancia de reducir la inmigración y aumentar el número de deportaciones, ha
tenido un claro impacto en el envío de dinero a sus vecinos del sur.
Especialmente
claro resulta este efecto entre los países beneficiarios del Estatus de
Protección Temporal (TPS), un programa que fue creado para dar alivio a
naciones que habían sufrido graves crisis humanitarias y al cual pretende poner
fin el actual presidente estadounidense.
El
pasado noviembre, la Casa Blanca ya dejó sin esta protección a los nacionales
nicaragüenses, mientras que hondureños, salvadoreños y haitianos se encuentran
en la cuerda floja.
"Más
de la mitad de los inmigrantes tienen miedo de la actual retórica. Esto tiene
un efecto psicológico en los emisores", apuntó hoy en la presentación del
estudio Manuel Orozco, director del programa de remesas, migración y desarrollo
del citado centro de estudios con sede en Washington.
De
acuerdo con los datos recopilados por Diálogo interamericano, Haití (15%),
Honduras (13%), Nicaragua (11%) y El Salvador (10%), se encuentran en el grupo
de siete naciones cuyo incremento en la recepción de remesas experimentó el año
pasado un crecimiento porcentual de dos dígitos.
Los
otros países que completan esta lista de siete países son Colombia (15%),
Guatemala (14%) y la República Dominicana (12%).
Esta
situación supone un grave problema para los países receptores, algunos de los
cuales aún no han logrado recuperarse de la situación que les llevó a ser
incluidos en el programa del TPS en un primer lugar, puesto que si sus
condiciones no han mejorado "es difícil imaginar" que un retorno
masivo pueda resultar positivo, analizó Orozco.
Una
reciente encuesta realizada por esta institución mostraba que cerca del 55% de los
inmigrantes en Estados Unidos considera que una reforma migratoria podría
afectar a sus comunidades, mientras que un 31% teme poder ser deportado.
Uno
de los argumentos esgrimidos por Orozco para defender la importancia de este
flujo es el peso que las remesas tienen en los países receptores, cuyo
crecimiento económico está "fuertemente relacionado" con la recepción
de esos fondos.
En
este sentido, Paul Dwyer, director ejecutivo de la empresa Viamericas, secundó
a Orozco al defender el importante papel que juegan las remesas como
"válvula de seguridad" para las economías más "frágiles" de
la región y recalcó que va contra los intereses estadounidenses el acabar con
estos flujos de dinero.
Además,
Dwyer defendió el peso de la inmigración en la industria estadounidense, tal y
como confirman diversos estudios que apuntan que, por ejemplo, los 128.790
trabajadores salvadoreños generaron 3.100 millones de dólares y los 15.257
haitianos, unos 279 millones en 2015.
"Tenemos
que dejar a un lado la demonización y centrarnos en las necesidades de la
industria, en las necesidades de nuestros países vecinos y en la importancia
que este flujo tiene para su PIB (producto interior bruto). Entender que no
beneficia a nadie ver estos flujos interrumpidos, ni deportaciones masivas que
aumenten la desestabilización", sentenció Dwyer.
FUENTE:
EFE/Rafael Salido