Prensa.
Infobae.
La
planta rusa de reprocesamiento nuclear Mayak, en los Urales del sur, debió ser
el origen de la "misteriosa" nube radiactiva que se movió en 2017 por
toda Europa, parte de Asia y la Península Arábiga. Esa es la conclusión de un
amplio estudio científico cuyo resultado contrasta con la negativa de Moscú al
respecto.
En
la investigación titulada "Concentraciones en el aire y consideraciones
químicas del rutenio radiactivo de una gran emisión nuclear no declarada en
2017", participaron 69 expertos de diversos países, informó el lunes la
Universidad Técnica de Viena (TU), institución parte de la investigación en un
comunicado.
Después
de que nadie asumiera la responsabilidad del fenómeno (hasta ahora), los
científicos analizaron los datos recopilados por 176 estaciones de medición de
radiación distribuidas en 29 países.
Los
resultados del estudio, dirigido por Georg Steinhauser, de la Universidad
Leibniz de Hannover (Alemania), y Olivier Masson, del Instituto de
Radioprotección y Seguridad Nuclear (IRSN) francés, fueron publicados en la
revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos
(PNAS).
Steinhauser
subrayó el lunes, en diálogo con EFE, que en ningún momento el nivel de
radiactividad detectado en la atmósfera supuso un riesgo para la salud humana.
No obstante, la detección en el aire del radioisótopo rutenio-106 (Ru-106, una
sustancia artificial) en una zona geográfica tan extensa es "muy inusual"
y despertó inquietud.
"Fue
una nube muy compacta. En cada lugar se mantuvo como máximo dos días y siguió
desplazándose. De ello podemos deducir que la liberación se produjo muy rápido,
de golpe", indica el físico de radiación austríaco, quien por otra parte
dice que le gustaría que las autoridades rusas reconocieran que la fuga se
produjo en Mayak, un complejo nuclear estratégico y vinculado al arsenal de
armas atómicas de Rusia.
"Los
rusos no lo han aceptado aún, pero basados en las pruebas científicas estamos
muy seguros [de que fue un accidente en Mayak], y por otro lado, no hay ninguna
alternativa", asegura.
"No
es que queremos denunciar a Rusia, sino que queremos aprender, porque cuando
ocurre un accidente, queremos saber qué se puede hacer mejor la próxima vez. La
comunidad [científica] tiene interés de sacar lecciones de los
accidentes", explica.
Un
representante de la compañía estatal rusa Rosatom cuestionó este miércoles los
resultados del informe y negó que haya habido una fuga en la planta de Mayak,
citando "inconsistencias con los hechos". "Sostenemos que no
hubo eventos en ninguna central de Rosatom. Reguladores nacionales y expertos
de un grupo internacional independientes visitaron Mayak en 2017 y no
encontraron nada que sugiriera que el rutenio-106 provino de allí",
declaró al portal especializado ScienceAlert.
Pero
ya en noviembre de 2017, el IRSN había apuntado a una zona rusa, entre los ríos
Volga y Ural, como el lugar de origen del Ru-106 detectado en las semanas
previas en Europa. Pero Moscú, si bien admitió que había registrado
concentraciones de ese isótopo inusualmente altas, negó que en Mayak se hubiera
producido un accidente que explicara el fenómeno.
Las
autoridades rusas especularon con que la nube pudo haber sido producto de la
desintegración de un satélite, algo que los autores del estudio rechazan
categóricamente. "Hemos evaluado detalladamente esa posibilidad y podemos
decir que no es cierto. Estamos seguros al cien por cien de que no fue un
satélite", dice Steinhauser.
"Rusia
también propuso que Rumania podía haber sido el origen del escape, pero esta
posibilidad la analizamos asimismo con exactitud y estamos completamente
seguros de que la liberación no se produjo en territorio rumano", añade.
"No
es que solamente hayamos refutado las hipótesis rusas, sino que tenemos
evidencias de que [la nube] provino de la zona sur de los Urales, y allí se
encuentra Mayak", insiste el científico.
Tras
analizar más de 1.300 mediciones de las concentraciones de Ru-106 (con una vida
media, es decir, el tiempo que tarde en desintegrarse, de 374 días) detectadas
en muchos países europeos, los científicos deducen que el volumen total de la
fuga se situó entre 250 a 400 terabecquerel, indica el comunicado.
Los
cálculos permiten fechar el momento en que se produjo la descarga radiactiva
entre el 25 y el 26 de septiembre de 2017. A pesar de haber sido "el
lanzamiento de material radioactivo más grave desde (el accidente de la planta
nuclear japonesa de) Fukushima en 2011, y la mayor fuga singular de radioactividad
de una planta de reprocesamiento civil, la población "no lo notó".
La
conclusión principal es que se trató de un accidente en una planta de
reprocesamiento de combustible nuclear usado, y no en un reactor, y la
evaluación de la distribución de la concentración de isótopos evidencia
"un sitio de liberación en los Urales del sur",
"El
hecho de que no se midieran otras sustancias radiactivas que no sean rutenio es
una clara indicación de que la fuente debe haber sido una planta de
reprocesamiento nuclear", subraya Steinhauser en la nota.
El
reprocesamiento ocurre cuando los combustibles nucleares ya agotados por su
utilización en reactores, como el uranio 235, son sometidos a diferentes
procesos para obtener los subproductos de la reacción nuclear en ellos
contenida, como plutonio o tritio.
Steinhauser
también considera "notable" la amplia extensión geográfica de la
nube, pues se detectó en grandes partes de Europa Central y Oriental, Asia y la
Península Arábiga. Incluso se encontró rutenio-106 en el Caribe.
La
TU recuerda que en la planta de Mayak ya hubo en 1957 una importante
"descarga" radiactiva, la más grande antes del accidente nuclear de
Chernobyl (1986), a raíz de una explosión de un tanque que contenía desechos
líquidos de producción de plutonio.
(Con
información de EFE)